Wembanyama, un desafío en soledad
Sin Chris Paul, sin Gregg Popovich y tras superar una trombosis, el gigante francés afronta su tercer año en la NBA con muchas expectativas y la necesidad de alcanzar la madurez definitiva.


El 22 de junio de 2023, el mundo del baloncesto se paraba y la NBA daba la bienvenida a un tal Victor Wembanyama. Muchos decían que desde LeBron James nadie había causado tanto revuelo en su llegada (un argumento que, irónicamente, hemos escuchado más de una vez) y otros que estábamos ante el inicio de una nueva era en la mejor liga del mundo. Al fin y al cabo, el propio LeBron y las generaciones que le siguen (porque de la suya ya no queda nadie) estaban (y están) en las últimas: Kevin Durant, Stephen Curry... Y por otro lado, la camada de nuevos talentos, dominada por el puño de hierro europeo, necesitaba al último eslabón de una cadena infinita que representaba ese gigante francés de más de 2020 centímetros y una envergadura que le daba para abrazar a un elefante.
Ahora, más de dos años después de todo ese ajetreo y de que tantas miradas se fijaran en un producto televisivo que la NBA iba a exprimir hasta la saciedad (para sorpresa de nadie), las aguas se han templado con Wembanyama. Y la narrativa generada por la opinión pública, ese lugar en el que se ganan y se pierden las batallas que deciden las guerras, ha disminuido. Y no porque el jugador haya hecho nada mal, sino porque esto le pasa a todo el mundo y ocurre con todo el mundo excepto con LeBron James, que mezcla su inherente capacidad para ser noticia en todo momento con una capacidad deportiva inédita que le permite estar permanentemente en la cresta de la ola.
Wembanyama todavía no tiene eso y su entorno ha marcado mucho su evolución, así como los inevitables factores externos. En su primera temporada se fue a 21,4 puntos, 10,6 rebotes y casi 4 asistencias, además de liderar la liga en tapones con 3,6, llevándose el Rookie del Año y quedando sorprendentemente segundo (por lo malo que era el equipo en ese aspecto) en el premio a Mejor Defensor. El año sophomore iba como la seda, superando sus estadísticas individuales (24,3, con 11, casi 4 asistencias y otros casi 4 tapones) y cuajando exhibiciones antes de sufrir una trombosis que provocó que su campaña fuera rápidamente truncada con 46 partidos disputados. Cuando ocurrió, puso rumbo a la curación y al retiro. Y, desde entonces, poco o nada se ha sabido de él.
La fuerza de la soledad
Lo que pasó fue lo lógico: en plena temporada NBA y con todo en marcha, la figura del francés se fue diluyendo más allá de noticias sueltas sobre que no acudiría al Eurobasket y demás variables. El fichaje de Luka Doncic por Los Angeles Lakers puso el foco mediático en la ciudad de la luz y enterró hasta nuevo aviso al héroe de unos Spurs huérfanos de él y que se quedaron en 34 victorias el curso pasado tras sumar 22 el anterior, el primero de Wembanyama en sus filas. Desde luego, la ambición no era algo que caracterizara a los texanos, que suman seis temporada consecutivas sin acceder a playoffs tras ser un asiduo durante 22 años seguidos y en 29 de los 30 anteriores. Mala cosa.
En medio de todo esto, Wembanyama se fue quedando sólo: por un lado, Gregg Popovich sufrió un derrame cerebral a inicios del pasado curso y parece (con este tío nunca se sabe), que camino de los 77 años no volverá a los banquillos. Mitch Johnson se ha hecho con los mandos y suplirá la alargada figura de un ser legendario. Por otro lado, Chris Paul encara su 21ª temporada como profesional y fue un excelente mentor para el pívot, pero ha decidido que la felicidad está en los Clippers y que ahí vivirá su última gran aventura, en esa antigua Lob City que ya no lo es y donde fraguó su leyenda, más maldita que otra cosa a pesar de todo. Por lo tanto, el francés ha perdido a dos figuras muy importantes para él hace no mucho tiempo. Aunque...
Puede ser algo bueno. Sin Popovich, renombrado como presidente de la entidad, los Spurs pueden dejar de estar enquistado en el pasado y sin opciones de futuro por muy bueno que fueron esos tiempos en los que ganaban anillos con Tim Duncan y compañía. Y Chris Paul puede haber cumplido su misión y haber dejado su impronta. La plantilla no deja de tener piezas interesantes (Kelly Olynyk, Devin Vassell, Harrison Barnes, Keldon Johnson, De’Aaron Fox...) y todo pasará por ver cómo ha vuelto el francés de su enfermedad y de si tendrá o no restricción de minutos. Eso sí, afrontará el desafío en soledad, como las grandes leyendas de la historia del deporte. Y será ahí cuando veamos cómo de lejos puede llegar realmente la siempre interesante figura de Victor Wembanyama.
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