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Una NBA de 67.000 millones

La NBA tiene apalabrados unos nuevos contratos televisivos que darán, otra vez, una nueva dimensión a sus ingresos y a los de los jugadores.

Una NBA de 67.000 millones
RONALD CORTESAFP

La NBA sigue diseñando su futuro, paso a paso y según el plan que siempre ha manejado Adam Silver, el comisionado, para dejar encauzado el presente y el futuro a medio plazo de una competición que vive una edad de oro en lo económico que no tiene pinta de pisar el freno. Más bien todo lo contrario.

Primero fue el nuevo convenio colectivo, la paz social entre franquicias y jugadores: patronal y sindicatos. Un objetivo que siempre se consigue con menos sufrimiento cuanto mejor es la situación económica y mayores las perspectivas de ingresos para todos. Nadie quiere tentar a la suerte con una gallina de los huevos de oro que está en máximo históricos, números inimaginables hace no tanto: el valor medio de las franquicias NBA ya ha llegado a los 4.000 millones y el de los contratos de los (más o menos 450) jugadores ya está por encima de los 10. Después del convenio, los nuevos acuerdos televisivos. Y en eso se está ahora, casi en el final de unas negociaciones que están a punto de concretarse. Cuando está amarrada la gran bolsa de dinero que sostiene el negocio, vendrá el resto del diseño de la próxima NBA. Primera parada, la ya nada secreta expansión de 30 a 32 franquicias.

Las televisiones sostienen el negocio

Los contratos con los grandes operadores televisivos son la madre del cordero, el meollo de la cuestión económica. El gran soporte de la NBA y la fuente primordial de ingresos de todos. Forman pate del BRI (Basketball Related Income), todos los ingresos relacionados directamente con el juego, con los partidos en sí: televisiones, merchandising y restauración, parkings… El reparto de ese BRI entre franquicias y jugadores suele ser el gran caballo de batalla de las negociaciones cuando toca renovar convenio. En el anterior, los jugadores recibían una cantidad que oscilaba, según variables, entre el 49 y el 51%; y en el nuevo se aseguran, en principio, el 51% (queda el 49 para los propietarios).

De ese BRI depende el salary cap, el límite salarial que tienen todos los equipos para gastar en salarios cada temporada. Por eso, cuando se disparan los contratos televisivos, lo hace también el cap y, por lo tanto, los contratos de los jugadores. La gran revolución llegó en 2015, cuando se cerró un acuerdo con Disney (ESPN y ABC) y Turner (TNT) por unos 24.000 millones durante un período de nueve años (2016-2025). La magnitud de este acuerdo se entiende si se compara con el anterior, por el que Disney pagaba unos 485 millones y Turner, unos 445. La cantidad anual pasó a triplicarse, y superó los 2.600 millones anuales. Con esa inyección, el salary cap se descontroló: 63 millones en la temporada 2014-15, 70 en la 2015-16, la última del anterior acuerdo de TV… y 94 en la 2016-17. Un nuevo mundo.

La llegada de tanto dinero provocó una deformidad nunca vista en el mercado. Permitió, por ejemplo, que los Warriors tuvieran margen para acometer la llegada de Kevin Durant. Al menos, fue uno de los factores que facilitaron una operación a priori imposible. E hizo que los equipos, en esa inflación, firmaran muchos contratos demasiado altos. Tanto que las siguientes ventanas de mercado se resintieron. Las franquicias, con la mala conciencia del gastador, tenían que seguir pagando contratos que en lo deportivo se demostraron desastrosos; y entre los jugadores, las clases media y baja se encontraron con un mercado de peores posibilidades. Como nadie quería que se repitiera algo así con el próximo contrato televisivo, el último convenio colectivo especificó que el salary cap no podría experimentar subidas interanuales que fueran más allá de un 10%. De esta forma, si la llegada de ingresos iba más allá de esa cifra, se iría prorrateando para evitar un cap monstruoso y distorsionado. Básicamente, para evitar que el mercado volviera a descontrolarse como en 2016. El cap ha estado fijado en 136 millones esta temporada y tiene una proyección de 141 para la próxima (2024-25).

