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NBA

Un momento clave para Aldama

El canario, después de su brillante papel en el verano de la Selección, afronta un momento trascendental para definir su futuro en la NBA.

Draymond Green, ala-pívot de los Warriors, agarra de la camiseta a Santi Aldama, de Memphis Grizzlies.
EZRA SHAWAFP

Santi Aldama terminó los Juegos Olímpicos con más de 17 puntos y 9 rebotes de media y un 45% en triples que explica su tremenda capacidad ofensiva: es un siete pies (2,13) que tira, tiene movimientos de toda la vida cerca del aro, lee el juego… en FIBA será importante durante muchos años, seguramente el nuevo gran referente, o uno de ellos, de la Selección española. Así lo veían en la FEB antes de un verano que les ha demostrado (Preolímpico, Juegos) que su idea iba bien tirada.

Para el gran público español, Aldama es una aparición en este ciclo de la Selección, una transición inevitable, que comenzó en el Mundial 2023. Quedó lejos, y en formato nicho, su brillante MVP en el oro del Europeo Sub-18 de 2019, en Grecia. Después, ese mismo verano, optó por buscar su propio camino hacia la NBA y se marchó a una universidad, pequeña, Loyola-Maryland. No era destino de grandes titulares, y menos en España, pero sí el ideal para él, cuya apuesta se demostró inmejorable cuando dos años después, en 2021, se coló en primera ronda del draft con el último pick, el 30.

Paso a paso, Aldama (que tiene todavía 23 años) va haciendo camino. En la Selección, una unión en la que ambas partes tuvieron paciencia para encontrar el momento (no estuvo en el Eurobasket 2022), y en la NBA. Durante sus tres temporadas en Memphis Grizzlies ha crecido, mejorado y definido poco a poco su rol. De proyecto a jugador de rotación y de ahí a notable la pasada temporada, cuando las lesiones crujieron a su equipo de tal forma que solo él (61) y Jaren Jackson Jr jugaron al menos 60 partidos. Y dos segundos puestos de Conferencia seguidos (56 y 51 victorias, cosa seria) se convirtieron en un año de reseteo y reflexión: 27-55 entre las idas y venidas (sanciones, problemas físicos) de Ja Morant, que ahora pasará examen final como jugador franquicia, y la reconfiguración de una plantilla que tiene que redescubrirse para seguir siendo competitiva, después de un año de paréntesis, en un Oeste en permanente crecida.

La pasada temporada, Aldama promedió 10,7 puntos, 5,8 rebotes, 2,3 asistencias y casi un 35% en triples. Raspado todavía como titular, tiene como mínimo ya un gran valor como jugador de rotación. Es capaz de moverse con fluidez en las posiciones entre el tres y el cinco, por toda la franja forward, tiene talento para producir por sí mismo en ataque y puede ser un parche eficaz en el quinteto. Eso como mínimo y hasta ahora. Obviamente, puede crecer más, y si bien su techo no es de estrella NBA, sí se le atisba como mínimo una carrera larga, seguramente productiva… y fructífera también en lo económico.

Porque este es, en lo contractual, un punto de inflexión importante en la todavía corta trayectoria de Aldama en la NBA. El canario fue elegido en primera ronda, así que pasó a estar regido por las tablas salariales estipuladas para los esos 30 primeros picks. Se llevó un contrato de 10,2 millones por cuatro años, los dos últimos (el segundo el que comenzará ahora) con team options (es así por normativa) que su equipo, los Grizzlies, han ido ejecutando felices: el rendimiento del canario ha estado por encima de lo previsible en un jugador elegido con el número 30. Esta temporada se llevará 3,9 millones de dólares, un salto con respecto a los 2,1 de la pasada (y los 1,9 y 2 de las dos primeras). Casi en cualquier escenario, y más en el actual, propulsado por una burbuja de millones que seguirá creciendo con los nuevos contratos televisivos, Aldama tiene un contrato excelente para su equipo. Pero también tiene derecho, una vez cubiertos los tres primeros años en la liga, a firmar una extensión por otros cuatro extra.

