Guerreiro deja a Castroviejo sin premio en la fiesta portuguesa
El español del Ineos llegó a meta con Rubén Guerreiro (EF), quien le superó en el esprint. Almeida pasó apuros al final, pero la falta de movimientos le permitió aguantar de rosa.
Jonathan Castroviejo rozó la victoria en la 9ª etapa del Giro. El polivalente corredor del Ineos, ya sin líder claro tras la retirada de Geraint Thomas, se soltó camino de Roccaraso y demostró su calidad, esa que casi siempre usa al servicio de los jefes de filas del equipo británico. En esta ocasión tuvo la libertad para meterse en la fuga del día, formada por siete corredores, que saltó por los aires cuando el vasco atacó en la subida final. El problema es que sí aguantó a su rueda Rubén Guerreiro, bravo ciclista portugués que no había conseguido plasmar su potencial en el palmarés. Esta vez sí pudo rematar a un Castroviejo que no sucumbió en la lluviosa meta de Roccaraso.
Fue el desenlace de la jornada de este Giro tan portugués, que seguirá liderando Joao Almeida. El corredor del Deceuninck aguantó el liderato por la falta de movimientos entre los favoritos. El Trek de Nibali y el Sunweb de Kelderman amenazaron con ponerle las cosas difíciles. Sin embargo, nadie se movió hasta el último kilómetro, que destapó las cartas: ni el italiano iba tan bien, ni el neerlandés, que sí se mostró fuerte en los metros finales, contaba con la ambición necesaria para hacer una apuesta más arriesgada. La general, eso sí, se aprieta aún más, con Kelderman a 30" y un Pello Bilbao, ahora tercero, a 39" de la maglia rosa.
La emoción siempre estuvo por delante desde que Castroviejo y Guerreiro se marcharon con Warbasse, Kilian, O'Connor, Visconti y Bjerg, que se incorporó poco después. El grupo andó por delante más de 120 km y se jugaron el triunfo en la ascensión a Roccaraso. Castroviejo, que había controlado los movimientos de sus compañeros de fuga, lanzó su ataque a más de seis kilómetros de la meta, con la única respuesta de Guerreiro.
A pesar del buen ritmo del vasco, el portugués aguantó a su rueda consciente de que le quedaba un cambio de ritmo, que usó para lograr estrenarse en una grande. Un Giro que de momento habla portugués antes de llegar este lunes a la tensa jornada de descanso, en la que los controles PCR, tras el preocupante positivo de Simon Yates, dictarán si puede continuar la carrera con normalidad.