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Conflicto por la piscina de olas de San Sebastián

Un grupo de surfistas se opone a la construcción de un Wavegarden en Antondegi con un comunicado y la empresa vasca responde a las críticas con otro.

Recreación de la futura piscina de ola artificiales que se construirá en Myrtle Beach, South Carolina, Estados Unidos.
Wavegarden

A principios de año, el Pleno de Donostia apoyó la puesta en marcha de un proyecto de ola artificial en la zona de Antondegi. Se aprobó por mayoría y se rechazó -PNV, PP y PSE- la enmienda presentada por EH Bildu para descartar el proyecto por "motivos medioambientales". Pero no es la única oposición que le ha salido al proyecto: un grupo de surfistas guipuzcoanos y organizaciones como SEO-Birdlife, Greenpeace, Surfrider Foundation o Fridays For Future emitieron un comunicado con 15 argumentos para rechazarlo y anunciaron la recogida de firmas con este objetivo. Estas son sus razones:

1. Este proyecto no responde a una demanda de l@s surfistas. Ningún colectivo de surfistas ha pedido una instalación de este tipo al Ayuntamiento de San Sebastián y este no ha realizado consulta alguna entre la comunidad surfista. Consideramos que es un proyecto que no atiende al interés general, y desde luego no al nuestro como surfistas.

2. La empresa promotora afirma que sería una instalación "abierta al público parcialmente" y "un centro de tecnificación para surfistas y deportistas" (notas de prensa de febrero y marzo de 2021). Es decir, a la que solo podrían acceder competidores y surfistas que respondan a los criterios establecidos por la empresa propietaria.

3. La empresa interesada cuenta con una infraestructura ya existente en Aizarnazabal, para la que contó con permisos especiales, subvenciones públicas, etc. Teniendo en cuenta que está a tan solo 25 kms, no hay justificación alguna para construir otra instalación similar en San Sebastián, y menos teniendo en cuenta que supondría privatizar y urbanizar con fines lucrativos una zona verde pública, rica en mamíferos y aves, para una actividad no esencial y elitista.

4. Estas instalaciones promueven una artificialización de la práctica del surf. El surf es ante todo un vínculo con la naturaleza. Requiere atender a las condiciones meteorológicas, al viento y a las marejadas. El surf es también pisar la arena, remar en la mar, compartir espacio con otros seres vivos. Por eso l@s surfistas desarrollan sensibilidad medioambiental, conocimientos para moverse en el medio marino, incluso actitudes solidarias para rescatar a bañistas atrapados por la corriente. Hacer surf también exige esperar la ola adecuada, aprender a tener paciencia, y no obtener un producto al instante a golpe de tarjeta de crédito. La artificialización de las olas modifica la relación ecológica del surfista con la ola, y no solo desnaturaliza la práctica del surf, sino que también distorsiona sus valores y la cultura ligada al mismo.

5. La idea de que puede ayudar en la formación de surfistas competidores es más una suposición que una realidad. Tal y como asegura Francis Distingin, Director Técnico Nacional francés de Surf (1990-2007) y Presidente de la Federación Europea de Surf (2007-2009), todos l@s surfistas del World Tour tienen un nivel técnico similar; es la estrategia y el sentido del mar lo que suele marcar la diferencia, y eso no puede aprenderse en una piscina de agua dulce con olas calibradas. Pensar que un buen surfista en la piscina será un buen surfista en el océano es simplemente una quimera. Además, hay que tener en cuenta que solo el 2% de surfistas participan en algún campeonato, según del historiador e investigador surfero Matt Warshaw (History of Surfing, 2010).

6. Los campeonatos en olas artificiales han supuesto toda una decepción. Parecía prometedor ver a l@s mejores surfistas competir en una ola perfecta, pero ha resultado un total desengaño. Sin la magia natural del océano, y en una piscina con olas mecánicas totalmente previsibles, la competición resulta aburrida y carente de interés (no hay más que observar sus bajos datos de audiencia o los artículos sobre el tema: Why wave pools and competitive surfing don´t match, Surfer Today, mayo de 2018).

