"Todos debemos estar preparados para enterrar a los padres. Por el contrario, la muerte de un hijo es como una herida abierta, tienes que aprender a convivir con ello y te acompaña el resto de tu vida”. Así de simple, así de cierto y así de duro. Gary Barlow (47 años) sabe muy bien de lo que habla porque tuvo que lidiar con esa horrible experiencia cuando su hija Poppy nació muerta en la víspera de la ceremonia de clausura de los JJOO de Londres en 2012 en la que precisamente el cantante actuaba.

Y tras el trágico suceso y ocuparse de su familia llegó una dura travesía en el desierto en la que el cantante se derrumbó y se vio inmerso en una profunda depresión y problemas de ansiedad, que se tradujeron también en trastornos alimenticios, algo recurrente desde que Take That se separó en 1996. Una época que relata con todo detalle en su autobiografía 'A Better Me’, publicada recientemente, y en la que Barlow habla sobre temas que los hombres pocas veces tratan y evitan.

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"Fue importante para mi hablar sobre algo malo que sucedió y cómo me hizo sentir. Puedes coger varias revistas y saber cómo las mujeres afrontan todo tipo de situaciones dramáticas pero, por alguna razón, los hombres no hablan de esas cosas, así que creo que fue importante para mí, como hombre, hablar sobre esa etapa de mi vida", explica Barlow de manera recurrente en las últimas entrevistas concedidas.

El poder de la mente

El integrante de Take That, que ha vuelto a reencontrarse con sus antiguos compañeros para ofrecer varias actuaciones, es muy consciente del poder de la mente y de la necesidad de cuidar la salud mental. “A lo largo de mi vida he atravesado por procesos complicados tanto a nivel personal como profesional y me he dado cuenta del papel tan importante que juega la salud mental en el bienestar de las personas y la necesidad de prestarle atención y cuidarla porque la mente lo controla todo y es tan importante o más para la salud que una buena alimentación o el entrenamiento físico”, concluye.