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5 trucos para que los adolescentes disfruten de manera saludable de los videojuegos

La pediatra e investigadora del comportamiento Jenny Radesky ofrece varias recomendaciones para que los padres ayuden a detectar posibles problemas de sus hijos.

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Una figura de SuperMario.
rodrigomullercwb Pixabay

En la Universidad de Michigan han afrontado una preocupación frecuente para los padres. ¿Cuánto pasan los adolescentes jugando a videojuegos? Según 9 de cada 10 adultos estadounidenses con hijos, demasiado. "Aunque muchos padres creen que pueden ser buenos para los adolescentes, también señalan una serie de impactos negativos de jugar durante mucho tiempo", explica Gary Freed, el codirector y pediatra de hospital infantil C. S. Mott.

Más allá de que sea cierto o no, los expertos han preferido dar otro enfoque a la problemática. Jenny Radesky, doctora, pediatra e investigadora del comportamiento del desarrollo en el C. S. Mott ha ofrecido cinco trucos para conseguir que los muchachos se alejen de vez en cuando de las pantallas.

1. Establecer límites

Los expertos no se ponen de acuerdo sobre si los videojuegos son buenos para los niños o no. Una encuesta del C. S. Mott entre 963 padres de jóvenes de entre 13 y 18 años señala que el 54 % de los adultos creen que sus hijos juegan tres o más horas al día (solo el 13 % de los adolescentes que no juegan todos los días). Paradójicamente, el porcentaje de progenitores que consideran que sus vástagos pasan el mismo tiempo o menos que otros chavales de su edad delante de la pantalla. También el sesgo de género estaba marcado porque las adolescentes pasaban mucho menos tiempo con videojuegos.

La solución para Radesky es poner límites. La Academia Americana de Pediatría recomienda no superar las dos horas de entretenimiento basada en pantallas. Ese es un buen punto de comienzo, según la experta, para establecer unos horarios. "Los juegos que se prolongan mucho tiempo tienen el potencial de interferir con otros elementos de la vida de un adolescente, como el sueño, las relaciones familiares y de pares y el rendimiento escolar", advierte la pediatra.

El truco está en colocar los aparatos de conexión en lugares comunes fuera de la habitación de los muchachos. Así podrá controlar el tiempo y distribuir los horarios de manera racional con los trabajos escolares, las tareas en casa, los amigos o las conversaciones con la familia.

2. Atentos a la temática

Los padres no quieren prohibir jugar a sus hijos. Es más, el 71 % de ellos piensa que los videojuegos pueden tener un impacto positivo en su hijo adolescente. Pero hay riesgos que se pueden dominar. "Los padres pueden desempeñar un papel importante estableciendo reglas claras sobre el contenido apropiado y cuánto tiempo es demasiado tiempo dedicado a los videojuegos", secunda su compañero de estudio, Gary Freed.

Por ejemplo, Radesky recomienda sustituir los videojuegos más agresivos por los versiones menos violentas. La doctora recuerda que algunas investigaciones en Estados Unidos han señalado que es menos probable que los adolescentes muestren empatía y que muestren comportamientos inseguros, como empuñar un arma, cuando optan por las posibilidades más agresivas en la pantalla.

El ejemplo para explicar este apartado es Minecraft, del que la especialista sugiere la opción creativa en lugar de la de superviviencia. Para los padres que no tienen mucha idea sobre este mundo recomienda orientarse por las calificaciones por edad y las advertencias que acompañan a cada juego. Así, podrán confiar en una decisión que intentan establecer el 40 % de los padres de los adolescentes, según la encuesta del C. S. Mott.

3. ¿Hay problemas?

Muchos de los jóvenes pacientes de Radesky reconocen que juegan de cuatro a ocho horas diarias. Eso, según la pediatra, está en muchas ocasiones conectado con problemas mucho más grandes. Si un joven se encierra en comportamientos solitarios y sedentarios puede terminar por sufrir problemas de rendimiento en la escuela, desarrollar obesidad, tener dificultades para conciliar el sueño o dificultades con las relaciones sociales. A veces es la adicción al videojuego la que supone alejarse de todo lo que no ocurra dentro de la pantalla. "Si surgen tales problemas, es hora de reducir o desconectar. O pídale ayuda a un pediatra", recomienda la experta.

4. Jugar juntos

"Con los límites y la supervisión adecuados, los videojuegos pueden ser una forma divertida para que algunos niños disfruten el tiempo entre ellos y para que los padres se conecten con sus hijos. Puedes decirle: 'Si vas a jugar, quiero ver lo que estás haciendo, y quiero divertirme contigo y hablar sobre lo que estás viendo en estos juegos para que puedas entenderlo y procesarlo'", señala la investigadora del comportamiento. El argumento es que el videojuego se puede convertir en un asunto familiar que reúna a todos y fomente más lazos. Para Gary Freed, pueden ayudar a los padres a conectarse con niños mayores y en ocasiones abrir la puerta a otras conversaciones e interacciones.

Otra opción es invitar a los amigos de los adolescentes a casa. Con las partidas 'on line' y la multitud de opciones en internet los padres tienden a considerar que sus hijos están compartiendo las partidas con sus amigos de escuela, instituto o vecinos. Pero no es así. "Muchos padres de jugadores frecuentes tienen la idea errónea de que la cantidad de tiempo que su adolescente pasa jugando está 'en línea' con sus compañeros", alerta Freed al analizar el informe de la Universidad de Michigan (Estados Unidos). Además, los expertos señalan los peligros de salir del espacio del videojuego a chats que los niños pueden no entender o ser inapropiados. Esto sería más complicado fuera de espacios virtuales.

Para Radesky, el videojuego es una oportunidad para aprender lo que significa ser adulto y cómo aprender a relacionarse con otras personas. De hecho, en el hospital infantil asociado a la Universidad de Michigan desarrollan el programa 'Juego Terapéutico y Tecnología Digital' emplea videojuegos y realidad virtual para ayudar a los niños a conectarse con otros y fomentar la socialización y la normalización durante el tratamiento de algunas enfermedades.

5. Ofrecer alternativas

Es la opción preferida por los padres. Un 75 % de los adultos preocupados por el tiempo de sus hijos pasan en las pantallas intentan ofrecer alternativas. Con opciones atractivas lejos de la pantalla y los estímulos adecuados se puede fomentar el desarrollo de otras actividades. El actual sistema de recompensas en los videojuegos actuales desarrolla ciertas adicciones que los progenitores pueden neutralizar con sus propias recompensas. Además, las técnicas publicitarias y de marketing con constantes llamadas de atención a los jugadores y a su comunidad influyen en las dificultades de los muchachos a la hora de despegarse de la pantalla.

La recomendación de Radesky es buscar soluciones cuando ha terminado el tiempo a los mandos de un juego. Ni siquiera tiene que ser sin pantallas. La investigadora sugiere como alternativa los campamentos informáticos porque entonces cambiará el enfoque frente a los monitores. Tendrán que desarrollar habilidades sociales, compartir sensaciones y conocimientos y desarrollar otro tipo de relaciones grupales. El deporte en equipo es otra opción para tomarse un descanso de los videojuegos. Las clases de música pueden traspasar la capacidad de concentración a otras pasiones creativas.

Para Radseky, la afición por este tipo de entretenimientos debe canalizarse como una oportunidad. "Con los límites y la supervisión adecuados, los videojuegos pueden ser una forma divertida para que algunos niños disfruten el tiempo entre ellos y para que los padres se conecten con sus hijos", completa la especialista.