“Es la carrera más dura del mundo y todos estamos expuestos a tener problemas”. Daniel Albero (Carcaixent, 1972), el primer piloto diabético de la historia en participar en el Dakar, era consciente antes de iniciar su periplo por tierras peruanas de la exigencia de una prueba como el Dakar, que no hace distinciones y que cada año causa estragos entre los participantes.

Por ello, su abandono antes de iniciar la cuarta etapa puede enmarcarse dentro los cauces de la normalidad puesto que ‘Azucarilla’, como ha sido bautizada su moto, “no llegó en buenas condiciones” al término de la tercera etapa y un inoportuno resfriado que arrastraba desde antes de iniciar la carrera y que le mermó físicamente, desaconsejaron su continuidad.

Meses de lucha y esfuerzo

Pero más allá de los avatares propios de la carrera, Daniel Albero cumplió su sueño y su misión: demostrar que un diabético “puede hacer lo que se proponga con mucho esfuerzo y dedicación”. Y es que el valenciano ha trabajado mucho para llegar hasta el Dakar puesto que además de los entrenamientos y competir en pruebas como la Baja Aragón o el Rally Merzouga, tuvo que luchar para recabar los apoyos necesarios y reunir los 70.000 euros solicitados para cumplimentar la inscripción.

Un esfuerzo titánico que sin embargo le ha reportado grandes satisfacciones por las muestras de cariño recibidas y por el mensaje de superación que ha podido trasmitir, sobre todo a los más pequeños.

“Hemos hecho historia. Los sueños se cumplen y he logrado, junto a mi equipo, el objetivo de convertirme en el primer diabético en participar en el Dakar. Ha sido, sin duda, la experiencia más bonita de mi vida”, asegura Daniel Albero que, a buen seguro, intentará volver a la carga el año que viene.