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HISTORIA DE LA NBA

Zydrunas Ilgauskas: la leyenda de ‘Big Z’, el ídolo a la sombra de LeBron

Fiel escudero de LeBron en los Cavs, Ilgauskas llegó en el mismo ‘draft’ que Kobe, luchó contra las lesiones, y apenas jugó con Lituania, pero se convirtió en un icono en Ohio.

Zydrunas Ilgauskas of the Cleveland Cavaliers shoots against the Miami Heat 21 January 2008 at the American Airlines Arena in Miami, Florida.    Issac Baldizon/NBAE via Getty Images/AFP =FOR NEWSPAPER, INTERNET, TELCOS AND TELEVISION USE ONLY= MORE ON IMAGEFORUM=
Issac BaldizonAFP

Estar a la sombra no gusta a todo el mundo, pero hay casos en los que el protagonista lo ha llevado muy bien. Es lo que le pasó a Zydrunas Ilgauskas, un pívot de 2,21 que se pasó su carrera deportiva a la sombra de LeBron James. En 12 temporadas en la NBA, el gigante lituano se convirtió en uno de los europeos más destacados de la competición y también en uno de los baloncestistas que más y de forma más eficiente ha jugado en la mejor Liga del mundo. Un hombre atípico en las formas, discreto, al que no le importó estar en un segundo plano y hacer así una carrera deportiva meteórica, en la que sumó buenos momentos. Sin brillar al nivel de una estrella, pero con seguridad y de manera rotunda. Sin ser nunca una primera espada, pero adaptándose siempre a un rol determinado, huyendo de los problemas, comunicándose de la forma adecuada y trabajando siempre para estar en un momento que le permitiera ayudar al equipo. Un gigante, un center y un baloncestista que se convirtió en un ídolo en Ohio a base de trabajo, esfuerzo y conexión con la afición.

Ilgauskas nació en Kaunas, una ciudad que hoy pertenece a Lituania pero que entonces era parte de la Unión Soviética. Fue en 1975, en los albores de la Guerra Fría en la que capitalismo y comunismo luchaban por la supremacía mundial. El pívot no tardó, eso sí, en cambiar su país por la NBA, algo que luego repitió durante toda su carrera, mostrando un nulo compromiso con su selección: sólo disputó tres partidos oficiales con Lituania, todos ellos en fases previas y nunca en un gran torneo (Juegos Olímpicos, Mundiales o Eurobasket). La excusa siempre rondó entre lo que parecía que le pedían en la mejor Liga del mundo y lo que él mismo quería, algo (esto últimos) que se acerca más a una realidad que se impone a todo. Nunca mostró interés ni se ha convertido en embajador del baloncesto lituano. Y su conexión con la competición norteamericano siguió en su retirada, cuando pasó a formar parte de los despachos de los Cavaliers.

Su aterrizaje en la NBA fue en 1996, en un draft que encumbró a gente como Allen Iverson, Steve Nash o, claro, Kobe Bryant. Ilgauskas fue elegido en el puesto 20, llegaron a un equipo en descomposición, que dejaba atrás los años en los banquillos de Lenny Wilkens o Mike Fratello, cinco presencias consecutivas en playoffs, ocho en las últimas nueve temporadas y las finales del Este de 1992 como éxito inequívoco para un mercado tan pequeño, motivado por el buen hacer de ese Wilkens que llevó a los añorados Sonics al anillo de 1979. Los años de Brad Daugherty, Ron Harper, Mark Price o Larry Nance quedaban atrás y se iniciaba una nueva era que tardaría mucho en llegar. Y la primera temporada del reciente fichaje fue en blanco por una lesión de pie, merced a los problemas que siempre tuvo en el tren inferior un hombre de 2,21 cm.

Ilgauskas se fue a 13,9 puntos y 8,8 rebotes en la que fue su temporada rookie, llegando los Cavaliers a los últimos playoffs de toda una era de bonanza, meritoria en el caso de un equipo que raras veces (por no decir nunca) atraía agentes libres. El lituano disputó 5 partidos la temporada siguiente antes de lesionarse de nuevo, perderse la totalidad de la 1999-00 y emerger de nuevo en el nuevo siglo. En la 2000-01 disputó 24 encuentros. Al curso siguiente, 63. Y entonces, emergió: 81 duelos, 17,2 tantos y más de 7 rebotes por noche y primer All Star para un jugador que consiguió 20 dobles-dobles y establecerse en un equipo malo, de derrotas constantes, que buscaba desesperadamente un mesías. Fue en esa 2002-03 cuando se quedaron en 17 victorias. Y el número 1 de draft que lograron por paupérrimo récord dio sitio a LeBron James. Ahí se encontró la asociación definitiva entre franquicia y estrella, una que demás nació en Akron, natural del estado de Ohio, en el que se encontraban los Cavs. E Iglauskas encontró la oportunidad de ser competitivo a la sombra del futuro Rey de la NBA. Y hacer lo que mejor sabía en el rol en el que más cómodo se sentía. Como guardaespaldas de una leyenda.

