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SALUD VISUAL

Ojo seco: la chufa podría aliviar los síntomas de esta patología ocular

Unos 30 gramos diarios podría ser suficiente para que la cantidad y calidad de la lágrima mejore de forma significativa lo que supondría un importante beneficio para quienes sufren esta enfermedad.

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La chufa, que aporta proteínas vegetales, vitaminas antioxidantes, ácidos grasos poliinsaturados y carotenoides, podría ser una gran aliada en el cuidado de la salud y especialmente eficiente para disminuir los síntomas asociados al ojo seco. Es la principal conclusión de un estudio elaborado conjuntamente por expertos de la Unidad de Investigación Oftalmológica ‘Santiago Grisolía’, FISABIO, Centro de Especialidades Monteolivete, Hospital de Manises y Centro de Estudios Oftalmológicos CEOVA.

Los investigadores, liderados Mª Dolores Pinazo y Vicente Zanón, tuvieron en cuenta una muestra 20 de mujeres con el síndrome de ojo seco, entre 45 y 70 años, que pasaban como mínimo 6 horas frente a pantallas de visualización de datos. Para comprobar las propiedades de la chufa y su efecto sobre la patología, la dieta de estas mujeres se suplementó diariamente con 30 gramos.

Tras un mes, el período estipulado de duración del estudio, los investigadores pudieron comprobar que tanto la cantidad como la calidad de la lágrima mejoraron de forma significativa, en comparación con los test clínicos realizados inicialmente, así como la gravedad y clasificación del síndrome de ojo seco.

Patología ocular más frecuente en España

El ojo seco es la patología ocular más frecuente entre la población española. Según los datos que maneja la Sociedad Española de Superficie Ocular y Córnea (SESOC) que el 11 por ciento de la población española, más de 5 millones, la sufre, aunque su prevalencia e incidencia pueden ser mayores de lo estimado debido a que también tiene un carácter asintomático.

Se trata de una enfermedad multifactorial de la superficie ocular que se caracteriza por una pérdida de la homeostasis de la película lagrimal, se acompaña de síntomas oculares y en cuya etiología intervienen la inestabilidad e hiperosmolaridad de la película lagrimal, la inflamación y daño de la superficie ocular y alteraciones neurosensoriales.

Así pues hablamos de una dolencia crónica de la superficie ocular que supone el motivo más frecuente de consulta en oftalmología y que de no tratarse adecuadamente puede producir heridas en la córnea, cicatrices e incluso ceguera, en los casos más severos.