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POLÉMICA

Japón da un nuevo paso en su huida hacia adelante con la caza de ballenas

El país nipón ha aprobado una normativa para apoyar financieramente la captura comercial ‘sostenible’ de ballenas y promover el consumo de la carne de estos cetáceos tras más de tres décadas prohibida.

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as.com

Resulta curioso, cuanto menos, que en plena Cumbre del Clima, que aborda la crisis medioambiental y busca soluciones para mitigar y contrarrestar la amenaza del cambio climático, uno de los países participantes, Japón, con una trayectoría nada sospechosa en su compromiso con la causa -albergó la firma del Protocolo de Kioto- sea capaz de dar un nuevo paso en su huida hacia adelante con la caza de ballenas.

Y es que La Dieta Nacional (Parlamento), curioso nombre para el caso que nos ocupa, ha aprobado una normativa para apoyar financieramente la captura comercial ‘sostenible’ de ballenas y promover el consumo de la carne de estos cetáceos, una controvertida práctica que el país reanudó el pasado julio después de 31 años y que justifica amparándose en la tradición a pesar de que el consumo de este cetáceo ha disminuido.

De hecho, el consumo interno anual de carne de ballena fue de alrededor de 200.000 toneladas en la década de 1960, pero la cifra ha caído a alrededor de 5.000 toneladas en los últimos años, según datos del Gobierno. De hecho, su consumo tan solo representó alrededor del 0,1 por ciento del consumo total de carne en Japón en 2016.

Regreso al pasado

La medida garantiza que el Gobierno japonés apoyará a la industria ballenera de su país, que da empleo directo a unos tres centenares de personas sin incluir a empresas de procesado y envase de carne, para que se provea de personal y embarcaciones, además de promocionar el consumo de carne de ballena en los centros escolares. Es decir, vuelta a la década de los 60 del pasado siglo cuando el consumo de ballena era frecuente en el ámbito educativo.

Diversas organizaciones ecologistas han criticado con vehemencia la caza de ballenas y este regreso al pasado ya que pone en serio peligro su conservación, puesto que este mamífero ya debe lidiar, como otras muchas especies, con el cambio climático, la contaminación, la destrucción del hábitat y, ahora, la posible pesca descontrolada.