Demi Lovato es una de esas niñas que crecieron delante de todo el mundo. Como actriz debutó en una serie infantil y su mayor exposición se produjo como chica Disney. Así que toda su niñez y adolescencia fueron de cara al público. Eso marcó su vida, puesto que su imagen ante las cámaras se convirtió en una obsesión que derivó en bulimia nerviosa desde los 9 años.

El problema para la hoy actriz, cantante y productora fue su manera de superar aquel problema que duró una década. "Pensé que los últimos años fueron la recuperación de un trastorno alimentario cuando en realidad estaba cayendo completamente en él. Y me di cuenta de que quizás mis síntomas no eran tan obvios como antes, pero definitivamente era un problema de alimentación", reconoció recientemente Lovato en el podcast 'Pretty Big Deal'.

Para dejar de purgar los atracones de comida la cantante se encerró en el gimnasio. A los 20 años se dedicaba a ejercitar su cuerpo y lucirlo en las redes sociales. Se convirtió en una obsesión. "Hubo momentos en que viví en el gimnasio", confesó la mujer que había superado un proceso de trastornos se también se enganchó a las drogas.

Un perfil predispuesto a las adicciones

El perfil de Lovato es el de las personas más predispuestas a las adicciones. Una investigación publicada en la revista 'Eating and Weight Disorders' reveló que las personas con trastornos alimentarios tienen cuatro veces más posibilidades de añadir la adicción a la actividad física. Otro estudio, señaló que el 40 % de quienes habían desarrollado bulimia también se aplicaban al ejercicio compulsivo. "Muchas mujeres con dependencia del ejercicio simplemente no comen si no han hecho ejercicio. El ejercicio puede convertirse en una forma de controlar, mantener el control de la alimentación", explica Pirkko Markula, profesor de Estudios Socioculturales de la Actividad Física en la Universidad de Alberta.

La actriz acudía al gimnasio tres veces diarias. Siempre tras cada comida. La insatisfacción con su cuerpo se tradujo en un problema en un entorno en que se idealizaban los cuerpos femeninos. Según Lovato, esto también le llevó a una espiral que terminó con una sobredosis de heroína y una rehabilitación en el año 2018. Había convencido a los demás de que tenía todo controlado, se convirtió en su única actividad social y creía que su adicción al gimnasio era saludable.

Síntomas de la obsesión por el ejercicio físico

"Demi dijo que hacer ejercicio no era divertido. Temer hacer ejercicio o no experimentar alegría o placer al hacer ejercicio es otra señal de que se ha convertido en un problema. Si estás haciendo ejercicio en secreto, inflexible sobre tu rutina de ejercicios, aislándote de amigos o familiares y sintiendo culpa o vergüenza de hacer ejercicio... que nunca es suficiente, que lo haces incluso cuando tu cuerpo no tiene ganas... Es hora de consultar a un profesional", ilustra la doctora Susan Albers-Bowling, psiquiatra y psicóloga en la Universidad de Cleveland. Hay otros efectos como la pérdida ósea, alteraciones la menstruación, problemas musculares o articulares, fatiga e inflamación en el cuerpo.

El nuevo proceso de recuperación de Demi Lovato ha consistido en acudir a un equipo de nutricionista-dietista y a un entrenador que establecen límites realistas y sensatos para sus rutinas de ejercicios. No quiere perder los buenos efectos físicos y psicológicos del deporte.

Además, ha trabajado en la percepción de su imagen evitando un seguimiento continuado de su peso y vistiendo ropa con la que se siente cómoda. "Me gusta comer, ir a hacer ejercicio. Y eso no era felicidad para mí. Eso no era libertad. Ahora, cuando me miro en el espejo y empiezo a tener un pensamiento negativo, no me detengo y digo: 'No, eres hermosa, eres hermosa, te amo, eres perfecta como eres'. Entonces, lo que me digo a mí misma es: 'No, estás sana y te acepto. Y eso es todo lo que necesito hacer es aceptarte'", reveló en el podcast.