El lado más humano de surfear olas grandes, de la mano de Valentín Hurtado 'Pana'
La vitalidad y espontaneidad con la que el surfista cántabro cuenta su vida entorno al surf hace que el que lo escucha (o lea) pueda sentirse casi parte de esas historias.
Estamos tan acostumbrados a ver imágenes de surfistas que cabalgan olas grandes, algunas incluso de más de 20 metros, que nos olvidamos que detrás de esos logros hay muchas horas de surf y preparación con lesiones y caídas, mucho entrenamiento y por supuesto una buena dosis de miedo y aventuras sobre la tabla.
Alguien que se juega la vida surfeando olas grandes o subido a una moto para la seguridad de otros surfers tiene que tener muy claro el riesgo al que se expone, mucho respeto por el mar y mucho amor por la vida. Valentín Hurtado, o 'Pana' como todo el mundo lo conoce, es unos de esos riders que persigue tormentas y mareas en busca de grandes olas.
¿Cómo empezó el interés de 'Pana' por este tipo de surf?
La fecha no la recuerdo bien, fue hace una 'pila' de años. Empezábamos a entrar en Santa Marina cuando considerábamos que las olas eran grandes -olas de 2 o 3 metros- y siempre los días de “gallego”, cuando la gente no se metía, para no molestar a los que tenían más nivel.
Recuerdo un día estar con Nagai, Ale “el rastas”, Trelles, Juan, Simón... logré coger una buena ola (después de muchas comidas) y salí del agua emocionado, pensando que eso era lo que quería hacer, que era lo que me gustaba y que quería vivir esa sensación de nuevo. Y fíjate, eran olas de 2 metros y medio como mucho. En ese momento, no me podía imaginar que llegaría a coger olas como las actuales. A raíz de eso me compré mi primer pincho y empezamos a buscar olas de más tamaño.
¿Y cuándo llegó la moto?
La historia con la moto viene de un día en la Fortaleza, con una corriente infernal que hacía imposible llegar al pico. Por mi lado pasó una moto. Casualidades de la vida era Daniel Pablos, mi compañero actual de tow-in, aunque en ese momento ni nos conocíamos ni sabíamos tan siquiera que el otro existía. El caso es que lo ví y pensé: "Fíjate, qué cabrón, está remontando a la gente y llevándola al pico". Ahí pensé que quería una moto de agua, todavía no sabía muy bien para qué, pero la quería. Desde ese día hasta que compré una pasaron 5 años.
¿Para surfear este tipo de olas es más importante la preparación física o la mental?
Ambas. Se necesita una preparación específica, aunque no soy el más indicado para hablar sobre eso, porque yo no la practico mucho, lo mío es más inconsciente. Pero sin duda tienes que saber estar en el agua, tener la mente clara y estar tranquilo, porque aunque estés muy bien físicamente, si no estás mentalmente preparado, no vas a poder surfear. En mi opinión también es importante tener miedo, en este deporte se tiene miedo y es bueno tenerlo.
¿Qué diferencias hay con el surf 'clásico'?
El surf clásico y el surf de olas grandes son dos cosas distintas. Un surfista que compite en el circuito profesional no tiene por qué ser bueno cogiendo olas grandes y al revés. No tienes que ser de los mejores, tienes que tener una buena resistencia física, un buen entrenamiento, mucha energía y mentalmente estar muy preparado para asumir el reto. Lo que quiero decir es que no tienes que ser un Kelly Slater para surfear olas grandes, porque este tipo de surf consiste principalmente en bajar la ola, aquí no hay giros ni combinaciones de maniobras.
Lo primero que te diría es que en este deporte la moto de agua es fundamental. Cuando vas a un baño a remo y estás con tus amigos siempre hay una moto de seguridad para asistir a la gente. La presencia de la moto es fundamental, te da tranquilidad porque el piloto es la persona que te puede salvar la vida. Además la figura de la moto te permite arriesgar. Si hay una moto cerca le das con todo a olas que quizá no remarías en otras circunstancias. Puede salirte bien o mal, pero sabes que hay una moto para ayudarte.
