VUELTA A ESPAÑA | 16ª ETAPA
Alberto Contador es el jefe
El líder venció en La Farrapona y deja casi sentenciada la Vuelta. Froome fue el primero en atacar pero perdió 15 segundos en la línea de meta. Valverde y Purito perdieron un minuto. Dauphiné en directo
Alberto Contador, de 31 años, está muy cerca de ganar su tercera Vuelta a España, su sexta carrera de tres semanas, sin contar, como corresponde, el Tour 2010 y el Giro 2011, triunfos que le fueron retirados por el caso solomillo, triste episodio con nombre cómico. Esta será, si no hay sorpresas, su segunda gran victoria desde que cumplió la sanción (su segunda Vuelta, de hecho), la demostración de que hay campeones, pocos, que lo son antes y después.
La introducción tiene sentido porque las conquistas más emotivas de Contador, quizá las más épicas, han llegado después de la frontera que traza la sanción de la UCI, ratificada luego por el TAS. El ciclista que volvió en agosto de 2012 ya no era el niño prodigio de antaño, el escalador implacable, el formidable contrarrelojista. A su regreso, había pasado el tiempo y la vida. Contador ya no tenía más fuerzas que los demás, pero seguía conservando la clase y el espíritu.
Sin ser el más fuerte, Contador ganó la Vuelta de 2012 y sin ser el más fuerte se presentó en Jerez, al comienzo de la presente edición. Veinte días antes de tomar la salida anunció en su cuenta de Twitter: “Ya puedo flexionar la rodilla (se cayó el 14 de julio en el Tour) y estoy empezando las tomas de contacto con la bicicleta”. Entonces no pensaba participar en la Vuelta. Luego, por fortuna, cambió de opinión, solo o en compañía de otros.
Ayer, por fin, Contador hizo mucho más que ganar la etapa reina y cimentar la base una nueva gran victoria. Además doblegó a Froome, su Djokovic particular, su gran enemigo para el Tour, hasta que Nibali y Nairo digan lo contrario. Asimismo, demostró (y se demostró) que sabe recuperarse de los tropiezos y salir de los túneles. Por último, nos enseñó algo que desconocíamos: un campeón puede ponerse en forma en el transcurso de una vuelta de tres semanas.
La historia de la etapa se concentró en los últimos kilómetros, cuando, a falta de cuatro para el final, Froome lanzó un ataque sostenido y computerizado. Sólo Contador resistió su ritmo, sus vatios y los acelerones posteriores; sólo él podía contraatacar después y aventajarle en 15 segundos. Valverde y Purito perdieron pronto medio minuto, uno entero en la meta, suficiente para que la carrera tenga dueño y señor. A cinco jornadas de la conclusión, Valverde se aleja ahora a 1:36 de líder y Froome a 1:39. Ni los toboganes gallegos ni Ancares parecen terreno suficiente como para alterar el pronóstico.
Al margen de la pelea deportiva se libró otra en sentido literal, con los puños, la que protagonizaron el italiano Brambilla (Omega) y el ruso Rovny (Tinkoff), capaces de zurrarse sin perder el equilibrio, mérito que los jueces no tuvieron en cuenta. Ambos fueron descalificados y confieso que dio pena. Hablamos de guerreros, de tipos casi míticos que son capaces de cualquier cosa pero a los que no está permitido sacudirse el polvo del camino. Tal vez hubiera bastado con una multa, hasta un latigazo hubiera sido más digno; pero jamás descabalgarlos. Eso sí que es perder el equilibrio.