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Una píldora que nos pondrá en forma sin ir al gimnasio: ¿está en camino?

Científicos están estudiando los efectos de una pastilla que reproduzcca los efectos del ejercicio sin pisar una sala de fitness

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Una píldora que nos pondrá en forma sin ir al gimnasio: ¿está en camino?

La píldora del ejercicio ya está en fase de desarrollo. Se trata de conseguir los mismos efectos que tiene el deporte en el cuerpo pero sin entrenar, sin sudar, en definitiva, sin levantarse del sofá. La idea viene avalada por equipos de investigación de las universidades de Sidney (Australia) y Copenhague (Dinamarca), que examinaron el músculo esquelético de cuatro hombres sanos a los que se les practicó una biopsia muscular antes del ejercicio (10 minutos de bicicleta estática) y después. El análisis dio como resultado que el ejercicio producía más de 1.000 cambios moleculares en los músculos esqueléticos, resultando en sus conocidos beneficios. "¿Y si hiciéramos una pastilla que produjera esas alteraciones moleculares?", plantean los investigadores.

Cuesta creer que una pastilla pueda tener los mismos efectos que un entrenamiento deportivo, pero el profesor Andreu Palou, catedrático y director del Laboratorio de Biología Molecular, Nutrición y Biotecnología de la Universidad de las Islas Baleares y del programa nuevas estrategias y biomarcadores del Centro de investigación biomédica en red sobre fisiopatología de la obesidad y nutrición, nos explica que “el ejercicio produce una serie de efectos en diferentes tejidos y órganos; en particular en el músculo. Estos tejidos reaccionan produciendo unas moléculas o modificando otras existentes, que ejercen su acción, bien en el mismo tejido, bien en sitios del organismo más o menos distantes. En hipótesis, si llegamos a conocer la mayoría de las moléculas que se producen o se dejan de producir en cada tejido u órgano en respuesta a un determinado tipo de ejercicio, podemos pensar en intervenir administrándolos apropiadamente".

"El ejercicio es la terapia más potente para muchas enfermedades, diabetes tipo 2, problemas cardiovasculares y trastornos neurológicos", afirma el profesor David James, del grupo de investigación que emprendió el estudio. "Sin embargo, para muchas personas, no es viable. De ahí que buscar un fármaco que imite los beneficios del ejercicio sea algo más que un capricho".

“Durante mucho tiempo los científicos hemos sospechado que el ejercicio produce una complicada serie de intercambios en los músculos humanos, pero esta es la primera vez que hemos podido trazar exactamente lo que sucede”, dijo en un comunicado Nolan Hoffman, uno de los autores del estudio e investigador asociado en la Escuela de Biociencia Molecular de la Universidad de Sídney. "Este es un gran avance, ya que nos permite utilizar esta información para diseñar un fármaco que imite el verdadero intercambio beneficioso causado por el ejercicio", concluyó.

El profesor Palou cuenta que es solo una posibilidad teórica. "El sistema es tan complejo que se hace difícil pensar en un tratamiento farmacológico que desencadene una respuesta equilibrada como la que produce el ejercicio físico. Pero lo cierto es que ya conocemos algunas moléculas coordinadoras que actúan como centros de control influyendo sobre la producción de muchas señales”, matiza.

“De momento es mejor hablar de sustancias que pueden mimetizar algunos efectos del ejercicio", insiste Andreu Palou, quien parece no descartar la posibilidad del fármaco. "Es un tema que irá evolucionando, cada vez cubriendo un poco más algunos de los efectos beneficiosos del ejercicio físico. Ya existe un antidiabético (la metformina) que actúa, entre otros, en el músculo esquelético sobre una de las proteínas (AMPK)”, prosigue.

Hoffman, sin embargo, defiende el potencial de su criatura, y aunque admite que no será una píldora milagrosa ("por ejemplo, no liberará las endorfinas que se liberan en una carrera"), sí contribuirá, en su opinión, al fortalecimiento de los músculos o la bajada del colesterol. "No será un medicamento para los que tienen aversión al simple hecho de caminar. Tomar una dosis de ejercicio sería para todos aquellos que no pueden hacerlo, enfermos crónicos, con lesiones medulares o cualquier otra enfermedad que imposibilite llegar a una cinta de correr", aclara.

Y el profesor Andreu Palou añade: “A medio plazo deberemos conformarnos con poder encapsular algunos de los beneficios del ejercicio físico, que quizás puedan ayudar a las personas con limitaciones para su práctica. Cabe pensar también en aquellos que por su genética o por modificaciones adquiridas, no se benefician suficientemente de algunos de los efectos del ejercicio”. También sería beneficioso para los ancianos, mejorando su calidad de vida, ya que este grupo está condenado a los efectos secundarios asociados a la movilidad reducida. ¿Utopía o realidad? Solo nos queda esperar… sobre una bicicleta estática.