En la siguiente, 2025-26, entrarán en vigor esos nuevos contratos televisivos que, después de meses de negociaciones, rumores y filtraciones, casi tienen forma definitiva ya, al menos según la información de Sports Business Journal. Este medio asegura que la NBA tiene listo un acuerdo con Disney (ESPN, ABC), Comcast (NBC, que recuperaría su participación en la NBA) y Amazon por un valor total de más de 7.400 millones. Sería, en otro tramo de nueve años, casi 67.000 millones. Supondría, por lo tanto, casi triplicar otra vez las cifras de los contratos anteriores. Y acercarse a los 75.000 millones de dólares que la Liga buscaba, tal y como aseguró el periodista Jabari Young (CNBC) en 2021. Unos cálculos que a muchos parecieron imposibles entonces, pero que no han acabado tan lejos de la realidad.

Un último gran pulso en NBC y TNT

En cuanto los acuerdos se concreten, se jugará la última mano de la partida: Warner Bros Discovery, a la que ahora pertenece TNT, tendrá ocasión de igualar la puja de Comcast por uno de los paquetes de retransmisiones. Uno por el que va a pagar, según las últimas informaciones, 2.600 millones de dólares. Si finalmente es Comcast el que se queda con esa parte de las retransmisiones, acabará la histórica vinculación de TNT con la NBA. Y con ella, espacios de referencia como Inside The NBA, que ya apunta a que la próxima podría ser su última temporada en antena con un plantel que todos los aficionados estadounidense conocen: el presentador Ernie Johnson junto a los exjugadores Charles Barkley, Shaquille O’Neal y Kenny Smith.

Pero todavía existe la opción de que Warner Bros Discovery llegue a un acuerdo una vez que sepa con exactitud qué oferta tiene que igualar, y cuando aclare con la NBA qué considera cada parte que es igualar. Para el emporio mediático, se trata de poner el mismo dinero que figura en la oferta inicial. Para la Liga, hay que igualar también espacios e ingresos por publicidad. Hasta ahora, WBD no ha querido ni plantearse llegar a unas cifras que doblan los 1.200 millones que paga ahora. Sí parecía dispuesta a llegar a unos 1.800 o 2.000, algo que no será suficiente para desbancar a NBC.

El paquete de ESPN (Disney) será el llamado A y costará unos 2.800 millones al año. Incluye las Finales, una de las finales de Conferencia, partidos varios semanales en horario primetime, la WNBA y participación en los derechos internacionales de la NBA. Por el paquete B, el que será de NBC (Comcast) si TNT (Warner Bros Discovery) no cambia de parecer, se va a pagar entre 2.500 y 2.600 millones al año, y da derecho a emitir una final de Conferencia, semifinales de Conferencia, dos ventanas de primetime a la semana y, por lo que parece, un domingo especial que seguirá a la temporada de NFL (que acapara durante su trascurso ese día de la semana) y que se llamará “Basketball Night in America” o “Sunday Night Basketball”. El tercer lote, el de Amazon, se venderá por un precio de entre 1.800 y 2.000 millones e incluirá el In-Season Tournament, el Play In, partidos de primera ronda de playoffs, de WNBA y derechos internacionales.

La situación de TNT (cuyo vínculo con la NBA se ha mantenido durante cuarenta años) es, por lo tanto, límite. Su grupo, WBD, tiene una deuda de 40 millones de dólares. Por eso en parte no aprovechó, entre mitad de marzo y el 22 de abril, el margen de derecho preferencial para negociar con el que los actuales socios de la NBA contaban antes de que los lotes salieran a un mercado libre. Disney sí se encargó de dejar claro que iba a mantener su paquete A y que pagaría el doble (de 1.400 a 2.800 millones al año) para confirmarlo.