7. La infraestructura tendría consecuencias medioambientales muy negativas:

  • Destrucción de un entorno natural que forma parte del cinturón verde de Donostia y que supone el hábitat de mamíferos como zorros, tejones, ginetas, ardillas, y garduñas, y también un espacio de alimentación, descanso y nidificación para 109 especies de aves como el milano real, actualmente en peligro de extinción.
  • Degradación de una de las pocas zonas rurales de Donostia que se conservan en buen estado, y destrucción de suelo agrícola actualmente en uso.
  • Consumo significativo de energía eléctrica y agua en un contexto mundial de emergencia climática allí donde existe una alternativa natural

8. La entrada de estas instalaciones tiene un precio elevado. Mientras que el surf en el mar es gratuito, independientemente de lo que dure la sesión, en una instalación de olas artificiales resulta muy caro: el precio medio es de más de 60 euros por hora. The Wave, Bristol (Reino Unido): 60 libras, 67 euros. Urbnsurf, Melbourne (Australia): de 79 a 129 dólares, de 49 a 80 euros. BSR Cable Park, Waco (EEUU): 90 dólares por hora, 75 euros. Adventure Park Snowdonia (Reino Unido): 50 libras o 56 euros. Wadi Adventure (Emiratos Árabes): 66 dólares o 55 euros.

Esas tarifas convierten el surf de olas artificiales en una actividad elitista, en el sentido de que la gran mayoría de surfistas no podría acceder con frecuencia a las mismas.

9. Si en un futuro la instalación de olas artificiales se abriera al público general de forma permanente, aumentaría la masificación en las playas cercanas. Las instalaciones de olas artificiales atraen a decenas de miles de visitantes (el proyecto Wavelandes de Castets preveía 180.000 visitas al año, y Wavegarden aseguraba en su documentación oficial tener una capacidad máxima de 324.000 personas al año), lo que acrecentaría las aglomeraciones de gente en nuestras playas, carreteras, aparcamientos, etc. que ya de por sí presentan un alto grado de saturación en periodo estival.

Los políticos que manifiestan sin ningún tipo de documentación que las olas artificiales pueden ayudar a reducir la masificación de las playas se equivocan de pleno. Los modelos matemáticos de Dietrich Braess demuestran que la creación de nuevas carreteras o la ampliación de las existentes, lejos de reducir el tráfico, acaban acrecentándolo, porque producen un "efecto de succión" que atrae más vehículos. En la misma línea, Jonathan Safran Foer también ha demostrado que las piscifactorías, las cuales inicialmente se presentaron como una solución al agotamiento de las poblaciones de peces salvajes, lejos de reducir la demanda de los mismos, han aumentado también la demanda del pescado salvaje.

10. Una instalación de olas artificiales con toda su infraestructura de ocio (camping, hostelería, tienda...) genera un efecto de llamada y puede provocar un turismo de masas incompatible con el desarrollo sostenible, que tiene consecuencias incuestionables: impactos en la planificación territorial, problemas relacionados con los residuos y el saneamiento, afecciones en la vida diaria de los habitantes...

Negarlo supone correr el riesgo de erosionar gravemente el atractivo de San Sebastián, una bella y pequeña ciudad que vería mermada su calidad de vida. Buena parte de la costa mediterránea ha tenido una amarga experiencia con ese modelo de turismo y deberíamos tomar buena nota de ello.

11. Construir una instalación de olas artificiales al lado del mar es totalmente absurdo. Antondegi se encuentra a solo 4 km de una costa rica en marejadas y lugares idóneos para la práctica del surf. La costa cantábrica tiene la suerte de recibir los mejores oleajes de Europa durante todo el año, y la geografía local permite la formación de olas adaptadas a todos los niveles.

