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Prometedor salto del ciclismo femenino

Desde la soleada playa de Torrevieja hasta la brumosa cima de los Lagos de Covadonga, la Vuelta a España femenina ha trazado en esta primera semana de mayo una diagonal sureste-noroeste que ha venido a ser algo así como la puesta de largo del ciclismo femenino entre nosotros. Lo que empezó como un critérium en la Castellana, prólogo a la última etapa de la Vuelta masculina, se transformó luego en un fin de semana y ya es una semana completa, al modo del Tour y del Giro, con un buen recorrido, considerable expectación y un desenlace emocionante en las dos etapas cantábricas, que provocaron lucha, polémica y vuelco en el liderato.

Ayer vivimos un gran final en los Lagos de Covadonga, emblema de nuestro ciclismo, que estrenaba el nombre de Estela Domínguez, nuestra gran promesa fallecida en febrero en un accidente de carretera, un tributo más de este deporte en el que entrenarse es jugarse el tipo. Las corredoras honraron su recuerdo con una etapa preciosa en la que Vollering atacó con furia el liderato de Van Vleuten, que pudo salvar su maillot rojo por sólo 9 segundos. Entre ellas, la menuda Realini ha sido perfecta tercera en discordia, compañera la víspera en Laredo de Van Vleuten y ayer de Vollering en los Lagos, en sendas emboscadas de signo opuesto.

Pero esto no es todavía un final, es sólo un principio. En España tenemos ya nueve equipos, pero sólo uno es profesional, el Movistar, cuya aparición en este campo ha dado un empujón crucial, aunque no suficiente. Hace falta más estructura profesional. Muchas de nuestras corredoras han corrido con una semana de permiso en sus trabajos. Entre las buenas y las que no lo son tanto hay diferencias enormes. El número de licencias es de 4.000, frente a las 70.000 en el campo masculino. Queda mucho por hacer, pero esta nueva Vuelta a España ofrece un escaparate que no existía para las marcas comerciales y un estímulo para las chicas que aman este deporte.