Las ascensiones más salvajes del ciclismo
Alpes, Pirineos, Apeninos... Todos estos lugares albergan ascensiones míticas y salvajes que han formado parte de la historia del ciclismo. Con motivo del regreso del Angliru a la Vuelta a España, repasamos subidas donde grandes campeones han escrito su nombre en letras de oro.

Galibier
Longitud: 18 km / Pendiente media: 6,9% / Rampas máximas: 12% máx / Altitud: 2.646 m. Se trata de uno de los colosos que albergan los Alpes. Su mayor dificultad reside en su longitud y su tremenda altitud, cercana a los 3.000 metros. Forma parte de las ascensiones más míticas del Tour de Francia y si tenemos en cuenta que previamente se ha de subir el Col du Telegraphe, la combinación de ambas subidas nos deja un puerto de más de 30 km.

Croix de Fer
Longitud: 30 km / Pendiente media: 5% / Rampas máximas: 11% / Altitud: 2.067 m. Si el Galibier era largo, más todavía es uno de sus hermanos en los Alpes. Sus 30 km de longitud hacen de él uno de los puertos más terribles del mundo, un reto que incluso para los profesionales supone más de una hora de esfuerzo.

Izoard
Longitud: 15,9 km / Pendiente media: 6,8% / Rampas máximas: 14% / Altitud: 2.360 m. Otro de los titanes alpinos, que rivaliza por popularidad y dureza con los dos anteriores, siendo una especie de combinación entre ambos. El porcentaje máximo de sus rampas y su altitud son sólo aptas para los corredores del más alto nivel. Aquí han ganado estrellas como ‘Purito’ Rodríguez, Garzelli, Botero, Chiappucci, Merckx o Bahamontes.

Mortirolo
Longitud: 12,2 km / Pendiente media: 10,7% / Rampas máximas: 20% / Altitud: 1.852 m. El nombre habla por sí solo. Italia alberga una auténtica tortura para los corredores en esta ascensión, sin duda, una de las más reconocidas por su dureza a nivel mundial. Prácticamente no da respiro de principio a fin con más de 10 km al 10% de media. En los kilómetros finales aguarda lo peor con picos del 20%. En 2015, Alberto Contador firmó una ascensión legendaria para dejar casi sentenciado el Giro.

Val Thorens
Longitud: 33,4 km / Pendiente media: 5,5% / Rampas máximas: 10% / Altitud: 2.365 m. Bien podría calificarse a este puerto como ‘La Ascensión Interminable’, porque es ahí donde reside su mayor dureza. Sus rampas no son las más exigentes, pero la altitud y sus 33 km están hechos para una mentalidad a prueba de bombas.

Envalira
Longitud: 27,5 km / Pendiente media: 5% de media / Altitud: 2.407 m. Probablemente no sea el puerto más famoso, pero sí uno de los más duros de los Pirineos. Cuenta con varias versiones de mayor longitud, pero la más estándar parte desde Andorra la Vella en un continuo ascenso que supera los 2.400 metros de altitud. Sólo apto para las cabezas más fuertes.

Angliru
Longitud: 12,4 km / Pendiente media: 10,2% / Rampas máximas: 24% / Altitud: 1.572 m. El puerto más icónico y brutal de España. Tan sólo la altitud de este coloso asturiano (no demasiado elevada) y su último kilómetro, que es en bajada, dan un mínimo respiro. Su zona más característica es la Cueña les Cabres, con unas ‘paredes’ salvajes que alcanzan hasta el 23%. Alberto Contador consiguió su último triunfo profesional allí en la Vuelta a España de 2017.

Tourmalet
Longitud: 17,2 km / Pendiente media: 7,4% / Rampas máximas: 13% / Altitud: 2.115 m. La grandeza del Tour de Francia no se entendería sin la figura del Tourmalet, probablemente, el puerto más célebre e icónico de la historia. Largo, de rampas muy constantes y elevada altitud, una subida que reúne prácticamente todos los ingredientes para ser una de las más duras que existen.

Alpe d'Huez
Longitud: 13,8 km / Pendiente media: 8,1% / Rampas máximas: 12% / Altitud: 1.850 m. Otra de las grandes y legendarias perlas del Tour. La eterna ‘serpiente’ que forman sus 21 curvas es una de las más simbólicas de la historia del ciclismo. A lo largo de los años todas ellas han tomado el nombre de los ciclistas que han conquistado su cima en primer lugar. El español Carlos Sastre firmó en sus rampas una machada histórica en el Tour de 2008 que le permitió subirse a lo más alto del podio en los Campos Elíseos de aquella edición.

Mont Ventoux
Longitud: 21,3 km / Pendiente media: 7,4% / Rampas máximas: 12% / Altitud: 1.897 m. La famosa montaña ‘pelada’, ausente de vegetación en sus últimos kilómetros hacia la cima, es otro de los puertos más prestigiosos y duros a nivel mundial. Nombres ilustres han escrito su nombre en la meta como Merckx, Pantani, Virenque o Froome, y es que nadie gana en Mont Ventoux por un golpe de suerte.

Bola del Mundo
Longitud: 3,5 km / Pendiente media: 12% / Rampas máximas: 21% / Altitud: 2.262 m. Su distancia puede llevar a engaños, ya que su desnivel es brutal (385 metros en 3,5 km). Sus rampas máximas también, ya que en algunos puntos superan el 20%. Cualquier valiente que se atreva a enfrentarse a este reto de la sierra madrileña deberá superar previamente Navacerrada, aunque eso no es lo peor, sino su terreno. La Bola del Mundo se compone de un hormigón rallado donde la bicicleta no tracciona, por lo que no sólo hacen falta buenas piernas para superarla, sino también técnica. Todo un reto.

Stelvio
Longitud: 21,9 km / Pendiente media: 7,1% / Rampas máximas: 14% / Altitud: 2.758 m. Cada vez que forma parte del Giro de Italia se lleva el premio a ‘Cima Coppi’ como ascensión más alta de la carrera. No es para menos ya que está cerca de los 3.000 metros de altitud. En su cima alberga una Estación Invernal y de Montaña que sólo está al alcance de los ciclistas con mejores piernas, cabeza y pulmones. Por sus características de longitud, pendiente y desnivel, hablamos sin duda del puerto rey en Italia en cuanto a dureza, coloso entre colosos de los Alpes.

Malga Palazzo
Longitud: 7,2 km / Pendiente media: 17,3% / Rampas máximas: 45% / Desnivel: 1.317 m. Como extra, probablemente la ascensión más salvaje y brutal del mundo. Ubicada en el Trentino italiano, Malga Palazzo es una subida terrible, con rampas que rozan lo inhumano y que tanto muchos cicloturistas como profesionales califican de imposible. Aun así, algún valiente comparte de vez en cuando en redes sociales las imágenes de su ascenso por un Malga Palazzo que bien podría aventurarse como final de etapa en el profesionalismo algún día.
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