La popularidad de la dieta cetogéncia o dieta keto ha crecido exponencialmnete en los últimos tiempos hasta el punto de ubicarse como una de las dietas más buscadas en Google. La promesa de una rápida pérdida de peso y sus supuestas bondades para afrontar enfermedades como el cáncer u otras de tipo metabólico como la obesidad o la diabetes le han labrado una reputación que es complicado contrarrestar.

¿Qué dicen los expertos y la ciencia? Pues que no es oro todo lo que reluce. Existen reputados nutricionistas que la desaconsejan sin reservas, mientras que la evidencia científica que estudia sus posibles efectos beneficiosos para la salud tampoco rompe una lanza en su favor conviertiendo trasladando la dieta cetogénica al terreno de la ocurrencia.

Dieta cetogénica y pérdida de peso

Como indican los expertos el éxito de una dieta que pretenda reducir el peso corporal es la adherencia a la misma y la dieta keto no es que sea precisamente muy sostenible en el tiempo. “Tanto para la pérdida de peso como para obtener cualquier otro beneficio atribuible a la alimentación, una de las más importantes claves es la adherencia. Toda propuesta que se aleje de un plan de alimentación saludable será difícil de seguir con el paso del tiempo. Y la dieta cetogénica, además de ser muy restrictiva, se aleja de un patrón de dieta sana”, explica el nutricionista Julio Basulto en un completísimo artículo publicado en su web.

“A corto plazo sí hay estudios que muestran que se puede perder peso… pero nadie quiere perder peso y luego recuperarlo, sino más bien mantener la pérdida con el paso de los años, sin perder la salud en el intento. ¿Hay pruebas de que sea eficaz a largo plazo para la pérdida de peso? No hay pruebas que nos hagan pensar que esta dieta sea el santo grial del adelgazamiento”, añade el nutricionista apoyado en diversos estudios científicos.

Así pues, ¿es aconsejable la dieta cetogénica para tratar enfermedades como la obesidad o la diabeteres tipo 2? “No hay pruebas sólidas que nos hagan creer que esta dieta será útil para el tratamiento dietético de enfermedades crónicas como la obesidad o la diabetes tipo 2”, explica Julio Basulto.

De hecho, como comparte el nutricionista, un estudio reciente a cargo de expertos norteamericanos, publicado en JAMA Internal Medicine, habla de riesgos reales para la salud como fatiga, debilidad, trastornos gastrointestinales, arritmias cardíacas, nefrolitiasis, estreñimiento, halitosis, calambres musculares, dolores de cabeza, diarrea, fracturas óseas, pancreatitis y múltiples deficiencias de vitaminas y minerales.

Además, más allá de lo referente a la pédida de peso o el tratamiento de enfermedades metabólicas crónicas, existe una paradoja nada baladí: la dieta cetogénica se basa en un consumo bajo de carbohidratos. Es decir, alimentos como frutas, verduras, cereales integrales o legumbres no son prioritarios. Un sinsentido si tenemos en cuenta que cualquier recomendación dietética que se precie de ser equilibrada y saludable debe contener este tipo de ingredientes, y no precisamente en bajas proporciones.

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Dieta cetogénica y cáncer

Otro aspecto sobre el que existe confusión es la idoneidad de la dieta cetogénica o dieta keto en pacientes con cáncer. “Las dietas más famosas para afrontar el cáncer (la “dieta alcalina”, la “dieta cetogénica”, la “dieta macrobiótica”, el “régimen Gerson” o el “régimen Kelley-González”) tienen el mismo rigor científico que la existencia del ratoncito Pérez. Es decir, ninguno”, aseguran Jualio Basulto y Juanjo Cáceres en su más que recomendable libro ‘Dieta y Cáncer’.

“La dieta cetogénica parece prometedora, pero en la historia del cáncer ha habido muchos abordajes prometedores que no han pasado el riguroso filtro que precisa la ciencia antes de su implementación clínica. La aplicación terapéutica de la dieta cetogénica como terapia adyuvante para pacientes con cáncer requiere que se evalúe en un entorno preclínico, ya que su seguridad y eficacia depende de la entidad tumoral y de su genotipo. No es ético, en mi opinión, recomendar la dieta cetogénica para el cáncer hasta no disponer de ensayos clínicos controlados y aleatorizados que demuestren su eficacia y seguridad”, añade Basulto.

Dieta cetogénica y epilespsia

Si es cierto por contra, que la dieta cetogénica puede ser prescrita en casos de epilepsia intratable o no apta para cirugía. “En este caso no tenemos otra opción, lo que puede justificar asumir los efectos adversos del enfoque dietético”, asegura Basurto, que añade a las suya una reflexión de la prestigiosa neuropediatra María José Mas muy reveladora.

“La mayoría de niños que necesitan dieta cetógena tienen encefalopatía epiléptica y graves retrasos en el neurodesarrollo. La dieta cetógena, como sucede con el resto de tratamientos, suele ser efectiva inicialmente, pero poco después su efecto positivo disminuye. Pocos niños la mantienen años, pero si se mantiene es porque va bien. Por otra parte, se buscan proporciones dietéticas suficientes para generar cuerpos cetónicos sin eliminar del todo los carbohidratos, ya que son esenciales al desarrollo infantil. Se «prueba» hasta un máximo de 6 semanas y si no se reducen las crisis al menos en un 50%, se retira por ineficaz. En niños mayores es casi imposible de administrar por incumplimiento (es difícil de seguir)”, concluye la experta.

Así pues, si atendemos a lo que dicen los expertos y la evidencia científica disponible, hay mucho de mito en torno a la dieta cetogénica o dieta keto, pero en ocasiones resulta harto complicado nadar a contracorriente cuando se trata de una moda. Y en lo que se refiere a las de carácter dietético, por desgracia, la dificultad aumenta. En cualquier caso, lo recomedable a la hora de planterase adoptar una dieta, del tipo que sea, es acudir a profeisonales especializados, tanto del ámbito de la nutrición como de la salud, que al final son voces autoizadas para aportar cordura.