La contrarreloj de Logroño será una de las etapas más cruciales de esta Vuelta y si logró aumentar mi renta en el liderato será fantástico”, comentaba ayer un Chris Froome relajado en su hotel de la ciudad riojana. Al maillot rojo de la carrera parece que se le ha quitado un peso de encima tras pasar las montañas andaluzas. Su superioridad hace que en el ambiente que se respire hoy, en un trazado de 42 kilómetros contra el reloj donde los especialistas, a pesar de los repechos, pueden marcar diferencias, sea el de su estocada final. Y eso que su rival más inmediato es un Vincenzo Nibali a poco más de un minuto en la general y “que se defiende bien en la especialidad”, como avisa el propio Froome.

Pero la sensación que reina, también entre los rivales, es que esta crono “le favorece claramente”, como opina el italiano, cuyas esperanzas están más centradas en la montaña que resta. Algo en lo que coincide también Alberto Contador, más centrado en acercarse al podio que en desbancar al líder “fortísimo”: “El recorrido de esta contrarreloj es perfecto para él”. Las referencias de la edición del año pasado tampoco invitan demasiado al optimismo de sus contrincantes ya que, en una distancia menor (37 km entre Xabia y Calpe), Froome fue capaz de alejar en 1:57 a Contador y en 3:13 a Chaves, los dos rivales que vuelven a coincidir en la pelea por la ronda española.

Sorpresas. Para Froome, ese favoritismo no es tan claro en una crono "que no es nada técnica, donde corredores como Zakarin, Kelderman o Contador pueden hacerlo bien”. El ruso, campeón de su país en la especialidad, y el holandés, que no se defiende mal aunque quizá en recorridos más cortos, serán dos de los corredores a seguir en la pelea por el cajón de Madrid, aunque sería una sorpresa que andaran en los tiempos de Froome.

¿Y MIguel Ángel López? El colombiano, tras la fortaleza exhibida en la montaña, es una incógnita cómo se defenderá: “Sé que no está a mi favor, pero quiero hacer la contrarreloj de mi vida”.