Una ascensión casi ininterrumpida de 28 kilómetros con final en Hoya de la Mora, a 2.500 metros de altitud, es el final de la etapa de hoy, una jornada con aroma a la de los grandes colosos de Giro y Tour, y que será una de las claves de esta Vuelta. Una subida final donde se enlazan los puertos del Purche (8,5 km al 8% con rampas al 12%) y su continuación hasta Hoya de la Mora (19,3 km al 5,6%) en Sierra Nevada que no da margen de error. Su corto kilometraje (no llega a 130) anima además a que la batalla se pudiera dar pronto, recordando a aquella etapa de Formigal del año pasado donde Contador y Nairo fueron capaces de desmontar al Sky. “Ni me puedo imaginar que volviera a ocurrir”, afirma Froome.

Sin embargo, Sierra Nevada marca un antes y un después en la carrera del británico. Fue en la Vuelta de 2011 cuando aquel ciclista semidesconocido de origen africano entraba, en el puesto del noruego Nordhaug, en el equipo Sky que capitaneaba Wiggins, y en la cima granadina donde se destapó como un gregario de lujo capaz de aspirar a mucho más, como luego él mismo se encargó de confirmar. Ayer, como gran capo de esta Vuelta, no sólo controló los ataques de sus rivales, sino que afirmó haber reservado energías para la que se plantea hoy como una de las grandes batallas de la carrera: “Es una de las etapas claves, que llega después de una semana muy dura. Creo que puede ser la etapa decisiva, sobre todo por la altitud”.

Alianza. Sabe que hoy Vincenzo Nibali, el único que le aguanta a menos de un minuto (55 segundos), y Alberto Contador, empeñado en incendiar la carrera, deben ser las ruedas a seguir. “Es un día en el que el equipo será clave, pero será también mi responsabilidad evitar que se metan en cortes”, analiza el británico. Para el madrileño, mucho dependerá de “cómo se vaya desarrollando la carrera”. Y tras ver que madrileño e italiano son los únicos con capacidad de poner en problemas al líder… ¿podrían aliarse? Contador opina: “Si surge… ¿por qué no?”.