Un efecto descomunal en los ingresos

Estos nuevos contratos tendrán un efecto obvio en el BRI y, por lo tanto, en el salary cap y los salarios de los jugadores. Tanto que en la próxima década se avistará la barrera de los 500 millones totales y los 100 anuales en la parte final de los contratos máximos de categoría más alta. Los acuerdos televisivos van a asegurar que se llegue a ese nuevo tope de control del 10% de crecimiento anual, lo que situará el cap por encima de los 200 millones en la temporada 2028-29 y de los 300 (más del doble de los 141 de la próxima) en la 2032-33. Así que estamos a ocho años de que las franquicias (seguramente, ya 32 para entonces) dispongan de más de 300 millones para invertir en la confección anual de sus plantillas.

Jaylen Brown firmó el pasado verano el (entonces) contrato de más volumen de la historia, el primero que podría haber llegado a 300 millones pero que, por los ajustes del cap real, se quedó en 288 por cinco años. En unas semanas Jayson Tatum, su compañero en los Celtics, tendrá la opción de firmar (firmará) una extensión de cinco temporadas y unos 315 millones de dólares, y en el verano de 2025 llegará el momento de que Doncic bata récords (hasta que llegue el siguiente…) con cinco años extra en los Mavericks y una proyección de 347 millones.

Los contratos se formulan por porcentajes del cap, así que aunque la arquitectura de las plantillas y la jerarquización de salarios no vaya a cambiar demasiado, sí lo van a seguir haciendo (en una crecida constante) los millones que perciben los jugadores. Algo de lo que, obviamente, se van a beneficiar especialmente los más jóvenes, las nuevas súper estrellas. Da vértigo pensar en lo que puede tener por delante a nivel financiero un jugador como Victor Wembanyama, que solo lleva una temporada consumida de su contrato rookie y tiene todavía 20 años.

En las proyecciones actuales, 2032 marca en la última barrera, el primer año en el que se verá en la NBA un salario anual en tres cifras, por encima de los 100 millones. El cap subirá en torno al 3,7% entre esta temporada y la próxima, pero después, con los nuevos contratos televisivos en vigor, llegarán las crecidas disparadas hasta el techo del 10%. Por eso los expertos ponen en la temporada 2032-33 ese hito de los 100 millones. Podría adelantarse, pero en ningún caso llegaría en el próximo lustro, antes de 2029. Y siempre, claro, dentro de las condiciones de reparto de beneficios y estructura de contratos del actual convenio, unas reglas del juego acordadas hasta el verano de 2030, si bien tanto jugadores como franquicias tienen el derecho a dar por finalizada unilateralmente su vigencia un año antes, después de la temporada 2028-29. Una en la que un contrato máximo (en el tope del 35% del salary cap) en las proyecciones actuales de ingresos televisivos, dará unos 72 millones de dólares solo en ese curso. Que serían 95 en el quinto y último de vínculo dentro de un acuerdo total que se movería ya en unos 420 millones totales por cinco temporadas.

La aparición atómica del contrato supermax

El contrato súper máximo, o supermax, fue una creación introducida por el convenio colectivo aprobado en 2017. Es el término coloquial para referirse a la provisión llamada en realidad Designated Veteran Player Extension, pensada para que los equipos tuvieran más armas económicas con las que retener a las estrellas que habían drafteado y criado. En gran parte, una reacción a la quiebra disparatada que supuso el pico del mercado de 2016 (con el cap disparado por los acuerdos televisivos) y, sobre todo, a movimientos como la fuga de Kevin Durant de OKC Thunder para enrolarse en los Warriors. Según esa figura contractual, entonces de nueva creación, los equipos podían ofrecer una extensión de un máximo de cinco años a un jugador que podría saltar de un tope del 30% a uno del 35% del salary cap total de la siguiente temporada para fijar su sueldo inicial con, a partir de ahí, subidas del 8% cada año.

Se requieren, eso sí, algunas condiciones extra para poder pasar de max a supermax: llevar siete u ocho años de servicio en ese equipo en el momento de firmar la extensión (cuando queden uno o dos años más de contrato por delante) y no haber cambiado de camiseta salvo si ha sido por traspaso durante las cuatro primeras temporadas, situación en la que el jugador mantiene (no si cambia de aires como agente libres) la opción de ser supermax. Además, tiene que cumplir uno de estos requisitos: ganar el MVP una vez en las tres temporadas anteriores, entrar en los quintetos All NBA (primero, segundo o tercero) en la temporada anterior o en dos de las tres anteriores o ser elegido Defensor del Año en la anterior o en dos de las tres anteriores. La extensión podría llegar a un máximo de seis años totales en función de lo que quede de contrato (se firma por cuatro si quedan dos vigentes o cinco si es uno) y no puede bajar del 30% del cap con tope (suele quedar así fijado) en el 35.

