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VUELTA A ESPAÑA | LA RUTA DE LA VUELTA

“Juegan con nuestras vidas, no somos juguetes”

Los vínculos de Hertogenbosch con el ciclismo incluyen la salida del Tour de 1996, en aquella edición en la que Indurain aspiraba a la sexta victoria que nunca fue.

Miguel Indurain, durante una contrarreloj del Tour de 1995.

La etapa de este sábado parte de la localidad de Hertogenbosch, cuyo nombre correcto en castellano es Bolduque. Se trata de la capital de la provincia del Brabante Septentrional. Su ciudadano más ilustre fue el pintor del Siglo XV de la escuela flamenca Hieronymus Bosch, conocido en España como El Bosco. Y entre sus deportistas más laureados se encuentra una ciclista, Marianne Vos, que acumula en su palmarés 13 títulos mundiales (ocho en ciclocross, tres en ruta y dos en pista) y dos oros olímpicos. Los vínculos con el ciclismo de esta población son amplios e incluyen la salida del Tour de Francia de 1996, en aquella edición en la que Miguel Indurain aspiraba a la sexta victoria que nunca fue.

Bolduque acogió dos jornadas íntegras. La primera fue un prólogo de 9,4 kilómetros, donde Alex Zülle, del equipo ONCE, por fin pudo lograr la victoria en esta especialidad, después de dos segundos puestos en San Sebastián 1992 y en Puy de Fou 1993. El suizo aventajó en dos segundos a Chris Boardman, uno de los grandes especialistas de la época, y en tres a Eugeni Berzin, campeón del Giro de Italia 1994. Al día siguiente, la UCI prohibió su bicicleta. Indurain decidió no apurar y se clasificó séptimo, a 12″. “Cuando inspeccioné el circuito con lluvia, comprendí que no debía tomar riesgos. En las rectas apreté un poco más, pero en las curvas me dediqué a conservar el físico”, explicó el navarro al término de la contrarreloj.

El peligro se multiplicó al siguiente día, en una etapa de 209 kilómetros que salvó más de un centenar de rotondas e islotes. El pelotón estudió un plante en la salida, pero no hubo consenso. “Al principio estuvimos discutiendo si íbamos a disputar la etapa o si la haríamos sólo pensando en no caernos, pero los holandeses y otros equipos con intereses en el esprint se negaron a ir despacio”, explicó Indurain en la meta, mientras Frederic Moncassin celebraba su triunfo en la volata. Los acontecimientos le dieron la razón, porque las caídas se sucedieron. “No somos juguetes”, se quejó Leblanc, uno de los afectados. “Juegan con nuestras vidas”, se lamentó Brochard, otro accidentado. También se cayeron Marie, Abdujaparov, Cubino… A Jalabert le tiró un perro. Y Buenahora tuvo que retirarse con un dedo fracturado.