En la modalidad de tow-in la relación es distinta, es una modalidad que se hace en pareja y la confianza entre los dos surfers es plena. En mi caso, yo confío absolutamente en mi pareja, Dani Pablos. Él es mi partner, mi compañero, mi equipo, mi vida, mi ojo, mi visión. Me dice las olas que vienen y es quien me pone en el sitio para cogerlas. Es la persona que me va a rescatar y en ese sentido estoy muy tranquilo, sé que ante cualquier problema, él va a estar ahí. Ahora mismo, mi vida se la confiaría a él y a Axi Munain, no me dejaría tirar por nadie más en tow-in.
Qué relación más fuerte y bonita, ¿no?
Es súper importante estar compenetrado con tu compañero. Daniel Pablos es mi equipo en tow-in, somos piloto y surfer y nos intercambiamos. Cuando te toca surfear, tú no sabes lo que está pasando a tu alrededor, pero sabes en qué está pensando tu pareja y dónde va a estar en cada momento. Hay un tiempo de reacción ante una emergencia y si tu pareja no llega, sabes que ha pasado algo. La confianza en el otro es extrema. Se me ponen los pelos de punta al contártelo. La confianza en la pareja es mútua, al 100%. Ser piloto conlleva una responsabilidad muy grande, no puedes ni fallar ni dudar. Si estás con una moto y están amigos o gente en el agua, las vidas de ellos dependen de ti, así que tienes que tener bien claro lo que vas a hacer.
Con Daniel Pablos, ¿cómo llegáis a ser pareja en tow-in?
Pues Dani y yo nos conocimos ofreciéndonos hostias, jajaja. A Dani lo recuerdo de hace muchísimos años, era el que tenía el todoterreno (un cherokee que lo llevaba hasta el pico), el que se metía con la moto de agua en baños infernales. A mí, claro, me llamaba la atención y quería ser como él. Yo quería ser Daniel Pablos.
Cuando me rompí la rodilla por primera vez surfeando en Santa Marina, coincidió que él estaba al lado y me ayudó, a partir de ahí todo empezó a fluir. Hoy por hoy, Dani es parte de mí, compartimos un montón de momentos dentro y fuera del surf. De todo lo que sé en el mundo del surfing, el 80% es gracias a él. La gente dice que somos DP (Daniel Pablos o Dani Pana). Tenemos un vínculo muy especial, somos tal para cual.
Yo me considero más piloto que surfer, creo que hay otras personas con más nivel que yo surfeando.
Surfeando he tenido varios accidentes, me he roto la rodilla y el tímpano. Grave tuve uno hace un par de meses. Fue en un baño de olas grandes al ir a rescatar a un amigo, huno una 'cazada' de una ola y perdí la moto. Me puse a buscarlo entre las rocas y me vino una ola grande y me llevó, poniendo en riesgo mi vida. Aunque en esos momentos piensas en la vida del otro antes que en la tuya, lo cierto es que me rompí el menisco por tres sitios y ahora me tengo que volver a operar de la rodilla. Lo tengo asumido, son cosas que pasan, pero también tengo claro que volvería a arriesgar la moto por salvar la vida de un compañero.
Y realmente grave, hace tres años tuve un accidente serio, también en un baño de olas grandes, de 4/5 metros. Estábamos remando y había gente que no tenía la experiencia para estar en ese baño. Llegué al pico, vi movimiento raro, gente extraña. Dejé pasar 5 olas, pasó mi amigo Nagai, luego mi amigo Michel y así hasta la quinta, me fui a por ella, remé y cuando iba a ponerme de pie lo siguiente que recuerdo es que una tabla impactó en mi cabeza.
