‘Padrino’ Torrontegui: “Quiero llegar a los 10 Juegos”
El asturiano, presente en el Tour de Omán con el Movistar, es uno de los rostros más destacados y valorados desde el pasado siglo.
Marcelino Torrontegui (Gijón, 1964. “Del mismo año que Indurain”, apunta el asturiano) es uno de los rostros más conocidos y longevos del deporte español. En general, no solo del ciclismo, porque además es una de las figuras más versátiles de todo el panorama nacional. Es mucho más que un fisioterapeuta, masajista, podólogo… especialmente para los deportistas con los que trata, ya que rápidamente pasan a ser sus amigos. La sonrisa nunca la pierde y, lo más importante, la motivación y la ilusión siguen intactas en su ajetreada vida.
A sus espaldas suma ocho Juegos Olímpicos, 21 años en el Málaga CF, más de una veintena de Mundiales de ciclismo, parte importante en el COE, en la RFEF y, en definitiva, trabajó casi con cualquier gran estrella del deporte español que, desde la década de 1990, a una persona de a pie se le venga a la mente. “Soy un privilegiado de la vida porque hago lo que me gusta. Puedo colaborar con muchos deportes y amo todo lo relacionado con ello. Si no estoy con un nadador, estoy con un ciclista, o con un futbolista, o con un jugador de vóley playa, con futbolistas… esa versatilidad te enriquece y te hace mejor en tu profesión”, cuenta el asturiano a AS en el Tour de Omán, donde está con el equipo Movistar y, aunque parezca raro (ya ha estado trabajando en casi 60 países), por vez primera en suelo omaní.
Y, por si fuera poco, también es profesor en la Universidad de Málaga con un contrato OTRI que le permite colaborar en tantos deportes distintos. “De hecho, la semana que viene me toca dar clase”, recalca ‘Torron’, como es conocido en el pelotón, con una sonrisa que nunca se le va del rostro. “Además, pertenezco a la Cátedra de Salud y Dolor de la Universidad de Málaga. Lidero la mesa de Dolor y Deporte, donde investigamos y tratamos de identificar sobre todo el dolor crónico, que es muy prevalente en el deportista de alto nivel”, apunta Marcelino, que vive a caballo entre Málaga, Asturias y sus viajes.
“Con tantos deportes y disciplinas distintas, ver cuerpos y morfologías diferentes. Ya no solo en cada deporte en general, porque imagina la diferencia entre un nadador, un judoka… pero también hay diferencias importantes dentro del propio ciclismo: de un escalador, un velocista... Por ejemplo, en la Clínica del Comité Olímpico en los pasados Juegos, trabajamos en todos los deportes que te puedas imaginar. En los deportes de equipo, salvo el vóleibol y la gimnasia, la morfología es muy distinta pese a dedicarse todos a lo mismo”, apunta un masajista que, también, es una persona con la que los ciclistas en este caso sueltan la presión.
“Siempre se dice que la mesa de la camilla es un poco el confesionario donde te relajas. Ahora, el ciclismo moderno me encanta mucho. Es muy global, universal, pasas por vivencias nuevas… pero también te digo, la gente lo que necesita es reírse, y eso da igual en que estés un sitio que en otro”, explica un Torrontegui que, por otras obligaciones laborales, y tras casi una década acudiendo al Tour, hizo el último en 1999… hasta que regresó el pasado 2024 con el Movistar, nada más y nada menos que 25 años después. “La evolución que vi en el Tour fue muy grata para mí. Comparado con los Juegos Olímpicos y otros grandes acontecimientos deportivos, mejoró un montón durante todo este tiempo. También las estructuras son gigantescas ahora. Recuerdo en el Giro de Italia, cuando para diez corredores había dos masajistas. Ahora hay casi uno por corredor”, recuerda el del Movistar.
De todo lo que ha tratado, en cuanto a gente y deportes, Torrontegui tiene un grato recuerdo de todos ellos, pero hay uno que le marca especialmente: “Estoy encantado con el fútbol, con la natación, de mi colaboración con la RFEC, de mis 21 temporadas en el Málaga CF… pero lo de los Hispanos de balonmano es inigualable. Desde Sídney 2000 tengo el trato con ellos en los Juegos y demás y es un grupo humano increíble. Los más veteranos siempre me llaman ‘El Padrino’. Su filosofía debería de ser una forma de vida para la gente, se me pone la piel de gallina solo hablar de ello. Recuerdo en los Juegos de Tokio 2021 (España se acabó colgando el bronce) que, después de ganar un partido, les felicito en el comedor y estaban tristes. Se había lesionado Viran Morros y no iba a poder jugar más en el torneo. Me decían que preferían haber perdido antes que eso. Dice mucho de ellos”.
Tiene “la espina” de no haber podido estar en Barcelona 1992, sobre todo porque el ciclismo olímpico no era para los profesionales hasta 1996, en Atlanta, su primera vez en unos Juegos. Después, Sídney 2000, Atenas 2004, Pekín 2008, Londres 2012, Río 2016, Tokio 2020 y París 2024. “Me gustaría llegar a los 10 Juegos Olímpicos. Llevo 8, y en Los Ángeles 2028 espero estar si no hay ningún contratiempo. También me gustaría hacer unos de Invierno, que hay el año que viene (Italia, 2026). Con eso ya serían diez, lo que conlleva muchos años. Con el motor que tengo en estos momentos luego te diría que a por la docena, pero de ilusiones se vive”, añade el gijonés entre risas. “Tengo mucho que agradecer a Alejandro Blanco y Ricardo Leiva (COE), a Eusebio Unzué (Movistar), a Claudio Vázquez (jefe de los servicios médicos de la RFEF). ¿La motivación para seguir? Si disfrutas de tu trabajo, siempre será una motivación. Voy a cualquier cosa relacionada con el deporte, como aquí en Omán, y lo hago como si tuviese 18 años”, concluye un Torrontegui que, con la sonrisa por bandera, es una de las personas mejores valoradas y más queridas del deporte nacional.
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