Valverde va en Imola tras el récord de edad de Zoetemelk
El ciclista murciano, a sus 40 años, viajó directo del Tour a Imola para reconocer el explosivo recorrido del Mundial. Zoetemelk fue arcoíris a los 38.
Alejandro Valverde tenía señalado en rojo este año el sábado 25 de julio, la prueba en ruta de los Juegos de Tokio con el monte Fuji de fondo, la medalla que le falta para redondear su tremendo palmarés. Pero la pandemia lo trastocó todo. Y el foco pasó a los Mundiales, a recuperar un arcoíris que persiguió durante toda su carrera y que después de dos platas y cuatro bronces cristalizó en el oro en Innsbruck 2018.
La COVID-19 y las consiguientes restricciones en Suiza tumbaron el recorrido de Aigle, por lo que Imola salió al rescate en pleno Tour. Y con el cambio, se dejó atrás un perfil que parecía sólo apto para escaladores puros (siete ascensiones en los últimos 140 km al Col Petite Forclaz, de 4 km al 10,2%) por otro más explosivo que puede venirle mejor a Balaverde. Serán 259 km con 5.000 metros de desnivel acumulado, pero las dos cotas que se subirán nueve veces son más cortas y nerviosas (2,8 km al 5,9% y 2,7 km al 6,4%), lo que puede favorecer a ciclistas más explosivos, del perfil del murciano. Puncheurs, que dice la UCI en su previa: pegadores que deben rematar en el circuito Enzo e Dino Ferrari tras un descenso.
Una oportunidad para Valverde, que el domingo cumplirá 50 días fuera de casa. De la burbuja del Dauphiné, a la del Tour, y de ahí a la de Imola, donde llegó el lunes junto al resto de la Selección procedentes de París. Con 40 años, será el corredor más veterano del pelotón. Y aspirará a desbancar al neerlandés Joop Zoetemelk como el campeón de más edad (38 años y 9 meses en 1985). Ya era el segundo, cuando ganó con 38 años y 5 meses. "Es un recorrido exigente, a ver cómo recupero las piernas", advierte el del Movistar, que finalizó 12º en el Tour, dejándose ir en la crono final. Cualquier gramo de energía puede venir bien en Imola.