La Vuelta del coloso Angliru
La mítica cima asturiana se subirá el penúltimo día, junto a la Cobertoria y el Cordal, para decidir la carrera. Habrá nueve llegadas en alto y mucha variedad de montañaVuelta a España 2017: Etapa 21, Madrid
El Angliru regresa al recorrido de la Vuelta a España. Con su majestuosidad de siempre. Y lo hace situado en la penúltima etapa, igual que en 2013, para decidir todo aquello que todavía quede por decidir. Y lo hace en un trazado muy corto, de 119 kilómetros, donde también aparecen las subidas a la Cobertoria y al Cordal, los mismos acompañantes que en su estreno en 1999, la primera de las seis veces que se ha coronado. Será el remate antes de volar a Madrid, donde “la Cibeles se levanta y mira” al paso de los ciclistas, como comentó su alcaldesa, Manuela Carmena, en la apertura de la presentación.
El Angliru, por sí solo, puede sostener una Vuelta. Pero en este trazado hay mucho más. El coloso asturiano se erige como la novena llegada en alto. Una menos que en 2016 y las mismas que en 2015. Antes habrá metas en la Ermita de Santa Lucía (5ª etapa), el Xorret de Catí (8ª), la Cumbre del Sol (9ª), Calar Alto (11ª), La Pandera (14ª), Sierra Nevada (15ª), Los Machucos (17ª) y Santo Toribio de Liébana (18ª). Tres cada semana.
Pero la montaña de la Vuelta no se reducirá únicamente a estos finales. Hay más. Los organizadores se han mantenido “fieles a la personalidad de la carrera” (metas inéditas, rampas imposibles…), como apuntó Javier Guillén, aunque también han sido permeables a las críticas y a las sugerencias habituales. Para empezar, no habrá ninguna etapa ‘unipuerto’. Ninguna. Nos toparemos con metas después de un descenso: Andorra la Vella (3ª), tras La Rabassa y La Comella; Alhama de Murcia (10ª), tras el Bermejo; Antequera (12ª), tras el León y el Torcal… Y también con más media montaña que en otras ocasiones: Alcossebre (5ª), Sagunto (6ª), Cuenca (7ª), Santo Toribio (18ª), Gijón (19ª)…
Quizá se echa en falta un etapón, uno de esos recorridos largos, tipo serrucho, con grandes puertos, como la jornada del Aubisque de 2016. Al contrario, la organización ha tomado nota de entonces, cuando el corto viaje a Formigal (118 km) se convirtió en el máximo espectáculo de esa edición, y ha reducido el kilometraje de sus dos etapas principales: Sierra Nevada (127) y Angliru (119). Luego las cosas también dependerán del Contador de turno que encienda la mecha, por supuesto. Pero ahí queda el escenario.
Y como no solo de montaña vive la Vuelta a España, también hay dos etapas contra el reloj. La inaugural por equipos en Nimes, “la ciudad francesa con el acento más español”, como dijo su teniente alcalde, Franck Proust, durante el acto de presentación. Y la individual entre el Circuito de Navarra y Logroño (16ª), sobre 42 kilómetros: un pelín más larga de lo habitual en esta carrera, por si acaso a Chris Froome le da por volver a su anhelada Vuelta. Será recibido con los brazos abiertos. Para los sprinters se adivinan cuatro oportunidades muy claras (Gruissan, Tarragona, Tomares y Madrid). Tampoco hace falta más: llevan años sin venir.