12. Las instalaciones de olas artificiales suponen todo un retroceso en la transición energética. En pleno siglo XXI, deberíamos estar ya investigando seriamente cómo sacar mayor provecho a las olas naturales, y no proponiendo olas artificiales que requieren un gasto ingente de recursos acuíferos y de energía eléctrica allí donde hay olas naturales en abundancia.

13. Estas infraestructuras son totalmente contrarias a las directrices de la Unión Europea en cuanto a lucha contra el cambio climático y protección de la biodiversidad. Así mismo, son contrarias a los Objetivos de Desarrollo Sostenible de la UNESCO y del cumplimiento de la Agenda 2030.

El surf es considerado un recurso de interés en el marco del Crecimiento Azul que promueve la Unión Europea, –estrategia de apoyo al crecimiento sostenible en zonas costeras y litorales–, pero siempre que sea bien gestionado, ordenado y dimensionado, atendiendo a capacidades de acogida, ratios de uso, etc. Y este proyecto va totalmente en la dirección opuesta.

14. A l@s surfistas que defendemos los razonamientos aquí expuestos nos duele de manera especial que un proyecto de estas características, insostenible y nocivo para nuestro entorno, se proponga en nombre del surf, sin contar con la comunidad surfista y siendo contrario a los valores esenciales de nuestra cultura.

15. Estamos a tiempo de paralizar este proyecto. La comunidad surfista de Iparralde ha conseguido (diciembre de 2020) paralizar un proyecto similar, de la misma empresa, previsto para San Juan de Luz (a 33 kms de San Sebastián). No nos cabe la menor duda de que también aquí serán muchas las voces que, junto a las nuestras, manisfestarán su disconformidad con este proyecto y que la ciudadanía estará abierta a escuchar estos sensatos y sólidos argumentos.

La respuesta de Wavegarden

La empresa promotora del proyecto responde con otro comunicado:

Durante años, casi a diario, hemos recibido peticiones de guipuzcoanos para surfear en Wavegarden. En la actual ubicación, Aizarnazabal, no podemos abrir las puertas al público, principalmente, por las limitaciones de acceso propias de la ubicación y porque la instalación no está preparada para ello. En cambio, el nuevo proyecto sí que permitiría que por fin abramos la puerta a la sociedad guipuzcoana. No vamos a negar que como una escuela de surf más, Wavegarden, podría provocar que más guipuzcoanos se interesaran por este deporte, algo que consideramos positivo. Y si el argumento es que "ya hay olas en el mar", es que no conocemos la realidad de la masificación de playa de la Zurriola, que supone una barrera para todo aquel que quiere iniciarse en el surf o sencillamente practicarlo. Hoy en día está aceptado que haya rocódromos habiendo montañas y piscinas existiendo el mar, por qué negar una instalación equivalente a los surfistas.

1. No será un proyecto elitista, tendrá un precio asequible y estará abierto al público: nos hemos comprometido a tener un precio análogo al de otras instalaciones deportivas en Gipuzkoa, costará aproximadamente entre 20€ y 40€, dependiendo de si se es un abonado o una visita esporádica. Cualquier persona, con o sin experiencia previa, podrá venir a surfear porque la instalación estará abierta gran parte de la semana en un horario similar al del resto de instalaciones. Además, se ofrecerán programas educativos para niños y se trabajará en temas de salud e integración.

2. El uso de las instalaciones será principalmente local. Si tenemos en cuenta los datos del resto de nuestras instalaciones abiertas, el porcentaje de visitantes no residentes no superará el 20%. Por este motivo, este tipo de instalaciones se orientan al uso local, como la mayoría de centros deportivos de una ciudad. El proyecto de Donostia tendrá un tamaño reducido para minimizar el impacto del entorno, habrá espacio para 15 surfistas / hora, de los cuales, aproximadamente, 3 serían visitantes de fuera de la provincia (un 20%). Por lo tanto, teniendo en cuenta que el visitante no local tiende a hacer entre 2 y 3 sesiones al día, nos da como resultado que sería poco más de 1 surfista no residente a la hora o 10 al día.

