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LOS LAKERS RETIRAN EL '16'

“Queríamos mostrar cuánto se querían Kobe Bryant y Pau Gasol”

Dos artistas latinos de San Diego, Paul Jimenez y Signe Ditona, forman Ground Floor Murals. El único mural de Kobe y Pau en Los Ángeles lleva su firma.

Los Ángeles
“Queríamos mostrar cuánto se querían Kobe Bryant y Pau Gasol”

Asfalto, ladrillo, neón y ruido. Los huesos y el envoltorio, los vestidos, de las ciudades suelen ser lo que salta a la vista más rápido en cuanto echas un ojo. Una carta de presentación a vuelapluma. Pero es la piel, lo que no se nos abre hasta que no la pateamos, lo que explica de verdad a una ciudad. Y la de Los Ángeles, ese extraño lugar entre el Pacífico y las estrellas, es una piel tatuada. Que cuenta, cuando hace falta y a veces a grito pelado, su historia. Es una hagiografía espontánea, un vademécum desordenado; una forma de oír, entender y descubrir que sólo nos pide una cosa. Una que debería ser una obviedad pero que tantas veces no hacemos: que miremos.

Los Ángeles te entra por los ojos, en el estallido de colores de sus murales. Que son su arte y su pulso vital. Se explica en sus paredes, una brújula que señala a movimientos políticos y culturales. Tratado de héroes y popurrí de sabiduría popular. El boca a boca del espray. Desde un cielo azul radiante a esos barrios que parecen no acabarse nunca, desparramados hasta el infinito y sin concierto. Los Ángeles, en fin, es la capital mundial de los murales. Hay miles en sus calles -su piel- hasta el punto de que las instituciones acabaron creando programas de documentación y conservación. Si la ciudad quería ser entendida, primero tenía que entenderse a sí misma.

El gran protagonista de ese galimatías de colores que acaba siendo una guía de instrucciones (otra vez: si miras) es Kobe Bean Bryant. Al menos desde la tragedia, el accidente de helicóptero en Calabasas el 26 de enero de 2020. La ciudad se echó a las calles a pintar, se tatuó sus mil formas de entender a Kobe porque no conocía otra forma mejor para lidiar con el duelo. Avanzar a base de fijar en las paredes lo que estaba en su retina y su memoria. Asegurarse de no olvidar, de que podría seguir en movimiento perpetuo porque quedaba un rastro de pan que la devolvería a casa. Ser un lienzo, entre el luto y el homenaje. El tributo al legado y al hombre, a quién y qué era Kobe: el deportista, el icono, el inmigrante, el laker, el héroe.

Si muere Superman, ¿quién nos queda que podamos admirar?” se preguntaba el cineasta Patrick Green cuando puso en marcha Sincerely Los Angeles, un documental en el que sigue trabajando y que quiere embridar esa relación entre Kobe y Los Ángeles, entre la ciudad y quien la acabó personificando, también en el drama. Finalmente, una forma de volver a lo atávico, a la vida y la muerte: “Los murales tienen un gran poder. Muchas de las personas que aparecen en ellos para nosotros son, literalmente, héroes, incluso superhéroes. Cuando miras algunos de los dedicados a Kobe, tienes que mirarle a los ojos, eso es siempre lo primero que yo hago. Compruebo si siento esa conexión, como si estuviera volviendo a la vida”, reflexionaba Green justo después del confinamiento.

Un compañero para el icono definitivo

Hay cientos de murales de Kobe en Los Ángeles. Pero sólo hay uno en el que, además, aparece a su lado Pau Gasol, el jugador que acabó siendo escudero perfecto: la válvula, el compañero y el facilitador. El punto de apoyo de los años más felices, seguramente, de Kobe como jugador de baloncesto. De sus anillos sin Shaquille O’Neal (2009 y 2010), de su transformación en otro tipo de líder, uno mejor. El jugador total, el icono definitivo.

Sin ese trago, la estabilización de la franquicia después de años de zozobra y la sanación de una relación con su megaestrella que se había desgastado casi hasta lo irreconciliable, es imposible entender quién fue Pau Gasol en los Lakers, la franquicia que ha retirado su número 16 y lo ha convertido así en una de sus leyendas. Y sin pisar Los Ángeles con los oídos bien abiertos no se termina de apreciar cómo de importante es estar en esa pared, justo al lado de Kobe. Es formar parte de la cultura. Ser Los Ángeles.

