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VUELTA A ESPAÑA | ETAPA 14

Tom Dumoulin logra resistir

De Marchi ganó en la Fuente del Chivo y Fabio Aru probó a 1,5 kilómetros. El ciclista holandés no perdió mucho tiempo y está a 49" del maillot rojo.

Actualizado a
ESCALADORES DE ÉLITE. Sólo Nairo Quintana resistió en un primer momento el ataque del maillot rojo, Fabio Aru, durante la ascensión a la Fuente del Chivo.
Jesús Rubio

Para los escaladores, ocasión perdida. Para Dumoulin, prueba superada. A falta de dos durísimas etapas de montaña, el holandés del mentón prominente es el principal favorito para ganar la Vuelta a España. Sería un hecho tan soprendente como lo fueron las victorias de Caritoux, Giovannetti, Cobo o Horner, por repasar nuestros traumas más recientes. A no ser que nos encontremos ante un campeón del futuro, en cuyo caso celebraríamos lo que ahora nos aflige. Hay que admitirlo: somos apasionadamente veletas.

Cumplida la 14ª etapa, los rivales de Dumoulin deberían plantearse un cambio de estrategia. Golpearle en el mentón no funciona. Imaginar que dará resultado en las dos próximas jornadas es aventurar demasiado. El muchacho no se altera, sube a ritmo y disfruta de su verano en España, bajo el sol o entre la niebla. No tiene presión. Diríamos que no muestra fisuras individuales (salvo la inexperiencia), pero si indagamos en las carencias colectivas no tardamos en advertir que no tiene equipo. Giant no imaginó una situación parecida. Venía para sumar victorias con Degenkolb (cero, por cierto), no para batirse en las montañas. Esa debilidad se puso de manifiesto en la etapa de Andorra, cuando Dumoulin se vio cortado antes del último ascenso, sin compañeros y con oscuras perspectivas. Por suerte para él, Pozzovivo ejerció de buen samaritano.

Quizá sea el único flanco que tiene descubierto Tom Dumoulin. Por eso debió resoplar de alivio cuando nadie se movió en Estacas de Trueba (bonito puerto), ni en El Escudo, ni en los primeros kilómetros de la ascensión a Alto Campoo. Cualquier movimiento de larga distancia le hubiera hecho daño. La decepción que nos dejó la etapa tiene que ver con la inacción de los escaladores en las montañas precedentes. Ciclismo moderno, afirmarán algunos. Viejos temores, afirmaría yo.

El maillot rojo. Así las cosas, Fabio Aru atacó a 1,5 kilómetros de la meta. Lo hizo violentamente, con su estilo algo epiléptico. Nairo fue el único capaz de seguirle, al menos en primera instancia (feliz resurrección). Después llegaron Purito, Chaves, Majka, Pozzovivo... Dumoulin no alteró su cadencia a pesar del bombardeo. El resultado es que en meta perdió 19 segundos con Aru (y 20 con Purito), lo que le deja a 49 segundos del líder. El cálculo más aceptado indica que el maillot rojo necesitará dos minutos más para afrontar con opciones la contrarreloj de Burgos. Lo mismo sirve para el resto de escaladores. Las cuentas son sencillas: un minuto por día entre hoy y mañana. No pasará mucho tiempo antes de que algunos echen de menos las Estacas de Trueba.

Por delante del pelotón se corrió otra etapa, disputada entre cinco escapados y resuelta sin sorpresas, porque ganó De Marchi. El pelirrojo italiano pertenece a la estirpe de los cazadores, no falla cuando tiene ocasión. Rojas se volvió a quedar con la miel en los labios, tercero, pero no hay que pasar por alto ni su carácter competitivo ni su crecimiento como ciclista.

Hoy los corredores subirán a Sotres y mañana escalarán a la Ermita de Alba. Tom Dumoulin se merecerá el cielo si resiste tantas aproximaciones.