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TOUR DE FRANCIA

Bakelants gana la etapa con el aliento de Sagan en el cogote

Se anticipó en un segundo al grupo y se enfundó el maillot amarillo, después de que Kittel se descolgara en la montaña y llegara a 17:35 minutos.

Jan Bakelants celebra su agónica victoria en la segunda etapa del Tour.
JESÚS RUBIO

Con el aliento voraz de los hombres rápidos en el cogote, el belga Jan Bakelants logró una agónica victoria con un segundo de ventaja sobre Peter Sagan, que además le deparó premio doble: el maillot amarillo de Marcel Kittel, quien no resistió la cadena de tres puertos consecutivos que serraban el recorrido y llegó a Ajaccio a 17:35 minutos.

Con el pelotón partido y los grandes velocistas rezagados, el grupo encaró el punto caliente del día: el puerto de Salario (3ª), un kilómetro al 8,9%, a 12 de la meta. Ahí saltó el incansable Flecha y respondió Gautier, que dio continuidad a la insistencia del Europcar durante toda la etapa. Entonces Chris Froome decidió lanzar su primer cohete. ¡Boom! Y sonaron las alarmas. El keniano no llegó muy lejos, pero ya ha despejado las dudas que generaron su caída en la neutralizada del sábado... Si había alguna duda.

Con la carrera lanzada se formó un sexteto con los españoles Flecha (otra vez) y Gorka Izagirre, el danés Fuglsang, el francés Chavanel, el italiano Mori y el belga Bakelants. Detrás, el grupo hacía sus cálculos para cazar, con el Cannondale desatado para facilitar la victoria y el maillot amarillo a Sagan, ambicioso tras su accidente de la primera etapa. Pero las calculadoras no siempre funcionan. El pelotón engulló a todos los escapados menos a uno: Bakelants, que celebró la victoria como el futbolista que marca un gol en los últimos minutos de la final de un Mundial (pongamos, Iniesta). Exultante.

La página oficial del Tour creó confusión al dar vencedor a su compañero del RadioShack Markel Irizar, que luego dijo guasón en la SER: “Está bien que soñéis, seguid soñando”. Al final sólo quedó como una anécdota. Como lo acabó siendo, aunque pudo ser más grave, la aparición del tonto de turno que casi tira a Sagan o el perrito que cruzó la calzada en los últimos kilómetros. Si a eso unimos el famoso autobús del Orica del sábado, motivo ya de chanzas en las redes sociales, la chapuza está invadiendo estos días la carrera.

Antes de esta tralla también sucedieron cosas. Igual que el sábado, la fuga del día se forjó pronto: en el km 5. Y como entonces, entraron un corredor del Euskaltel (Rubén Pérez), otro del Europcar (Veilleux) y Boom (del Belkin), esta vez acompañados del todoterreno Kadri (Ag2R). Faltó alguien del Sojasun, lo que enfadó tanto a su director que mandó tirar a por la fuga y luego atacar a Simon, que anduvo unos kilómetros desesperado en tierra de nadie. La escapada sólo resistió hasta algo más allá del primer puerto de tercera, Bellegranajo (km 70), que coronó Boom. Sobrevivió Kadri, que pasó primero Serra (3ª) y aún tuvo fuelle para pasar segundo por Vizzavona (2ª), el puerto más importante de la jornada, a 58 km.

Fue precisamente en Vizzavona donde se vio el primer movimiento interesante. Ahí atacó Rolland, igual que hizo anteriormente su compañero Voeckler. El Europcar ha arrancado este Tour en estado de hiperactividad. Rolland se marchó en solitario, pero fue absorbido a 48 km. Se le verá más días por delante. Igual que a Froome.