Ediciones
Resultados
Síguenos en
Hola

Ciclismo | La intrahistoria

Rayos X en la trastienda del podio de las azafatas

Q. I.
La máquina de rayos X.

Phillipe Chevalier, director técnico de la Unión Ciclista Internacional, abre para AS las puertas del último morbo tecnológico que ayer se estrenó en el Tour de Francia. Tras el podio de las azafatas, la UCI esconde un escáner que busca detectar si alguna bicicleta del Tour lleva un motor infiltrado en la tija del cuadro. "Estamos convencidos de que no, pero por si acaso vamos a radiografiar las bicicletas (ayer examinaron catorce, entre ellas las de Cancellara, Armstrong y Andy Schleck)", dice mientras permite que un árbitro de la UCI, que certifica todo lo que allí sucede, entra con una nueva bicicleta, la del murciano Luis León Sánchez. La máquina lleva enrollado un brazalete que es la señal que obliga a esa revisión. La bici cabe entera dentro del escáner.

"Ahora la fotografiamos con rayos X". Efectivamente, en la pantalla del ordenador se reflejan las tripas de la cabra de Luisle. Ni rastro del motor. Al entrar en meta, los corredores no sólo tienen que hacer caso a los chaperon de la UCI que les pueden reclamar para un control antidopaje. Si les ponen un brazalete en el cuadro van a tener media hora para presentarse con la bicicleta en la zona del podio. Y no para subirse a besar a las azafatas.