El estrés también se encuentra entre los factores que causan obesidad y sobrepeso
Una dieta deficiente, el sedentarismo, además de la predisposición genética, el sueño o determinadas alteraciones hormonales, entre otros, son factores de riesgo, pero el estrés también es parte de la ecuación.
La obesidad y el sobrepeso se definen como una acumulación anormal o excesiva de grasa cuyas cifras en la actualidad son alarmantes. Y es que la evidencia científica, abundante y clara al respecto, no deja lugar a dudas sobre las consecuencias para la salud ya que se asocia a factores de riesgo cardiovascular como la hipertensión arterial, la diabetes tipo 2, hipercolesterolemia, la apnea del sueño, ciertos tipos de cáncer, y también graves problemas de movilidad, entre otras consecuencias. En resumen, la obesidad reduce la esperanza de vida.
Entre las causas que provocan el aumento de peso obviamente se encuentran las referentes a un estilo de vida marcado por una mala alimentación y el sedentarismo, aunque no son las únicos y en la ecuación pueden intervenir factores de procedencia diversa e incluso pueden coexistir varios al mismo tiempo.
“La obesidad también puede estar relacionada con otros factores como la predisposición genética (con una posible influencia del 30%), el sueño, alteraciones hormonales, algunas medicaciones, la microbiota intestinal, dejar de fumar, el entorno socioeconómico, la menopausia y posibles alteraciones prenatales”, explica el doctor Javier Salvador, especialista del Departamento de Endocrinología y Nutrición de la Clínica Universidad de Navarra.
Sin embargo quizá sea el estrés una de las causas de obesidad y sobrepeso en las que pocas veces se repara. “Se sufre de estrés cuando se expone al organismo a un sobreesfuerzo que sobrepasa su nivel de resistencia. El estrés crónico, frecuente en la sociedad actual, constituye uno de los factores implicados en las causas de obesidad en la vida moderna. Este efecto se produce a través de la alteración de mecanismos hormonales, de conducta y cognitivos; siendo una de sus repercusiones el aumento de grasa corporal y de peso”, añade el doctor Javier Salvador.
Diagnóstico y tratamientos
Para un correcto diagnóstico del la obesidad es necesario conocer el índice de masa corporal. Entre los métodos de diagnóstico más más avanzados se encuentra uno personalizado llamado Bod-Pod, que consiste en cuantificar el volumen corporal del paciente para determinar su densidad corporal y conocer su porcentaje de masa grasa y masa libre de grasa (hueso, músculo, vísceras y agua).
Una vez obtenido el diagnóstico, el tratamiento de la obesidad se puede abordar desde diferentes perspectivas:
- El cambio en la dieta y el ejercicio físico deben ser las primeras medidas para combatir la obesidad.
- En caso de que no sean efectivos, puede optarse por una tratamiento farmacológico que ayuda a que la ecuación de balance energético sea favorable a la pérdida de peso.
- Su acción puede ir encaminada a bloquear la absorción de grasas por el intestino, a influir en los neurotransmisores para reducir el apetito y a modificar, mediante una hormona intestinal, el proceso saciante potenciándolo.
- Según el caso concreto, y cuando los especialistas lo consideren necesario, también es posible recurrir a determinadas técnicas quirúrgicas, como la cirugía bariátrica laparoscópica, y técnicas endoscópicas.
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