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DIARIO DE LA GAES PILGRIM RACE

Misión cumplida: Madrid-Santiago a golpe de pedal

La carrera peregrina alcanza su meta. Emoción y alegría en la Plaza del Obradoiro tras siete días surcando España en bicicleta de montaña.

Misión cumplida: Madrid-Santiago a golpe de pedal

Sólo el peregrino puede explicar lo que se siente al llegar a la Plaza del Obradoiro. Tras atravesar las adoquinadas y estrechas callejuelas que llevan a la Catedral de Santiago, el cielo se abre ante el esforzado de la ruta. Todo el sacrificio y el sufrimiento del Camino se convierten en emoción y alegría. Y eso es lo que han experimentado los participantes de la tercera edición de la GAES Pilgrim Race al llegar a meta.

Parece que fue ayer cuando el pelotón partía desde Madrid a la sombra de sus cuatro torres. Pero han pasado siete días. Siete intensas jornadas en las que ha pasado de todo: la ola de calor más fuerte que se recuerda, granizo, polvo, subidas, bajadas, llanuras interminables y muchos kilómetros. Cerca de setecientos. De Madrid a Castilla-León para adentrarse en Galicia. Ahora todo eso ha quedado atrás al llegar al destino, Santiago de Compostela, al igual que han hecho millones de peregrinos a lo largo de la historia.

Hay muchas carreras de Mountain Bike, pero ninguna que reúna los ingredientes de la Pilgrim Race. Una competición que combina el deporte con el peregrinaje, cruzando media España, visitando sus bonitos pueblos y riqueza monumental, además de los bellos parajes de nuestras tierras. Por tercer año el sueño de Miguel Silvestre se ha hecho realidad. Ha conseguido que centenar y medio de bikers hagan el Camino de Santiago en un ambiente deportivo, pero sin olvidar las tradiciones.

Si alguien se plantea hacer el mágico viaje en bici, que no lo dude. No encontrará mejor opción para afrontarlo con todo cubierto. Porque la organización no sólo se encarga del marcaje y cronometraje de las etapas. También ofrece servicios que ninguna agencia puede brindar al peregrino: avituallamientos, campamento diario, comidas y cenas, y la seguridad de que si pasa algo la asistencia está asegurada, amén de la convivencia entre gentes con una afición común. Además, se desviven por los participantes, algo que por desgracia no abunda en las carreras de bici de montaña. Como dijo Paulo Coelho, “Santiago no es el final del Camino, sino el principio”. Nos vemos en 2020.