Ciclismo | Vuelta 2010 | 3ª etapa

Antón ha vuelto

Venció en un final apto para alpinistas. Gilbert resiste como líder

AFP

Cuando nació Igor Antón (3 de marzo de 1983), Laurent Fignon era un joven de 22 años que se preparaba para debutar en la Vuelta a España. Lo hizo de un modo deslumbrante, lanzando a Hinault y revolucionando la sobria imagen que se asociaba a los ciclistas, hombres rudos y de humildad campesina. Fignon, que era arrogante, rubio y lucía gafas de alambre, aportó el tecnicolor al ciclismo, una modernidad que llegaba con retardo. A los 23 ganó su primer Tour . A los 30 años, calvo y con coleta, ya era un ciclista pasado de moda, estigmatizado por su derrota por 8 segundos ante Lemond.

Es fácil que para Igor Antón el recuerdo de Fignon sea como nuestra evocación de Antonio Machín, ídolo paterno. No se le puede culpar. Sin embargo es posible aprender mucho de la historia de los viejos campeones. La primera enseñanza es que los grandes ciclistas no son dóciles, sino que se rebelan, y que no hay más estrategia que la que marca cada cuerpo. La siguiente lección es corta: carpe diem. Si Antón siente que ya le ha llegado el momento, que vuele. Que no se acomode en la prudencia de los que siempre recomiendan paciencia.

Es imposible no reconocer a una estrella en ese ciclista que levantó los brazos tras escalar la encalada pared de Valdepeñas de Jaén. La etapa, cargada de tensiones y ataques, coronada con un final exagerado, sólo podía señalar a un gran corredor.

El Caisse d'Epargne lo intentó de lejos, su única alternativa. Con Luis León y después con Rigoberto Urán. Pero era el trazado de Purito, lo sabía todo el mundo y él también lo proclamó, valiente como suele. Por eso Karpets se dejó la piel en la última subida, y hay mucho talento en ese pellejo.

Pero anunciarse tanto convierte al favorito en el enemigo público número uno. Llegados al Everest, Purito demarró con una rabia casi cómica, sus piernas parecían aceleradas como en las películas de Charlot. Nibali, Antón y Gilbert eran los gendarmes con la porra.

Purito se cansó de la resistencia ajena y el acelerón de Antón sólo lo resistió Nibali, que ha venido para ganarnos. Tal vez el Tiburón pretenda confirmarse al mundo como un día hizo Fignon.

Frank Schleck, Menchov, Mosquera o Arroyo cedieron unos segundos, pero conservan intactas sus opciones. No se puede decir lo mismo de Sastre, que entregó 1:34 tras perder comba en el puerto de segunda. Y entre los tapados no perdamos de vista a Velits y Van Garderen, que permanecen ocultos, pero muy presentes en la general (quinto y sexto).

Resultó un día apasionante y diría que feliz si no se hubiera marchado aquel ciclista altivo y brillante que nos impactó en la niñez, cuando los impactos duran para toda vida.

Lo más visto

Más noticias