Ronnie Coleman (55) es, junto a su idolatrado Lee Haney, el culturista que más títulos de Mister Olympia posee, por delante de Phil Heath y del mismísimo Arnold Schwarzenegger, con siete campeonatos ambos. Su reinado ininterrumpido, desde 1998 a 2005, supuso un hito en la historia del culturismo pero, tras un pasado glorioso, Ronnie Coleman, que también fue policía de Arlington (Texas), ha protagonizado una dura travesía por el desierto.

Llevar su cuerpo al límite le ha obligado a pasar por quirófano 12 veces desde 2007 y no siempre con resultados satisfactorios ya que a finales del pasado año el norteamericano no era muy optimista. “Mi cuerpo ha recibido mucho daño y las últimas tres operaciones no han ido todo lo bien que esperaba por lo que no sé si seré capaz de andar sin asistencia, aunque voy a poner todo de mi parte”, explicaba en una entrevista.

Afortunadamente, parece que su recuperación va por buen camino a pesar de que en enero tuvo que pasar de nuevo por quirófano para someterse a una intervención en las cervicales. Y no será la última. "Nunca me había sentido tan bien como ahora. Aunque soy muy optimista y me gustaría que fuese mi última operación, el doctor me ha dicho que necesito una cirugía adicional de corrección de la columna vertebral. Simplemente disfruto de estar casi sin dolor. Y la simple idea de no volver a sentir dolor trae una gran sonrisa a mi cara”, aseguraba en pleno proceso de rehabilitación.

Vuelve a entrenar

Y recientemente recibía una gran noticia: podía volver al gimnasio. "Finalmente estoy entrenando 5 días a la semana y haciendo terapia 2 días. Estoy muy feliz por estar de vuelta en el gimnasio. No hay nada en el mundo que pueda compararse con hacer lo que más te gusta. Dios sabe que lo necesitaba como comer, dormir o beber agua”, asegura Coleman en una de sus últimas publicaciones en Instagram haciendo gala de unos poderosos bíceps.

Quien tuvo retuvo y la leyenda del culturismo promete dar todavía mucha guerra. Es probable que tenga que volver a pasar por el quirófano y que pase por momentos complicados pero cuando está en el gimnasio, recupera la sonrisa y recuerda al Coleman de sus mejores tiempos.

Además, es un ejemplo de determinación ya que ni la cantidad de operaciones a las que ha sido sometido, principalmente de columna y cadera, le hacen desistir. "Doce cirugías me tienen un poco mermado, pero no fuera de combate. Una vez se ha sido campeón, se es campeón para siempre. Se trata de mentalidad. Mi récord y mis estadísticas me bastarían para tirar la toalla y retirarme. Pero las estadísticas no tienen nada que ver con querer estar en forma y sentirme bien. Sé que no tengo nada que demostrar. Sigo entrenando porque todavía lo amo, así que probablemente lo haré hasta que me muera”, concluye.