CICLISMO

Muere Jaime Mir, el bigote más famoso del pelotón ciclista

El carismático auxiliar ha fallecido este miércoles a los 90 años. Era muy querido en el pelotón, donde ejerció como asistente de Bic, Teka o Festina entre otros.

Jaime Mir posa junto a Íñigo Cuesta antes de la 13ª etapa de la Vuelta a España 2007 entre Hellín y Torre Pacheco.
JESÚS RUBIO
Jesús Mínguez
Nació en Guadalajara en 1973. Licenciado en Periodismo por la Complutense. En AS desde el año 2000, es redactor jefe de Más Deporte. Ha cubierto cinco Juegos Olímpicos y unos Paralímpicos, Grand Slams de tenis, Davis, Laureus, candidaturas olímpicas, política, dopaje o grandes combates de boxeo. Le gusta escribir de deporte y también practicarlo.
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Desde los primeros años sesenta y hasta hace una década, en cualquier foto de un vencedor de etapa podía aparecer Jaime Mir. Comenzó con Bahamontes, en la Vuelta de 1958, como chófer de El Mundo Deportivo, y luego pasó por Kas, Ferrys, Bic, Superser, Teka, Festina... El hombre del eterno bigote y las gafas de sol que esperaba a los ganadores, les protegía como su ángel de la guarda y, de paso, chupaba cámara para que los patrocinadores estuvieran bien presentes. Pura mercadotecnia artesanal. Por el Giro corrió este miércoles la noticia del fallecimiento, con noventa años, de uno de los personajes más entrañables. 

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“Decidí coger una toalla y una botella para cuidarles cuando observé cómo Janine, la mujer de Anquetil, le tenía siempre como un pincel. No había nadie que cuidara la imagen, así que dije: ‘¿Por qué no hacerlo yo?’”, contó. “El trabajo del ciclista es vender, aunque algunos parece que no lo saben”, reprendía a los sosos.

Le apodaban Taxi Key, como un detective-taxista de un serial radiofónico, porque su primera profesión fue al volante. En 1970, le ofrecieron aparecer Las piernas de la serpiente y llegó a rodar 126 películas “como actor de carácter; si había peligro, yo me jugaba la vida”. Actuó con Brigitte Bardot, la Cardinale, Kirk y Michael Douglas, paseó su bigote por el western (“siempre era el malo y me moría”), pero a ningún actor admiró tanto como a sus ciclistas. Y al que más, a Luis Ocaña.

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