Nibali tiene que retirarse del Tour con una vértebra rota

La subida a Alpe d’Huez dejó imágenes lamentables. Dos motos bloquearon el paso a Vincenzo Nibali y un imprudente espectador le remató en medio de una nube roja y azul provocada por unas bengalas. Un señor empujó a Chris Froome en plena subida. Varios más casi ocasionaron accidentes. Y, tanto en la llegada como en la ceremonia del podio, Geraint Thomas recibió sonoros abucheos y pitos por el poco fair play demostrado con Nibali y el dominio abrumador del Sky. Se dice que la afición es soberana, pero el comportamiento no estuvo a la altura del esfuerzo de los corredores.

Nibali, único ciclista atendido por los médicos del Tour en la meta, sufrió un durísimo traumatismo costal. Como se sospechaba una fractura de vértebras en la primera exploración, le evacuaron al hospital de Grenoble en ambulancia. Allí se confirmó que tenía una vértebra rota y este viernes no tomará la salida. En cabeza (Thomas, Froome, Dumoulin y Bardet, y en el último kilómetro Landa) ni se plantearon esperarle cuando cayó. El Bahrain presentó una queja a los comisarios para que le otorgaran el mismo tiempo que los cinco, como sucedió con Froome en el Ventoux, después de que otra motocicleta tirara también a Porte y Mollema. La reclamación no prosperó, y ahondó más en la sensación de “impunidad” que el Sky genera en el pelotón.

Mientras, Geraint Thomas y Chris Froome intentan conservar las formas, aunque la procesión va por dentro. Froome no quiso hablar con los medios de comunicación en Alpe d’Huez. Una novedad, dados su habitual buen talante y educación. Thomas lanzó un mensaje de lealtad al teórico jefe: “Froomey es nuestra mejor baza. Ha conquistado seis grandes. A mí simplemente me encantaría mantener el amarillo el máximo tiempo posible”. Sin embargo, en la carretera parecen dos iguales. Y al galés se le escapan declaraciones contradictorias: “Volemos a París. ¡Ya! Pero me siento capacitado para la defensa”. El público de Alpe d’Huez le pitó.