Las Finales de 2007 y el ocaso del pívot

Ilgauskas encontró por fin la regularidad y fue uno de los más fieles compañeros de LeBron durante los siguientes años. Volvió a pisar el All-Star, esta vez junto a su compañero, en 2005 (16,9+8,6 de promedio) y se adaptó a compañeros interiores como Carlos Boozer, Drew Gooder, Anderson Varejao, Ben Wallece o Shaquille O’Neal. Todos ellos, menos Shaq en su ocaso, pertenecientes a la cultura defensiva que el entrenador Mike Brown impuso esos años. Es así como los Cavs llegaron a las Finales de 2007, de forma tan inopinada como merecida, con una plantilla muy justa pero un LeBron estelar que lideró en finales de Conferencia a la ciudad de Cleveland al sueño del anillo con una exhibición para los anales ante los Pistons. El primer gran hito del Rey, con el quinto encuentro en el mítico Palace en la retina de los aficionados. Una actuación que supuso mucho, pero que no cambió nada en un jugador que no fue hasta mucho tiempo después cuando se quitó la etiqueta de no ganador y consiguió voltear la opinión pública, ese lugar en el que se ganan y se pierden las batallas que deciden las guerras.

La primera etapa de LeBron en Cleveland, esa en la que el mundo se le puso en contra (las Finales perdidas, fracasos en playoffs, peticiones constantes entre bambalinas de nuevos refuerzos...) tuvo como común denominador a Ilgauskas, ese pívot enorme, de gran envergadura, tan alopécico como impertérrito, que siempre fue fiel a la franquicia y al Rey. Posteaba bien, tenía buen gancho y un excelente tiro a media distancia con el que hacía de receptor de muchas de las asistencias que por entonces (como ahora) repartía LeBron. De 2002 a 2009, Ilgauskas disputó 534 partidos, todos ellos como titular, un puesto que no perdió hasta la llegada de O’Neal. Y entonces no se quejó, como no lo hizo antes. Discreto y amable con la prensa y con un carácter conciliador como compañero, su aspecto y su ética de trabajo le permitió ganarse el favor de Cleveland, lugar en el que también apareció su apodo: Big-Z.

El lituano superó los 11 puntos y los 6,7 rebotes de promedio en sus 11 primeras temporadas en Cleveland, que habían sido 13 si las lesiones no hubieran hecho su aparición al principio de su carrera. En la 2010-11, siguió a LeBron a Miami, una petición expresa que LeBron extendió a otros como el triplista James Jones, al que se llevó de los Heat a los Cavs cuando inició su segunda etapa en Ohio. Ahí, volvieron a aparecer las molestias físicas, aunque de menor nivel y ya en un rol mucho más secundario: 5 puntos y 4 rebotes de promedio, 72 partidos, 51 como titular. En semifinales de Conferencia, ante los Celtics, se volvió a lesionar. Durante esos playoffs cumplió los 36 años y vio como los Heat caían en las Finales contra los Mavericks de Dirk Nowitzki, un hombre con el que había protagonizado grandes batallas. La última vez que saltó a pista fue el 8 de mayo de 2011. Anotó 2 puntos en algo más de 3 minutos. Y dijo adiós.

Ilgaukas se retiró tras 843 partidos en la NBA, 724 como titular. Promedió 13 puntos, 7,3 rebotes y 1,6 tapones, otra de sus especialidades (llegó a los 2,5 en la 2003-04) motivada por sus largos brazos. Con 10.616 puntos y 5.904 rebotes, sigue siendo hoy el segundo máximo anotador y reboteador de la historia de los Cavaliers, que le honraron en su retorno con la camiseta de los Heat, justo al contrario que a un LeBron que fue más abucheado que nunca ese día, pero que hoy está (más que) merecidamente reconciliado en el lugar que le vio nacer. El 8 de marzo de 2014, vio como la franquicia de Cleveland le retiraba su número 11 como homenaje a su carrera deportiva, un honor que sólo habían recibido dos jugadores europeos con anterioridad: Dražen Petrović (Nets) y Vlade Divac (Kings). Es la leyenda de Zydrunas Ilgauskas: Big Z, el ídolo a la sombra de LeBron. Algo que tiene tiene mucho mérito. Al fin y al cabo, estamos hablando de una sombra muy (pero que muy) larga.

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