El mural está, sin alejarse mucho del downtown pero donde ya no se alargan las sombras de los rascacielos, en 1525 S Broadway, el cruce de Hill Street y Venice Boulevard. En una manzana que apenas tiene un rincón sin pintar y en la que también aparece Vannesa Bryant, quintaesenciada con su sudadera de la Mambacita y ese gesto tan suyo, entre elegante y fiero. Y Kobe, claro. Por todas partes: casi, casi siempre de púrpura y dorado, pero también de esmoquin con su Oscar (mejor cortometraje de animación en 2017); junto a Shaq y Allen Iverson, por supuesto al lado de Gianna, la hija que falleció a su lado. Y con Pau.

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El mural, en grises, reimagina una fotografía, muchos aficionados la habrán visto mil veces, en la que Gasol abraza desde atrás a Bryant durante un partido. Lo firma Ground Floor Murals, el nombre de guerra de Paul Jimenez y Signe Ditona, una pareja de artistas latinos de San Diego, ese rincón tan especial a menos de 200 kilómetros al sur. Un pie en California, el otro en México. Tehrell Porter, uno de esos artistas callejeros que se pusieron a explicar con aerosoles cómo se sentía la ciudad de Los Ángeles tras la muerte de Kobe, quiso que pusieran su granito de arena. Ahora cuentan en AS que era impensable decir no porque “hay cierta rivalidad entre las dos ciudades, pero no cuando se habla de Kobe Bryant”.

Un Kobe feroz, un Kobe sentimental

“Elegimos esa imagen porque queríamos mostrar el tipo de relación que había entre ellos. Creemos que, con Pau, Kobe fue todo lo Kobe que podía ser. Nos parece algo muy sentimental. El cariño que se tenían era muy visible, y esa fotografía lo explica a la perfección. Hay un mensaje importante ahí. Otras muchas imágenes muestran a un Kobe feroz, muy intenso. Pero esta es puro amor, hermandad. Y eso era lo que queríamos dejar ahí para la ciudad de Los Ángeles. Queríamos esa imagen en concreto y queríamos hacerlo en negro y gris para plasmar la esencia, el cariño compartido en ese instante”. El poder del mensaje.

Esa relación en la que hacen hincapié es la misma que se puede trasladar desde su mural hasta la ceremonia de retirada del número 16 de Pau Gasol, el 7 de marzo en el viejo Staples, ahora Crypto.com Arena: “Creemos que había que mostrar cuánto se querían y contar también que eso era algo que nos inspiraba. Si en el mundo hubiera más amor y la gente estuviera más dispuesta a mostrarlo, sería un lugar más pacífico. Y si podemos convencer a alguien de que eso está bien, que se puede exteriorizar el amor y apoyar a los demás, que se puede mostrar que se es vulnerable... entonces podemos conseguir que sea inspirador. Y esta imagen encapsula todo eso representado, además, por dos estrellas de la NBA. Creo que es maravilloso que la gente la vea, que los fans de Kobe vean que no hay nada de malo en compartir esos momentos, ese amor. En mostrarlo ante los demás. Y que es ahí donde se encuentra más paz, más felicidad, éxito...”.

El acento latino y una historia familiar

La conexión latina aparece enseguida, como pasa con casi todas las historias sobre los años de Pau Gasol en los Lakers que circula por la otra L.A., la que se aleja de la brillantina de Hollywood: “Es algo que sentíamos con él desde niños, claro. Además, en mi caso, es que ya lo notaba en el nombre porque me llamo Paul y él Pau. Y a partir de ahí te fijabas en cómo era y nos enganchó. Molaba mucho cómo se comportaba”.

El resto del vínculo de Jimenez con los Lakers lo puso, curiosamente, su abuela: “En mi familia no se veía mucho baloncesto, pero ella tenía un crush con Kobe, así que con ochenta y tantos años se ponía todos los partidos. Cada vez que iba a su casa, estaba viendo a los Lakers. Y así acabé viendo yo también muchos partidos de ellos. A ella le gustaba ir a ver nuestros murales, pero mi foto favorita es una en la que está mirando precisamente el de Kobe y Pau”.

