El 'Monumento' es Nibali
El italiano sorprendió en una carrera para velocistas. Atacó en el Poggio, arriesgó en la bajada y castigó la permisividad que le tuvieron los llegadores.
Echó la vista atrás Vincenzo Nibali cuando le quedaban 50 metros para la meta. El sprint venía lanzado, pero el Tiburón sabía que el primer Monumento del año era suyo. Había castigado la falta de ambición del pelotón. Ciclismo valiente y de estrategia el que abanderó el italiano en la MIlán-San Remo. Estaba enchufado, metiendo codos para ganar la posición, y confiado. Lo demostró jugando sus cartas. Ataque en el Poggio, riesgo en la bajada y grito al cielo. Hacía 12 años que no ganaba un italiano (Pozzato) en San Remo y 23 que no lo lograba un hombre de grandes vueltas (Jalabert), el Tiburón hizo historia.
Llegar a San Remo en 2018 se convirtió en una odisea. Lluvia torrencial de inicio, luego sol y entre medias muchas caídas. La más grave la de Cavendish, que no vio una mediana y voló por encima de ella. Los favoritos tuvieron que estar en tensión constante durante 294 kilómetros. Nibali no estaba en muchas quinielas, su victoria se pagaba 151 euros por euro jugado, pero el Tiburón tenía un as sobre la manga. Con el grupo compacto todo se debía decidir en el Poggio. Bora y BMC lanzaron a dos ciclistas, Bahrain cogió el mando y les neutralizó. Tenía una opción principal: Colbrelli, pero antes tenía la carta de Nibali.
El italiano tenía su oportunidad ante tanto llegador cuando la carrera picaba hacia arriba. Tomó 11 segundos de ventaja en unos metros. Sólo Trentin intentó cazarle, pero acabó neutralizado al acabar la bajada. Quedaban dos kilómetros llanos, pero sólo había finalizadores y ninguno quiso tomar las riendas. Tardó 1.000 metros Quick Step en repescar a Viviani y llevarlo adelante. Tarde. Nibali tenía 9 segundos que supo gestionar. El pelotón lanzó el sprint, Ewan fue muy superior al resto de los sprinters, pero Nibali ya festejaba cuando este vio su rueda cerca. Mordisco del Tiburón.