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PSICOLOGÍA

Cinco razones para dejar que los niños se equivoquen (es por su bien)

Muchos padres evitan que sus hijos se frustren adelantándose a sus posibles equivocaciones, pero ese instinto de sobreprotección puede no ser lo que más les beneficie.

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No por intentar tapar o negar emociones como la confusión, la tristeza o la ira desaparecen. De hecho, cumplen su función, ya que hablan del deseo del niño. Cuando los niños se sienten respetados, escuchados y queridos (incluso en medio de la confusión, la tristeza y la ira) son finalmente capaces de encontrar modos de elaborar e integrar aspectos difíciles o complejos de manera sana y significativa”.

Quien habla es Marta Reinoso Bernuz, profesora de los Estudios de Psicología y Ciencias de la Educación de la Universitat Oberta de Catalunya (UOC), que aboga por permitir a los hijos que se equivoquen y no estén permanentemente sobreprotegidos por sus padres, en la línea de lo que afirma una investigación publicada en la revista 'Developmental Psychology', que concluye que cuando los padres sobreprotegían a los niños sin darles la opción de que resolvieran sus propias dificultades, los hijos tenían problemas para manejar sus emociones, algo que tiene consecuencias como la intolerancia a la frustración.

Es necesario dejar que los niños se equivoquen y que vivan el error como algo natural. Aprendemos a caminar cayendo una y otra vez, por lo que deberíamos preguntarnos por qué nos empeñamos en eliminar el error de nuestras vidas. Al hacerlo, estamos enviando sin querer mensajes como "tú no eres capaz de hacerlo", lo que contribuye a una baja autoestima y mayor dependencia de los padres. Por el contrario, las equivocaciones nos permiten aprender y reconducir situaciones”, añade por su parte Amalia Gordóvil Merino, profesora colaboradora de los Estudios de Psicología y Ciencias de la Educación de la UOC.

5 razones para equivocarse

Por ello, los expertos de la institución catalana defienden la equivocación como método de aprendizaje ya que puede reportar 5 beneficios fundamentales para su educación:

  • Evitar que se sientan incapaces. Si intervenimos cuando vemos que se acerca la equivocación, el mensaje indirecto que puede llegar al niño es que no confiamos en que sea capaz de hacer las cosas por sí solo.
  • Aprender a tolerar la frustración. Cuando no permitimos que los hijos cometan sus propios errores lo único que conseguimos es retrasar el momento en que salgan al mundo por sí mismos. El peligro es que serán poco autónomos.
  • Inculcar una visión positiva del intento. Para fomentar la autonomía, hay algo previo indispensable, y es el disponer de una base de seguridad y confianza. En la medida en que la persona sienta que puede, realizará por sí sola acciones dirigidas a alcanzar aquello que desea o necesita.
  • Prevenir la dependencia emocional. Según afirman los expertos, con cada uno de nuestros actos transmitimos a los hijos mensajes que no verbalizamos. Cuando sobreprotegemos a un hijo para que no se frustre ante los fallos que cometa estamos favoreciendo la dependencia emocional de los padres y la ansiedad.
  • Desarrollar la flexibilidad ante imprevistos. Otra razón para dejar que los hijos se equivoquen sin que los adultos intervengan es que de esta manera se ayuda a entrenar la flexibilidad ante imprevistos con los que no se contaba, algo fundamental para la vida adulta, lo que ayuda a fomentar también su autonomía.