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El desayuno es la comida más importante del día: ¿mito o realidad?

Mucho se ha debatido sobre la afirmación de que el desayuno es la comida más importante del día: mientras la industria y la publicidad se hartan de confirmarlo, hay nutricionistas y estudios que no lo tienen tan claro.

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Reconócelo. En más de una ocasión has oído (y dicho) aquello de que el desayuno es la comida más importante del día. Una manida afirmación que puede tener tantos defensores como detractores porque no existe un consenso sobre si al desayuno realmente se le debe otorgar la categoría del momento clave del día en lo que a la alimentación se refiere. Y probablemente no lo sea. De hecho no lo es.

¿De dónde viene ese empeño por ubicar el desayuno en la cúspide de la dieta? La famosa frase se le atribuye a Lenna Frances Cooper que, entre otras cosas, fue dietista en el Ejército norteamericano, y confundadora de la Asociación Americana de Dietética. Más concretamente en un escrito publicado en la revista Good Health, estrechamente relacionada con el balneario Battle Creek, fundado por John Harvey Kellogg.

¿Te suena ese apellido a imperio de cereales? Puedes empezar a completar el puzzle y hacerte una idea de por dónde van los tiros. En efecto, el origen de la mítica frase que te has hartado de escuchar tiene más de un siglo y puede atribuirse sin tapujos al interés empresarial de un sector para poner la maquinaria en marcha. Y la publicidad hizo el resto.

¿Qué dice un nutricioinista sobre el desayuno?

Llegados a este punto, lo único cierto es que el desayuno es la primera comida del día pero no por ello es la más importante. O no existe evidencia científica que lo afirme. Más si tenemos en cuenta que desayunamos regular tirando a mal: mucho producto ultraprocesado con un alto contenido en grasas, azúcar o sal y que además aporta una cantidad ingente de calorías. Pero es lo que tienen las prisas.

A día de hoy y con lo que he leído, que no es precisamente poco, nadie me ha podido convencer con datos incuestionables de que desayunar sea mejor que no hacerlo. Resulta bastante descabellado pensar que desayunar por sistema un vaso de leche con cacao soluble, un zumo de naranja y seis galletas o unos cereales típicos ‘de desayuno’ sea algo que ayude a controlar el peso o, más allá, que sea saludable (aunque sea la clase de desayuno estándar de muchos centros hospitalarios y residencias)”, explica Juan Revenga en un artículo publicado en la sección El Comidista de El País.

"La cuestión de la importancia ya es otro cantar. Esta expresión se utiliza de forma masiva principalmente por aquellos que fabrican productos desayunables"

Juan Revenga

Y no se trata de nadie sospechoso ya que Revenga es un reputado dietista-nutricionista, biólogo, consultor, profesor en la Universidad San Jorge y miembro de la Fundación Española de Dietistas-Nutricionistas (FEDN). Con este currículum bien merece la pena escuchar lo que tiene que decir al respecto.

“A menos que alguien pretenda morir de inanición, todo el mundo desayuna en un momento u otro, cuando hace la primera comida del día. La cuestión de la “importancia” ya es otro cantar. Esta expresión se utiliza de forma masiva principalmente por aquellos que fabrican productos desayunables, ya que esta parece ser la única ingesta del día que tiene alimentos propios. Existen alimentos “de desayuno”, pero no “de cena”: la prueba está en cualquier folleto de supermercado, con secciones fijas como carnes, pescados, bebidas, etcétera, además de otro epígrafe característico: desayunos y dulces”, añade el experto.

¿Qué dice la ciencia sobre el desayuno?

Pero la evidencia científica tampoco ayuda en exceso a confirmar o desmentir la importancia del desayuno ya que la literatura existente es, en líneas generales, de escasa calidad. Hay estudios que defienden su inclusión, con poca base, e investigaciones, también de dudosa valía, que no le atribuyen importancia en cuestiones relacionadas con el riesgo cardiovascular, el equilibrio calórico, el sobrepeso o la obesidad.

Así pues, ¿qué hacemos con el desayuno? Pues básicamente lo que nos parezca oportuno y mejor se adapte a nuestras necesidades sin tener en cuenta la presión de los defensores o detractores. Puede que lo tuyo sea un simple café, algo más contundente o un almuerzo a media mañana. En este sentido, más importante que cuándo comes es lo que comes. Siempre es un mal momento para los productos ultraprcesados y siempre es un buen momento para los alimentos saludables.