En el caso de las extensiones de contrato rookie (las jugadores que son elecciones de primera ronda tienen sus cuatro primeras temporadas fijadas salarialmente por la posición en la que son seleccionados) existe también una extensión máxima que absorbe el 25% del cap. Pero se puede llegar hasta el 30%, una especie de supermax para rookies, gracias a la llamada coloquialmente Derrick Rose Rule, una excepción implementada cuando Rose ganó el MVP con Chicago Bulls y tan solo 21 años, en 2011. Para dar ese salto, el jugador tiene que ganar el MVP, entrar dos veces en los quintetos All NBA o ser dos veces titular en el All Star.

Tatum, Jokic, Shai, Doncic... y Wembanyama

Según estas condiciones y la situación actual del salary cap ponderada ya con esas subidas máximas que traerán los nuevos contratos televisivos, seguiremos viendo cada verano acuerdos que marquen récords bestiales… y de vigencia muy corta. Después del revuelo que causó el nuevo contrato de Jaylen Brown en Boston, Anthony Davis firmó con los Lakers una extensión de tres años extra que podía llegar a 186 millones con la media más alta hasta entonces por curso (62) y que acabó en unos 177 con el promedio en 59. Añadidas a las dos temporadas que ya tenía amarradas, el total era de cinco y unos 270 millones de dólares.

Para 2025 las nuevas extensiones pasarán de 300 millones y para 2028, de 400. El ya señalado Tatum será uno de los primeros que se beneficiará de este panorama con un nuevo acuerdo por cinco años extra con los Celtics que partirá de 54,3 millones el primer año y se alargará por cinco y, en principio, casi 315. Después de tres años seguidos en los equipos All NBA, entra de lleno en la categoría de supermax y a partir de la temporada 2025-26 se llevará el 35% del espacio salarial de los Celtics. Para llegar a esos casi 315 millones totales, tendrá que renunciar a su player option para la temporada 2025-26 (37,1 millones). En el último año, 2029-30, estará ya por encima de los 71 millones de salario. De récord porque nadie más aspira a una extensión supermax este próximo verano.

Pero en el de 2025 llegará el turno de Luka Doncic, que puede superar los 346 millones en cinco años de una extensión de partiría de 59,7 en su primer curso. Para tener el 35% del cap hay que haber pasado de diez años en la NBA… salvo que se aspire al supermax si se está en el rango de entre siete y nueve. Doncic, que cumplirá entonces los siete años de trayectoria NBA (2018-25), lleva cinco años seguidos entrando en el Mejor Quinteto, así que ya tiene asegurado ser supermax pase lo que pase el curso que viene (en el que, además, aspirará el MVP). En cuanto añada ese séptimo año de experiencia, podría renunciar a su player option de 49 millones para la temporada 2026-27 (la última de su actual contrato) y firmar una extensión con los Mavericks de cinco años y una proyección de 346,3 millones. Partiría de 59,7 (2026-27) y llegaría a 78,8 (2030-31). Ese mismo verano Joel Embiid, que ya tendrá 10 años de currículum NBA, podrá firmar por los mismos cinco años y 346,3 millones con los Sixers.

¿Y más de 80 millones al año? Ahí aparece Shai Gilgeous-Alexander, el fenomenal base de OKC Thunder que ha quedado segundo en la votación del MVP, por detrás de Nikola Jokic y por delante de Doncic. Con otra nominación All NBA en el bolsillo, se ha asegurado que el próximo verano podrá firmar su propia extensión de récord: cuatro años y 294,3 millones, con un salario inicial de 65,7. Tiene contrato hasta 2027 pero, a diferencia de Tatum o Doncic, no tiene player option en la última temporada, así que solo puede firmar por cuatro años extra (no puede renunciar a ese opcional y firmar por cinco de más volumen anual). Para el último año de ese nuevo acuerdo (2030-31), estará en 81,4 millones, lo que marcará nuevo techo en la NBA.

