Rudy Fernández cerró con un merecidísimo reconocimiento en los Premios AS del Deporte un 2022 que ha sido un año difícil, con momentos muy duros, y ha acabado siendo inolvidable. En lo personal, por la pérdida de su padre, que falleció en mayo y del que el mallorquín, que en abril cumplirá 38 años, se acordó cuando levantó, junto a su mujer y a sus hijos, la Copa del campeón de Europa en Berlín. Uno de los títulos más increíbles de la historia de la Selección. Pero puede haber más. “Los Juegos están lejos, yo me veo a lo mejor este verano, en el Mundial y después ya veremos. Antes lo comentaba con Rafa, que con 37-38 años vas día a día, no te planteas más allá”, dijo el mallorquín tras recibir su premio.

Ese 2022 fue un camino de exorcismos, de derribar muros que se estaban levantando. La especialidad de un jugador ejemplar que ha sabido convertir en inacabable su carrera y en eterno su legado. Ya uno de los grandes aleros de la historia del baloncesto europeo. El domino del Barça de Jasikevicius en la ACB acabó doblegado por la exhibición del Real Madrid en la final de la Liga. Después de ocho derrotas en las últimas diez jornadas de fase regular, el equipo blanco se quedó a una canasta de ser campeón de la Euroliga. Y un Eurobasket que parecía de perfil bajo y cambio de ciclo acabó con un oro que ya es leyenda.

Y en todas esas fotos estuvo, como en básicamente las últimas dos décadas, Rudy. Coronado ya como gran capitán, como veterano infaltable, como líder dentro y fuera de la pista. Más que una estrella, más que un gran jugador. Un referente: “Me siento Rudy, no me siento un mito. Pero estoy encantado de estar aquí. Primero agradecer a AS por este premio, también a la FEB, al Real Madrid, a Pablo (Laso), y a todos todos los compañeros que he tenido, que han confiado en mí. Ojalá haya más tiíulos”.