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CICLISMO

Sorpresas monumentales: ciclistas que rompieron los pronósticos

Triunfos que evitaron récords de leyendas, corredores que estrenaron su palmarés el día más importante... Así han sido las grandes sorpresas en los monumentos del siglo XXI.

El último campeón del Tour de Flandes es, posiblemente, uno de los campeones más sorprendentes de la historia de la prueba. Alberto Bettiol llegó a la salida del Tour de Flandes 2019 sin ninguna victoria como profesional.
DAVID STOCKMANAFP

El Tour de Flandes que se celebra este domingo es a menudo calificado como el monumento más abierto. Sus características hacen que haya muchos corredores de diferentes perfiles que se vean capaces de dar la sorpresa, más allá del abanico de favoritos. Aunque el panorama actual, con grandes especialistas que llegan en su pico de forma y corredores totales que ya no se conforman sólo con las carreras de tres semanas, hace difícil pensar en grandes sorpresas en una de las cinco grandes clásicas ciclistas. Sin embargo, muchos outsiders sueñan con dar la campanada a pesar de que su nombre no figure ni en las listas más arriesgadas de posibles aspirantes. Y en lo que llevamos de siglo, hay varios ejemplos de vencedores que tocaron la gloria sin contar en las apuestas.

Bettiol estrena su palmarés en Flandes 2019

“Cuando ataqué, estaba convencido de que me iban a atrapar. Sólo con el paso del tiempo pude comprender que aquel día yo era el más fuerte”, rememora Alberto Bettiol de su victoria en el Tour de Flandes 2019. Aquel año, su cuarta plaza en la E3 Harelbeke no pareció suficiente para que las casas de apuestas le incluyeran entre los 20 máximos aspirantes de aquella edición. Pero un ataque a 18 km de la meta, entre el gentío que se arremolinaba en el Kwaremont, fue definitivo. “Los kilómetros más largos de mi vida”, declaró luego. Ni el empeño de especialistas como Van Avermaet o Naesen, que intentaron cerrar el hueco, evitó el único triunfo italiano en Flandes en los últimos 15 años.

Jungels, la cuarta opción gana en Lieja 2018

La victoria de Jungels en 2018 rompió los pronósticos a pesar de que el luxemburgués no era ningún desconocido. En aquella edición de la Lieja-Bastoña-Lieja, todos los focos apuntaban a un Alejandro Valverde que aspiraba a su quinta victoria, con la que podía igualar a Merckx. Y Jungels aparecía como un simple gregario en un Quick Step que contaba con Alaphilippe (que llegaba de vencer en Flecha-Valona), Gilbert (ganador en 2017)... e incluso un joven Enric Mas parecía con máyor jerarquía. Pero el luxemburgués se apuntó su único monumento: “Ataqué a 15 km de meta para endurecer la carrera, formaba parte del plan. Puse un ritmo fuerte, pero iba tan bien que el dolor de piernas era soportable. No creí que fuera a ganar hasta los últimos 300 metros”.

Hayman ganó la Roubaix 2016 desde su garaje

El australiano Matthew Hayman no pensaba que en aquella edición de 2016 del Infierno del Norte pudiera tener posibilidades, a pesar de tener buenos resultados en clásicas en su historial. Seis semanas antes, en la Omloop, se fue al suelo y estuvo de baja... hasta un día antes de la carrera. La preparación la llevó a cabo a través de programas de entrenamiento en casa (esos que se popularizaron años después durante la pandemia como Zwift, Bkool...). “No salía a la carretera, en aquel garaje podía concentrarme sin preocuparme de caerme”, contó. Nadie le incluía entre los aspirantes a pesar de su octavo puesto en 2012. Por eso, cuando fue capaz de batir al esprint a Boonen, ídolo local, todo el mundo se echó las manos a la cabeza. Fue el único triunfo World Tour de su carrera.

Mathew Hayman celebra su victoria en la París-Roubaix por delante del belga Tom Boonen y del británico Ian Stannard.
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Mathew Hayman celebra su victoria en la París-Roubaix por delante del belga Tom Boonen y del británico Ian Stannard.FRANCOIS LO PRESTIAFP

Ciolek, un triunfo ‘africano’ en San Remo 2013

Gerald Ciolek, velocista alemán, forma parte de la historia del ciclismo africano. Su victoria en la atípica Milán San Remo 2013 significó el primer triunfo de prestigio del extinto Qhubeka. Aquella edición, marcada por la nieve y los recortes en el recorrido, se la llevó en el esprint final por delante de Peter Sagan. “Vinimos como invitados y aquí estoy, con el trofeo...”, decía Ciolek tras el monumento que más se adapta a los esprinters y que ha vivido otras sorpresas en este siglo como la que protagonizó Matthew Goss en 2011, el primer no europeo en ganar la Classicissima.

Iglinsky, otro kazajo gana en Lieja 2012

“Habrá fiesta en Kazajistán”, decía Maxim Iglinsky tras ganar por sorpresa la Lieja-Bastoña-Lieja 2012. El mayor triunfo de su carrera para una nación que por entonces se acostumbraba a la élite del ciclismo con Alexander Vinokourov y el equipo Astana a la cabeza. Aquella victoria de Iglinsky (con un compañero como Gasparotto, tercero) llegó tras rebasar a Nibali en el tramo final y cruzar la meta en solitario. Un ciclista que corría junto a su hermano. Ambos fueron suspendidos por dar positivo por EPO en 2014.

Maxim Iglinsky celebra la victoria.
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Maxim Iglinsky celebra la victoria.

El triunfo que nunca iba a llegar de Zaugg en Lombardía 2011

“Pensé que nunca iba a ganar una carrera, mis amigos me decían que tenía talento, pero yo nunca estuve seguro”, afirmaba Oliver Zaugg tras ganar el Giro de Lombardía 2011. El suizo venció en el último monumento de la temporada 2011 por delante de favoritos como Dan Martin o Purito Rodríguez. Una victoria con sabor amargo porque llegó en plena despedida de su equipo, el Leopard. Zaugg, a pesar de su perfil de escalador fiable, se retiraría en 2016 con esa única victoria en su palmarés.

Backstedt amarga el adiós de un mito en Roubaix 2004

En la previa de la París Roubaix 2004, no había focos para nadie que no fuera el León de Flandes. Johan Musseuw se jubilaba y la afición belga soñaba que lo hiciera desde lo alto del podio. Nadie contaba con un corpulento sueco, Magnus Backstedt, a pesar de que en su debut en el 2000 había sido séptimo. Acababa de pasar una enfermedad (“quizá eso me dio el descanso que necesitaba”, dijo luego), pero el día anterior se sintió bien. Por eso le aseguró a su director que debía apostar por él como ganador. Un logro que llevaba soñando desde la primera vez que vio la carrera por televisión en su Suecia natal con 15 años. Amargó el adiós de Musseuw (fue quinto), pero pasó a la historia como el único sueco que ha conquistado un monumento.