Shai, además, tiene otra opción. Esperar a 2026 para firmar su extensión. Si entra en los quintetos All NBA en una de las dos próximas temporadas (vale primero, segundo o tercero) podría llevar esa prolongación a cinco años y 381 millones, con 86,7 en el último curso. Por delante de Doncic y Shai, en la votación por el MVP, terminó Jokic. El pívot serbio de los Nuggets lleva nueve temporadas en la NBA y ha sido tres veces MVP en cuatro años, así que su próxima extensión será supermax en todo caso. Su actual contrato acaba en 2028, pero la última temporada (2027-28) es una player option de 62,8 millones. Si la rechaza, puede firmar por cinco años y 381 millones. Igual que Shai. Si (no suele ser lo habitual) jugara esa última temporada con la player option, podría pasar después a una extensión de cinco años y 419 millones, con un salario inicial de 72,3 y uno final, en el curso 2032-33, de 95,3 millones.

En la misma situación que Jokic está también Giannis Antetokounmpo, que el pasado otoño firmó una extensión con los Bucks de tres años y que tiene contrato hasta 2028 con una player option de casi 67 millones en la temporada 2027-28. Si la rechaza, podrá firmar por 381 millones (empezaría en 2027). Si no, podría ir a 419 a partir de 2028, el momento en el que Devin Booker (que tiene contrato hasta 2028) podrá firmar en las mismas condiciones con los Suns: más de 419 millones.

Más allá de los 400 millones, ¿quién será el primero en ir más allá de los 450? Anthony Edwards, que solo tiene 22 años y llegó a la NBA en 2020, tiene todas las papeletas. El escolta de los Wolves, como Tyrese Haliburton (el base de los Pacers) firmó el pasado verano una extensión de cinco años de su contrato rookie, que se ha disparado a 245 millones gracias a su inclusión en los quintetos All NBA (el total no habría llegado, de lo contrario, a 205 millones). Unos 41 millones extra para una de las estrellas emergentes de la NBA, que está temporada juega bajo el cuarto y último año de contrato rookie y el próximo va a estrenar (42,3 millones) el nuevo, que se alargará hasta la 2028-29 (55,8 millones), en la que tiene player option. Si se mantiene en los Mejores Quintetos durante las próximas temporadas, y si se mete en ellos en la 2026-27, podrá firmar una nueva extensión de cuatro años y 356 millones. Pero si espera a 2028, se puede llevar 461 millones por cinco temporadas (79,5 en la primera) siempre que siga en el criterio de jugador de supermax. Además, en el último año de esa siguiente extensión (2033-34), se llevaría ya más de cien millones de dólares, 104,9, si se mantienen las subidas del 10% (el máximo posible en este convenio) del salary cap.

¿Y Victor Wembanyama? El aclamado número 1 del draft 2023 y cantadísimo Rookie del Año, un proyecto de jugador que puede cambiar el baloncesto, juega obviamente en el contrato rookie que ocupará sus primeras cuatro temporadas en la NBA y le dará 55,1 millones de dólares, una media de 13,7. La actual temporada y la próxima (12,1 y 12,7 millones) las tenía plenamente garantizadas, las dos siguientes (2025-26 y 2026-27) son team options que si no sucede nada (muy) extraño los Spurs ejecutarán en cuanto estén en plazo legal de hacerlo. Para 2026, cuando acabe la tercera, Wembanayma podrá asegurarse ya su primera gran extensión, que comenzaría después de completar el cuarto curso, en 2027. Será de cinco años y 265 millones (con 61,5 en la 2030-31) si se mantiene en el max básico de rookie (25% del cap y subidas del 8%)… pero irá más allá si Wemby se cuela en los criterios de la Derrick Rose Rule y entra en la categoría de extensión rookie supermax. En ese caso, su siguiente contrato sería de cinco años y 278,8 millones (64,5 en la última temporada, hasta el verano de 2031).

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