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CICLISMO | HISTORIA DEL TOUR

“Si no me asesinan antes de París, ganaré”: 1904, el Tour en peligro

La segunda edición de la carrera, con misterios por resolver, abarca páginas de leyendas y realidades. Garin, campeón descalificado, temió por su vida.

“Si no me asesinan antes de París, ganaré”: 1904, el Tour en peligro
Diario AS

"Muerto por su éxito, por las ciegas pasiones que habrá desatado, por los insultos y sucias sospechas que nos habrán traído ignorantes y malvados". En su segunda edición, la de 1904, el Tour de Francia peligró más que nunca. Ni en sus paradas obligatorias (de 1915 a 1919 y de 1940 a 1947), fruto de las guerras mundiales, generó tanta incertidumbre. Henri Desgrange, fundador de la carrera y redactor jefe del periódico L'Auto, no podía ser más claro en su editorial, tan barroco como conciso: "La fin", tituló. El chovinismo local, que pretendía impulsar a sus héroes más cercanos, desdibujó por completo la naturaleza de la competición. La resistencia física, elevada a su máximo exponente por unas bicicletas que rondaban los 20 kilos, sin cambio ni frenos, adquirió su significado más literal. Era, prácticamente, un ejercicio de supervivencia.

Ni la salida sería necesaria para anotar la primera baja. Serres, uno de los 88 inscritos en el pelotón, se quedaba a pie. A la puerta de un café, donde camino de la cita había parado para descansar, le robaban su bicicleta. Disgusto que tenía su peso en oro. Sin saberlo, ahorraba mayores penas venideras. Serres, al menos, no tuvo que retirarse para "evitar la muerte", como sí aseguró hacer Antoine Faure. Tampoco pinchó en la etapa Toulouse-Burdeos, repleta de clavos y botellas rotas colocadas a consciencia, donde uno de los favoritos, Hippolyte Aucouturier, perdió más de media hora, ni se vio obligado a disfrazarse de camarero para escapar del motín organizado en Nimes por la descalificación del corredor local Gardois Ferdinand Payan. "Una lucha aterradora. Casi ciento cincuenta personas gritando, con los puños extendidos", describió Géo Lefèvre, cofundador del Tour y, como Desgrange, periodista de L'Auto. Todas ellas, escenas recopiladas por Adrien Pécout en Le Monde; todas ellas, más cercanas a Hitchcock que a cualquier carrera actual.

Especialmente reveladora para nuestros tiempos resulta la controversia generada alrededor de Faure, pues, sobre ella, varios participantes emitieron un comunicado conjunto. "De repente, en lo alto de la cuesta, Faure arranca bruscamente y toma dos o tres cuerpos de ventaja. Levantamos la cabeza y, a cincuenta metros delante de nosotros, vemos un grupo de un centenar de individuos formando a cada lado del camino; van armados con garrotes y piedras; Faure ataca y pasa, luego los garrotes se levantan sobre el siguiente", describe el documento. La situación, desarrollada a las afueras de Saint-Etienne, en plena subida del Col de la République, se volvió contra el ciclista francés, como se anticipaba. Los rumores superaban en velocidad a los propios corredores y la justicia escapaba al control de la organización. Ojo por ojo... El Tour, en 1904, devino, en muchos momentos, en un intercambio de comportamientos tramposos más propio de una guerra de guerrillas. Con disparos incluidos, en momentos puntuales, para dispersar los disturbios.

Homenaje a Maurice Garin en el Tour de Francia.
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Homenaje a Maurice Garin en el Tour de Francia.Eric GaillardReuters

Una descalificación que aún se estudia

De todo ello, no pudo escapar ni el campeón, un Maurice Garin que, en la primera edición, pedaleó 2.428 kilómetros en seis etapas, 404 kilómetros de media a unos 25 km/h. Más rápido que nadie. Trayectos que podían acercarse a las 18 horas y que, por lo tanto, acumulaban mucho tiempo bajo la luna y una noche especialmente lúgubre e imprevisible, como demuestran las crónicas de la época. "Si no me asesinan antes de París, ganaré el Tour", llegó a pronunciar Garin, tal y como recoge Gilles Dhers en Libération. En sus palabras, se pueden identificar retazos de la etapa Montgeron-Lyon, especialmente cruel con él y su compañero Lucien Pothier. Con una ventaja de más de 45 minutos sobre el pelotón, cuatro encapuchados intentaron detenerlos al grito de "¡Tendremos tu piel, Garin de la desgracia!", según recogen Pierre Chany y Thierry Cazeneuve en La Fabuleuse histoire du Tour de France (1983).

Pese a los intentos de asalto, incluso con un brazo herido, pedaleando a una sola mano al finalizar la segunda etapa, Garin cruzó la meta el primero en su llegada a París, el 24 de julio. Como había prometido, pero sin premio. Cuatro meses después, el 30 de noviembre, fue descalificado. Con él, los tres siguientes mejores tiempos. Entre ellos, su hermano, César, y el propio Pothier, con una sanción de por vida. Todos corredores de La Française, compañía acusada de recibir favores de la organización. Sobre todo, desde el periódico Le Vélo, competencia de L'Auto.

Con ellos, fueron apartados otros 29 ciclistas. La mayoría, acusados de utilizar medios de transporte no autorizados, como trenes. Más de un siglo después, sin embargo, los hechos aún no son claros. Jason Jellick, en un estudio para la Universidad de Columbia que recoge el New York Times, tiene dudas. "Lees las crónicas regionales, lo vivido por los corredores y no hay nada que aclare del todo lo ocurrido", asegura. "Si estudias los horarios de los trenes, los ciclistas sólo hubieran podido coger uno para la primera etapa... y con un margen de siete minutos. Además, menos en esa primera etapa, Garin y Pothier siempre estuvieron acompañados de otros cinco, seis, ocho corredores", sostiene. El misterio permanece, pero, sea como fuere, la victoria terminó llevando el nombre de Henri Cornet, el campeón más joven de la historia con apenas 19 años. Henri Paret, de 50, el participante más longevo hasta hoy, le acompañó en el pelotón. La resolución de un Tour que pudo ser el principio del fin, pero que terminó siendo el final de un accidentado principio. Una leyenda que sigue acumulando páginas.