De todo ese background, esa forma de llegar a esos Lakers y sus dos estrellas, nació un enfoque distinto al de casi cualquier otro mural sobre Kobe: “Destaca mucho porque es el único en el que están los dos, pero es que Pau era muy importante para Kobe y la imagen en la que se basa es una muy tierna, muy emotiva. El resto, en esa misma manzana, lo definen como un jugador muy agresivo, siempre ultra concentrado. Pero nuestro mural plasma un momento muy bonito con un amigo. Por eso Pau es clave en él. Eso que supo sacar de Kobe es lo que queríamos capturar. Su legado es muy importante, por eso es increíble que le hayan retirado la camiseta. Merece eso y más. Toda la gente con la que hablamos tiene un grandísimo recuerdo de él, todos, y eso tiene que ver con el jugador pero también con quién era fuera de las pistas”.

Por eso, seguro, fue especialmente importante ver que Pau bendijo su trabajo en las redes sociales: “Para nosotros fue muy especial que Pau compartiera una imagen del mural, que lo viera y le gustara. Eso es lo que queremos cuando pintamos. Creo que nos arriesgamos un poco con la imagen que escogimos, no sabíamos si era como ellos querían ser representados, vistos. Me gustan mucho los deportistas como Pau. Se vio en la ceremonia, que fue muy emocionante, cómo mantuvo la compostura. Es alguien que da ejemplo, uno de esos deportistas que saben que hay muchos niños pendientes de ellos”.

La pandemia, los problemas, la comunidad

Jimenez y Ditona no llevaban mucho tiempo pintando murales cuando se les ofreció compartir vivencias con los artistas de Los Ángeles. Su punto de partida, de hecho, fue el momento más duro de la pandemia, en pleno confinamiento: “Sentíamos que se nos había acabado la suerte. Nos despidieron del trabajo a los dos en la misma semana y no sabíamos qué hacer. Así que empezamos a dibujar en casa, todos los días. Y como cada vez se nos daba mejor, quisimos comprar unos espráis y probar en exteriores. Yo vivía con mi madre y en su casa había un patio con una pared en la que pinté un gallo. Luego mi tía me pidió que hiciera algo en la suya, y así sucesivamente… nos fuimos subiendo en la ola. Llegó un momento en el que quisimos hacer algo para la ciudad de San Diego, así que pintamos a Tony Gwynn, que aquí es como Michael Jordan, una leyenda. Así que pintamos ese mural, los Padres (la franquicia MLB de San Diego en la que Gwynn jugó de 1982 a 2001) lo vieron y empezamos a trabajar también con ellos. Así tuvimos la oportunidad de pintar a muchos deportistas”.

Cuando se habla con ellos sobre por qué les gusta expresarse a través de los murales y el arte callejero, se regresa a lo que Patrick Green quiere plasmar en Sincerely Los Angeles. El sentimiento de comunidad, la conexión entre las personas, los mensajes y el poder de las imágenes en un sentido profundamente democrático y global del arte, motivaciones decisivas para Ground Floor Murals: “Son algo que todo el mundo puede ver en la ciudad. Si no tienes los medios para ir a un museo, puedes ver esas obras en tu barrio. Embellecen las comunidades, hacen que la gente esté orgullosa del lugar en el que viven, se vea y sienta representada. Que sepa que hay quien les presta atención. Queremos que todo el mundo sepa que esto es algo que nos puede unir, que estamos todos en el mismo barco y que estamos en la base, todos en el nivel del suelo. El éxito, el crecimiento, la mejora económica… todo tiene que salir de ahí, de la base”.

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Una forma de ver la vida y celebrarla, valorarla, a veces a través de la desgracia y la pérdida. También por eso, por el sentido más profundo de homenaje, está tan presente Kobe Bryant en las paredes de Los Ángeles: “Los murales son geniales porque encapsulan un determinado momento que provoca recuerdos y sensaciones muy distintas en cada persona que lo mire. Algunos se acuerdan de un partido concreto, otros de lo que significó la relación de Pau y Kobe... Cuando ven el mural, recuerdan a la pareja que hacían, y eso es algo que nos encanta porque consigues evocar cosas distintas con una sola imagen. Además, lo bueno de jugadores así es que no se trata solo de que sean de los Lakers. La gente en San Diego, o donde sea, también los admira, es algo que va más allá del baloncesto. Y ojalá la gente piense eso cuando vea el mural. Que aprecien a Kobe y Pau, sobre todo por lo que eran como personas”.