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Ciclismo | La intrahistoria

Los franceses quieren proteger el Tour de France

Es un "patrimonio nacional"

Frederic Hermel
Los franceses quieren proteger el Tour de France

Para la mayoría de los franceses, incluso los que no son grandes aficionados al ciclismo, el Tour de France es un patrimonio nacional que hay que cuidar. El hecho de que quien más veces ha sido campeón en la historia de la carrera se vea despojado de sus siete títulos aparece del otro lado de los Pirineos como muy mala noticia, como una cicatriz difícil de curar. Pero en Francia, aunque la gente se apena por el daño que este tipo de acontecimientos le producen al Tour y al ciclismo en general, el sentimiento no es el mismo cuando hablamos de la persona en cuestión. Lance Armstrong no era querido por mis compatriotas cuando lo ganaba todo e imponía su ley. Francia fue capaz de investigar y de apartar del Tour al último gran campeón que había visto nacer en este deporte. Hablamos de Richard Virenque, principal víctima de la limpieza brutal que se realizó en la edición de 1998. ¿Por qué se iba a proteger y sentir pena por una persona como Armstrong? Y no se trata en absoluto de una consecuencia del antiamericanismo que aparece, de vez en cuando, en cierta parte de la sociedad francesa. Nadie ha olvidado, por ejemplo, cuanto cariño le dio la afición francesa a Greg Lemond, compatriota de Amstrong, incluso cuando se peleaba con Bernard Hinault en el seno del mismo equipo.

En Francia se piensa que hay que proteger al Tour por encima de cualquier ciclista y, si por ello se deben tomar medidas radicales como vaciar el palmarés de siete ediciones, los galos están dispuestos a aceptarlo. La fama y la credibilidad de este monumento de la cultura popular francesa corren peligro cada vez que se descubren nuevos casos de dopaje y la gente es consciente de que la lucha sigue siendo obligatoria. No lo era aún cuando, a finales de los noventa, la ministra comunista de los deportes Marie-Georges Buffet inició la política de tolerancia cero. Hoy, la socialista Valerie Fourneyron lo tiene más fácil. La opinión pública ha evolucionado y está con ella.