Desde hace décadas el debate sobre la utilidad de los medicamentos y su uso para paliar los efectos del Azlheimer lleva años sobre la mesa. La eficacia no siempre es la deseada y en muchas ocasiones los efectos secundarios son mucho más perjudiciales.

El Ministerio de Sanidad de Francia ha decidido desde hace casi tres meses dejar de financiar estos medicamentos para tratar la enfermedad de Alzheimer por su eficacia no tan alta como quisieran, y por los efectos adversos que reseñan en la revista Prescrire. La medida se ha hecho efectiva desde el día 1 de agosto. Esta resolución afecta a los medicamentos: donepezilo, galantamina, rivastigmina y memantina.

A mediados de los años ’90 empezaron a venderse los medicamentos contra el Alzheimer, aunque los efectos y la seguridad para los pacientes no se había contrastado tal y como debieran. Lo que muchas asociaciones quieren es tener un abordaje no tan farmacológico, que sea multidisciplinar, que haya apoyo psicológico, actividades estimulantes, tener ejercicios diarios…

Un pueblo para personas con Alzheimer

Esta línea de dejar de financiar los medicamentos parece que va en sintonía con lo realizado en la localidad de Dax, al sur de Francia, donde se está llevando a cabo la construcción de un pueblo diseñado para albergar cerca de 120 personas con Alzheimer con el objetivo de proporcionar una oportunidad de vivir una vida social más autónoma, alejada de los tradicionales hospitales, residencias y de la vida en la ciudad, que supone un riesgo para ellos al desorientarse con mucha facilidad.

La idea de este proyecto es que estos profesionales trabajen alejados de una atmósfera de hospital, de los tratamientos con medicamentos y de todo el personal sanitario. Se espera que a finales del próximo 2019 esté finalizado el proyecto, el primero de este estilo en Francia.

Este pueblo se inspira en un experimento similar en la localidad de Weeps, un pueblo cerca de Amsterdam. La diferencia entre ambos es que en la ciudad francesa habrá un estudio comparativo entre los pacientes de su pueblo y los que residen en instituciones tradicionales para medir, entre otras cosas, si los pacientes de este entorno necesitan la misma cantidad de medicamentos que en otros centros.