Por un trozo de mármol
Un equipo de AS completa la exigente Titan Desert Almería, “un recuerdo que quedará para siempre”. Herrero y Kortekaas fueron los vencedores.
Según el diccionario de la RAE, un titán es “una persona de excepcional fuerza, que descuella en algún aspecto”. Y en eso (salvando las distancias) acabó convirtiéndose el debutante equipo de AS, formado por Marco González y Jesús Mínguez, después de acabar la Škoda Titan Desert Almería tras cuatro etapas, casi 400 km de recorrido y más de 6.000 metros de desnivel. En total, 27,5 horas sobre la bici. Un reto que comenzó en el mes de enero (con Hugo Palomar como tercer biker, pero que no pudo correr por lesión) cuando la Titan, de la que AS es medio oficial, nos lanzó el reto.
Vaya por delante que ganaron Fran Herrero y Tessa Kortekaas (ambos del Cannondale Vas Arabay) con un tiempo total de 13h:40:58 y 15h:40:10, respectivamente. Que Luis León Sánchez, cuatro veces ganador en el Tour, terminó tercero y que una buena parte de los 405 ciclistas que se pusieron en marcha iban a competir no contra los cracks, sino contra ellos mismos. Nosotros invertimos 27h:30:12. Pero también ganamos. Porque 61 no lograron acabar. Y ese, modestamente, era el objetivo.
“Almería es la puerta del universo Titan”, nos contaron. Aunque muchos de los que han pasado por Marruecos definen el recorrido andaluz como “más duro”. La Titan es un veneno para algunos, como los siete Legends Platino que han recorrido más de 10.000 km por el Sáhara, Marruecos, Cuba o Arabia Saudí. De entrada, en la primera etapa que rodó por la costa del Cabo de Gata, pasamos del amor (espectacular inicio) al odio por los insufribles tramos de ramblas (cauces secos llenos de arena) que te impedían avanzar a 37º. Ahí apareció la frase: “Si seguimos así, mañana no salimos”. Pero llegamos y lo hicimos.
En la segunda, con subidón a la Loma del Perro, un puertaco de 13 km con tramos de tierra de hasta el 18%, y zonas de sendero en bajada que no imaginas cómo pueden pasarlos montados a tanta velocidad los ‘pro’, la cosa mejoró. Y por el desierto de Tabernas nos recreamos pensando en Clint Eastwodd y las pelis del Spaguetti Western. La tercera, la reina, se pasó aún mejor. Con subida al Velefique, puerto de La Vuelta pero que tienes que superar por 15 km de caminos (y luego tocan 20 km de descenso salvaje entre lajas de pizarra), para un total de 97 km y más de 2.000 metros de desnivel. El remate fue pasar, en la cuarta, por la base de La Legión en Viator. Cómo no, ellos también tuvieron equipo. Y de su espíritu tuvimos que impregarnos, porque dos problemas mecánicos en el primer kilómetro nos relegaron a la última plaza y tocó remar y remar. Hasta llegar a meta. Con una rueda otra vez pinchada.
Cuatro días en los que ves tirando de tu grupo a Óscar Pujol (ganador en 2021), aprendes a beber del camelbak (mochila de hidratación) sin atragantarte como un perrete, a no cebarte, a superar el miedo que te agarrota en los descensos, a navegar con el track de tu GPS (el recorrido no está marcado y muchas veces te ves solo aunque intentáramos ir unidos), a superar las batallas que te presentan tu mente y tu cuerpo, a convivir con corredores de 25 países, con Legends como Antonio que con 70 años te da un máster gratis todos los días, con Léster Fernández que tiene una discapacidad del más del 80% y casi no puede caminar pero sí va como un tiro en bici... ¿Y qué ganas con eso? Un trozo de mármol de Macael que te acredita como Titán. El recuerdo que, imborrable como la inscripción en la piedra, te quedará para siempre.
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