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SALUD

Los gobiernos democráticos mejoran la salud de las personas adultas

Un estudio publicado en The Lancet destaca el papel que juega la democracia en la inversión en salud, en la reducción de muertes por varias enfermedades no transmisibles (ENT) y las lesiones por el transporte.

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Los regímenes democráticos suelen ser sinónimo de amplias libertades y derechos para el conjunto de la sociedad. Pero la capacidad de los habitantes de un país de elegir mediante elecciones a sus representantes les confiere además una serie de beneficios relacionados con la salud en los que no se había reparado con detenimiento. Hasta ahora.

Y es que un estudio global sobre el impacto de la democracia en la salud de adultos y la mortalidad por causa específica, utilizando un compendio de datos de carácter político, económico y sanitario de 170 países en los últimos 46 años (1970-2016), ha demostrado que gozar de buena tiene mucho que ver con la forma de gobierno.

Los resultados de la investigación, publicados en The Lancet, destacan el papel que juega el sistema democrático en aspectos como la inversión en salud, la reducción de muertes por varias enfermedades no transmisibles (ENT) y las lesiones por el transporte. Del mismo modo que las autocracias o dictaduras van en detrimento de los mismo indicadores.

"El sistema de gobierno y la salud de las personas son cada vez más inseparables. Sin la misma presión o validación de los votantes o las agencias de ayuda extranjera, los líderes autocráticos tienen menos incentivos que sus homólogos democráticos para financiar la prevención y el tratamiento más caro de las enfermedades cardíacas, los cánceres y otras enfermedades crónicas”, explica Thomas Bollyky, del Consejo de Relaciones Exteriores de EE. UU. y director de la investigación.

Indicadores

Y es que, entre otras cuestiones, los hallazgos sugieren que la esperanza de vida promedio de los adultos (después de controlar el VIH/sida) mejoró más rápidamente en los países que hicieron la transición a la democracia entre 1970 y 2015 en comparación con los que no hicieron la transición, aumentando en un promedio del 3% después de 10 años.

Además, a medida que aumentaban los niveles de democracia, los gobiernos gastaban más en salud, independientemente del bienestar económico de un país (producto interno bruto per cápita), incideiendo directamente en causas de mortalidad como enfermedades cardiovasculares, tuberculosis, lesiones del transporte y otras enfermedades no transmisibles.