Imagínate una tabla de esas, un 10 pies, de 3/4 metros de longitud, con unos grosores descomunales, que te puede matar perfectamente. No sé, el tipo soltó la tabla sin preocuparse, en las fotos parece que yo lo vi y me debí de asustar y lo siguiente fue el impacto. Las consecuencias fueron 14 grapas en la cabeza, 4 vértebras tocadas, se me dormían los brazos y los pies, una rehabilitación de hombro de un año y pico y sufrir el efecto de los cambios de presión en las extremidades. Pero bueno, gracias a Luis y Health&Sport salí adelante y tuve la suerte de no tener que operarme.
En accidentes como ese te das cuenta de lo importante que es rodearte de gente que sabe lo que hace, no puedes ser un imprudente o un inconsciente y meterte donde no sabes. En los dos accidentes que te comento he podido comprobar la gran familia que somos los que surfeamos olas grandes y el compañerismo que existe. Cuando la tabla impactó en mi cabeza fueron mis amigos Nagai, Juan, Paquito y Michel Velasco los que me sacaron del agua y luego Simón, Julito y Jesús Villegas me llevaron al hospital. Eso me demuestra los grandes amigos que tengo.
Antes hablaste de una sensación que te atrapó al surfear olas grandes. ¿Qué sientes exactamente?
No sabría decirte. Primero siento miedo, porque no sé lo que me voy encontrar. Antes de que llegue el día siento euforia, pero también siento miedo y creo que es fundamental sentirlo, al mar hay que tenerle miedo y respeto porque nunca sabes con qué puede venir. Luego, cuando estoy remando voy concentrado y no pienso en nada. Y en tow-in, antes de coger la ola siento ganas y emoción y al mismo tiempo la duda de lo que me voy a encontrar. Una vez en la ola me dejo llevar, la surfeo y cuando la he acabado siento de todo: doy gritos, es una euforia brutal, tengo ganas de darle un abrazo a mi compañero por haberme puesto en esa ola. No se puede describir, es un subidón de adrenalina mega brutal. Ese momento en el que estás bajando la ola pasas del miedo a la relajación muy rápidamente, estáis tú y la ola solos y como mucho, a veces, oyes los gritos de la gente.
¿Cuál es la mayor ola que has surfeado? ¿Qué recuerdo tienes de ella?
La mayor ola que he cogido andaba alrededor de los 8 metros, fue a finales de abril/principios de mayo, justo antes de irme a un viaje a Maldivas. Fue a tow-in, con Dani. Recuerdo que salimos a investigar unas olas, en concreto la izquierda de Cabo Quintres, era el turno de Dani y no estaba muy clara, así que volvimos. Me tocaba y vimos que la derecha de Quintres venía bien, así que nos pusimos a darle, cogí 4 o 5 olas y ya estaba anocheciendo, estábamos por irnos, pero Dani me fijo que una más (había visto que venía una buena ola y la tenía clara y como te dije, Dani es mis ojos).
El caso es que la moto empieza a arrastrarme y veo que viene una serie de olas grandes. Yo ya intuía que venía un buen “petardo”. Dani me marcó un dos, que significa que atacamos a la segunda no a la primera, y lo siguiente que recuerdo es que estoy bajando una montaña, fue como cuando haces snowboard. Cuando me acabé la ola, Dani ya estaba allí con la moto preparada para sacarme y vi su cara de felicidad por lo que acabábamos de hacer. Recuerdo más la cara de Dani que la ola.
¿Algún recuerdo inolvidable con la moto?
Casi cualquier momento que he pasado con Dani. Cuando lo meto en una ola grande y pilla un tubazo y lo rescato y veo su cara de satisfacción y felicidad, esos recuerdos son inolvidables. Pero más concretos, te podría contar el día que me coroné como piloto y la gente me llamó para felicitarme. En esa época tenía como pareja a Miguel Welsh, fue en Santa Marina, yo casi salí volando, pero coloqué a Welsh en la ola y es la ola más grande surfeada en la Isla hasta el momento.
