Para el acné, para el jet lag, para depurar, para la memoria, para la caspa... son muy variados y sorprendentes los beneficios que se le atribuyen a la clorofila, pero la ciencia ha puesto en duda todos ellos, ya que nunca se han llevado a cabo estudios en humanos, sólo se han mostrado los beneficios en plantas y animales.

Y el debate surge porque en Estados Unidos, durante el último año, se han gastado cerca de 8 millones de euros en suplementos nutricionales y dietéticos derivados de la clorofila. Pero según la prestigiosa revista Natural Medicines, aún no hay suficientes datos para corroborar científicamente esos beneficios para nuestra salud.

El boom por la clorofila

¿De dónde sale? Durante la Segunda Guerra Mundial se utilizaban plantas de clorofila en los hopsitales donde el olor era nauseabundo. Empezaron a aplicarse algunas medicinas, sobre todo tópicas, con un añadido de esta planta, lo que mitigaba el olor. 

Qué es la clorofila

Es un compuesto químico, presente en las plantas, algunas algas y algunas bacterias. Es la responsable del color verde de la mayoría de los integrantes del reino vegetal y es parte fundamental, junto con la luz, de que el proceso de la fotosíntesis se lleva a cabo.

¿Beneficiosa para la salud?

Al cocinar los alimentos la clorofila desaparece, por lo que para aprovechar sus beneficios deberíamos comerla cruda. Existen algunos derivados, como la clorofilina, que se utiliza como aditivo en alimentación, pero sin resultados científicos probables, o para eliminar el mal aliento, pero no el problema derivado de ese mal aliento, que puede estar en el aparato digestivo o en la boca. Los estudios inciden en que ni en embarazadas ni en lactantes debe tomarse, ya que no hay estudios que hablen de su seguridad, ni beneficios.