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Tour de Francia

Vincenzo Nibali, rey del Tour

Kittel, del Giant, consiguió en la última etapa su cuarto triunfo de la edición. Péraud sufrió una caída ya en los Campos Elíseos. Nibali suma su primer Tour de Francia.

ENHORABUENA. Nibali fue felicitado por sus compañeros del Astana en la llegada de París. Allí se subió a lo alto del podio y fue arropado también por su mujer y su niña.
Getty

Cada Tour que termina es un verano que acaba, al menos, un verano con Tour. La misma melancolía. Falta un año para empezar de nuevo (once meses), aunque dentro de sólo 26 días estrenaremos una gran Vuelta para entretener la espera (hasta entonces, duerman siesta). Cada Tour que termina señala, también, el momento de honrar al campeón a quien tanto intentamos desbancar durante tres semanas. Nada personal, sólo ocio, ganas de fabular, cantos de chicharra.

Desde que Nibali ganó la Vuelta de 2010 (con 25 años) su trayectoria es una buena noticia. Desde entonces, y aun antes (fue tercero en el Giro anterior), la suya es una evolución sensata, cosa extraordinaria en estos tiempos. Desde su consagración como ganador de tres semanas, no ha habido año en que faltara a un gran podio. No hay nada extraño, por tanto, en su coronación en París, ni sospechas tenebrosas. Más bien al contrario. Nibali ha agradecido su triunfo a los controles y al pasaporte biológico del que tantos reniegan. En la jornada de descanso aseguró que “doparse es de imbéciles”. Esa declaración es revolucionaria si la comparamos con los apoyos, tibios o solapados (siempre patéticos), que ha recibido Lance Armstrong por parte de muchos excampeones en el presente Tour.


ES - Resumen - Etapa 21 (Évry > Paris Champs-Élysées) by Le Tour de France

Desde la perspectiva de los españoles, Nibali es un ciclista al que hay que agradecerle su reivindicación de la Vuelta, no como premio menor, sino como punto de partida. También ha recordado al mundo que quien aspira a un palmarés completo debe ganar las tres grandes, como Anquetil, Merckx, Gimondi, Hinault­, Contador y ahora el propio Nibali. Un club gourmet.

El Tiburón tiene bien ganados los 500.000 euros que el Tour concede al vencedor (el premio por ganar Wimbledon es de 2,2 millones por dos semanas, el British de golf se paga con 1,8 millones por cuatro días), dinero que añadirá a su jugoso contrato con Astana (2,8 millones), formación que le ha renovado hasta 2016 como elemento promocional de la Expo 2017 que se celebrará en la capital de Kazajistán. El lenguaraz Vinokourov, director general de Astana, se lo pensará mejor antes de volver a criticar el rendimiento de su estrella (lo hizo agriamente antes del Tour).

Susto. La última jornada quiso ser fiel al Tour 2014 y registró una última caída ilustre: la de Péraud en el adoquín parisino. Por suerte, el veterano francés no sufrió daños de consideración (el susto no se lo quita nadie). Después, en el sprint más lujoso, Kittel ganó cómo hace un año y sumó su cuarto triunfo en esta edición, el séptimo de un ciclista alemán (récord absoluto). Ahora sólo falta que la televisión pública alemana, ausente desde 2008, también vuelva a creer en el ciclismo. Entonces ya estaremos todos.