También el día del campeonato de La Vaca Gigante en 2019. El mar estaba gigante y yo estaba con el cámara, sin hacer rescates. Todos mis amigos y riders que estaban en el campeonato me pedían que hiciese yo los rescates porque los pilotos que había no les daban seguridad. En ese momento, ves lo mal que lo están pasando tus amigos en el agua y es duro, los ves solos ante las olas y sabes que su vida está en peligro. Cuando mis amigos me pidieron que fuese yo el que hiciese los rescates, que fuese su ángel, me emocioné y ahora, al recordarlo, me vuelvo a emocionar...
Sinceramente, soy un afortunado de tener unos amigos como Ale, Luis Miranda, Miguel Wels, Dani Pablos, Michel Velasco, Guille, Coco, Óscar Gómez o Juan Terán. Daría la vida por todos ellos. La verdad, somos una gran familia los de las olas grandes en Cantabria.
¿Es normal que la afición por las olas grandes esté creciendo en nuestro país?
Yo recuerdo de pequeño ir con mis padres en el coche, cuando había tormenta y el mar estaba bravo, a los acantilados o a algún sitio donde pudieses ver la tormenta y el mar con las olas estallando. Creo que eso lo hacía yo y mucha gente y todavía se sigue haciendo. Además, hoy te llegan esas imágenes a través de la televisión o por las redes sociales. Son imágenes que despiertan interés e impactan por sí solas, imagínate ver a una persona que arriesga su vida y domina esas condiciones del mar subida a una tabla. Creo que existe una afición por las olas grandes más allá del mundo del surf, es algo sorprendente y genera mucha expectación, y está sucediendo a nivel mundial, no solo en España.
¿Algunas ola y surfistas de referencia?
Aquí, en el Norte, hay buenos spots donde disfrutar olas de este tipo: en el País Vasco la ola de Belharra; La Vaca en Cantabria; en Galicia está la Pampillosa y mi amigo Axi está descubriendo unos lugares increíbles; en Asturias también hay buenos spots; Francia y Portugal, que están cerca, tiene muy buenos lugares...
En cuanto a riders en tow-in, por ejemplo, tenemos a Axi Munain o Eric Rebeire que son referentes, hacen cosas increíbles y ayudan a visibilizar este deporte. Y hay otros grandes riders en esta modalidad como Mikel, Ibon, Pablo García, Daniel Pablos, Óscar, Jacobo, Popis o Juanito. Pero para mi el puto jefe es Axi, es el mejor.
¿Y cómo está el tema de los patrocinadores?
El tema de patrocinadores en el mundo de surfing es súper complicado, creo que las marcas están en decadencia y les cuesta mucho apoyar nuevas promesas o a gente como yo, pero tengo la suerte de contar desde hace muchos años con el apoyo de Pedro, mi amigo de Obsession Surf. Gracias a él conseguí el apoyo de marcas como Pukas y ahora Deeply (de trajes) me está apoyando al 100% y estoy muy contento. Twentynineart me ayuda con cremas y vaselinas para hacer surf y con las motos cuento con el apoyo de SLRescue. Y por supuesto está la escuela de surf Dani Pablos y mi panadería, Panadería Hurtado, sin ese trabajo no podría dedicarme a esto.
Regento una panadería junto con mi hermano. Somos la quinta generación de panaderos. De hecho, todo el mundo me llama Pana por eso. Trabajar en una panadería es muy sacrificado, tienes que levantarte muy pronto todos los días, mi jornada empieza a las 5/6 de la mañana y al ser el jefe tienes más responsabilidad, pero lo bueno es que tengo las tardes libres para surfear y puedo cogerme día libres cuando me apetece e irme a Laredo o a Francia, por ejemplo.
A veces, me arrepiento de no haber tomado la decisión de irme, pero lo cierto es que gracias a la panadería tengo este nivel de vida y puedo surfear todos los días, así que podría decirte que yo estoy siempre con el pan y la tabla debajo del brazo.