De esa generación de 2021, ya se han llevado extensiones monstruosas aspirantes a estrellas como Cade Cunningham, Evan Mobley y Franz Wagner. Aldama se mueve en otros registros, claro. Pero no parece descabellado que pudiera firmar por unas cifras anuales a la altura de lo que ahora vale el contrato de la midlevel excepction completa (más de 12 millones de dólares). Eso, por fijar una comparativa que puede ser adecuada para su rendimiento y su edad, le podría situar en unos 50 millones por cuatro años. Si firma la extensión con los Grizzlies: de momento no lo ha hecho y ambas partes se tomaron el periplo internacional (Preolímpico, Juegos) como un paréntesis. Ahora hablarán. Tienen de plazo hasta octubre, el momento exacto en el que comience la temporada 2024-25. Si no hay acuerdo para entonces, no habrá firma posible hasta que acabe la temporada.

Si finalmente no hay acuerdo, Aldama podría volver a alargar su vínculo con los Grizzlies cuando acabe la temporada 2024-25, después de las Finales. De lo contrario, saldrá al mercado cuando esté se abra: lo haría como agente libre restringido, en principio, porque los Grizzlies le firmarían la qualifying offer (5,9 millones) para asegurarse así el derecho a igualar cualquier oferta por él. Si, un caso improbable, Aldama llegara al mercado sin acuerdo de extensión ni esa oferta cualificada de los Grizzlise, sería agente libre sin ninguna restricción. Otra opción sería jugar ese año con la qualifying, por esos 5,9 millones, y ser agente libre pleno en el verano de 2026.

Así que en los próximos dos meses veremos cómo queda moldeado ese nuevo paso en la carrera de Aldama. Algunos periodistas especializados estadounidenses han situado al canario como un objetivo de traspaso interesante para equipos aspirantes al anillo. También podría serlo para franquicias en reconstrucción que busca talento joven y con los mejores años todavía por delante.

Aldama, si no firma una extensión, jugará en situación de expiring, en último año de contrato, lo que también puede invitar al traspaso. A posibles pretendientes y quizá a unos Grizzlies que moldean su futuro con mucho dinero ya colocado en los contratos de Ja Morant, Jaren Jackson, Desmond Bane y Marcus Smart. El año pasado ya fue traspasado, en una situación con algunos paralelismos, Xavier Tillman. Y los Grizzlies tienen que valorar cómo encaja ese nuevo contrato de Aldama entra en sus planes de futuro. Por ahora, están fuera del impuesto de lujo y de los nuevos y salvajes límites que marcan las aprons. Así que parece lógico concluir que la franquicia de Tennessee puede ver al español como una pieza de rotación ideal y como un contrato (incluso si firma por en el rango de los 10-14 millones al año) manejable y útil en caso de que haya que afrontar más adelante un traspaso. La rotación interior, además, no está para muchos experimentos tras las salidas de Tillman y Steven Adams, después de la grave lesión de la que sale definitivamente Brandon Clarke y pendiente del efecto de un arriesgado número 9 del draft, el gigante canadiense Zach Edey.

En la NBA, el baile es así. Importa el rendimiento pero también el punto de construcción y la estrategia de los equipos, el propio y el de lo que pueden estar mirando de reojo. Cada dólar cuenta contra un cap cada vez más amplio pero que obliga a una ingeniería más cuidadosa desde la entrada en vigor del nuevo convenio. Con 23 años, una trayectoria por ahora sólida y su nivel de los Juegos como última y vitalista postal, Aldama puede mirar al futuro con optimismo y sin aprensión. Lo primero será sentarse a hablar con los Grizzlies y, si todo va bien, asegurar su futuro por cuatro años y en un rango salarial que puede cuatriplicar al actual.

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