3. Gipuzkoa no tendría dos Wavegarden, en el caso de que nuestro proyecto fuese adjudicado tras el concurso municipal: desmantelaríamos la sede de Aizarnazabal y elterreno ocupado volverá a su estado natural, llevaríamos toda la maquinaria y nuestrasoficinas al nuevo terreno de San Sebastián.

4. Por normativa, se deberá someter el proyecto a un riguroso estudio independiente de impacto medioambiental y deberá ser aprobado por el órgano ambiental correspondiente. Si el estudio resultara ser desfavorable, nosotros seríamos los primerosque decidiríamos desestimar el proyecto, como ya se ha hecho en otras ocasiones. De todasformas, no sería la primera vez que hacemos un proyecto de este tipo, nuestra instalaciónde Bristol es un caso de éxito porque fue construida en un cinturón verde.

5. Con la modificación del Plan General que el Ayuntamiento pretende aprobar, el terreno dejaría de ser urbanizable. El ayuntamiento convertiría en zona verde un terrenoque hasta ahora está destinado a uso residencial, reservando 6 de las 97 hectáreas deAntondegi para una instalación de olas artificiales, lo cual supone solo un 6% del total de lasuperficie sujeta a aprobación.

6. En cuanto al consumo de energía: se consume solamente 1 kWh por una ola de 1,95m. Por este motivo se alimentará la instalación con células fotovoltaicas (energía solar). La potencia necesaria para generar aprox. 350 olas de tamaño medio (1,50 m. de altura) es inferior a la que necesitaría una embarcación fueraborda (de 300 cv.) de 8-10 m. de eslora al planear o la que una moto de agua (300 cv.) requiere en una sesión de olas grandes en el mar.

7. No habrá consumo de agua ya que nuestra recolección del agua de lluvia compensará las pérdidas por evaporación.

8. También será el test center de nuestras tecnologías y por ello tendrá que estar cerrada al público durante unas semanas al año. Servirá para desarrollar la I+D de la compañía y mejorar nuestros productos. La fuente de financiación será totalmente privada, la inversión la hará Wavegarden, y el precio de la entrada será popular, porque el objetivo de la instalación no será la rentabilidad si no el desarrollo de la I+D de la compañía. Desde siempre hemos ofrecido nuestro apoyo a las empresas del clúster del surf donostiarra que necesiten realizar ensayos en nuestra instalación.

9. Y un centro de tecnificación para surfistas: respecto a la afirmación que se ha hecho de que es una "suposición más que una realidad" que un Wavegarden contribuiría a mejorar la técnica de un surfista, lo podemos demostrar. Se pueden ver los testimonios de surfistas en nuestras RR.SS., para entender mejor lo que Wavegarden aporta a todo tipo de surfistas, desde el aficionado hasta el olímpico. Asimismo, nosotros llevamos testándolo, en carne propia y ajena, durante 7 años. La conclusión es definitiva: para los surfistas que han probado nuestra ola, esta es una herramienta inmejorable de entrenamiento para muchos aspectos concretos del surf, aunque, obviamente, no sustituye al mar, pero sí es útil para todos los niveles de surf.

10. Sobre la masificación de nuestras playas. Es una realidad que no hay olas para todos los guipuzcoanos, sin contar los turistas, y lo es también que un Wavegarden no va a descongestionar las playas. Con todo, es importante recalcar que sería una instalación deportiva, no una atracción turística.

11. Respecto a las subvenciones públicas. Por supuesto que Wavegarden recibe subvenciones como la mayoría de las empresas guipuzcoanas que invierten en I+D, todas debidamente justificadas. Muchas de las financiaciones recibidas son a devolver y la compañía así lo está haciendo de manera rigurosa.

El conflicto está servido...