Miami se difumina en el Este
Los Heat comienzan la nueva temporada con más dudas que certezas en su proyecto. El nivel de los rivales ha subido. El equipo ya no es tan favorito.
En una Conferencia Este cada vez más competida, Miami vuelve a confiar en un proyecto que le ha dado una de cal y otra de arena. Pat Riley, su mánager general, se encomienda al rendimiento que pueda sacar Erik Spoelstra a cada jugador de la plantilla.
Esta plantilla ha sido capaz de lo mejor y lo peor. En 2020, la temporada de la “burbuja” en Orlando, fueron capaces de llegar a las Finales de la NBA. LeBron, Anthony Davis y unos colosales Lakers evitarían que los de Florida alcanzasen el título de campeones.
Desde entonces, más sombras que luces en un proyecto que, a pesar del cambio de algunas piezas en las últimas campañas, sigue confiando en la misma filosofía. El éxito pasa por las manos de un Jimmy Butler que necesita ayuda evidente en la pista.
En la 2020/2021, unos meses después de llegar a las Finales, eran eliminados en primera ronda de Playoffs (4-0) por los Milwaukee Bucks, dejando una sensación más que negativa. Posteriormente, los de Giannis se proclamarían campeones.
El pasado año mostraron por qué son uno de los mejores equipos de la liga. Terminaron la temporada regular en la primera posición del Este (53-29) y caerían en semifinales de conferencia (4-3) ante unos Celtics que se quedaron a un paso del título.
Con los focos puestos en otros equipos con más renombre o glamour (Philadelphia, Boston, Brooklyn y Milwaukee), en Miami son expertos de hacer el trabajo sucio, ese que no ve nadie y acaba dando sus frutos en los últimos meses de competición.
A diferencia de los equipos anteriormente mencionados, con estrellas en el plantel, los Heat echan de menos la “guinda del pastel”. Jimmy Butler, jugador consagrado en la Liga desde hace varios años, no tiene la suficiente ayuda cuando el equipo más lo necesita.
Repasando los nombres del vestuario de Florida, Bam Adebayo, Victor Oladipo y Tyler Herro son los principales escuderos del escolta de 33 años. Mezcla de veteranía (Oladipo 30 años) y juventud (Bam 25 y Tyler, 22) de nivel, pero no es suficiente.
El futuro a corto plazo, si no cambia drásticamente la filosofía en South Beach, se fundamenta en tres caminos. Y ninguno de ellos es una apuesta segura.
En primer lugar, los Heat podrían esperar una “explosión” de Herro, galardonado como el mejor 6º hombre de la pasada temporada, y que dé un salto de calidad suficiente como para ser un escudero de garantías.
En segundo, quizá menos probable que el anterior, que Adebayo potencie su vertiente ofensiva y sea más incisivo de cara al aro. Todos conocen su capacidad en defensa, pero debe desarrollar armas para hacer daño en canasta rival.
El tercero, y quizá más seguro de todos, es forzar un traspaso para que otra estrella (o superestrella) de la NBA llegue a un lugar siempre tan atractivo como es Miami. Esta idea encaja con el modus operandi de la Liga en la última década.
En una NBA cada vez más competida, el llamado “fondo de armario”, los jugadores que dan profundidad a la plantilla, es vital. Miami, a pesar de tenerlo, no se termina de colocar en el escalón de los mejores de la Liga. Y, esta temporada, incluso menos.
La salida de PJ Tucker (rumbo Philadelphia) hace que la 5º mejor defensa de la pasada temporada (109.1 puntos recibidos por encuentro), pierda fuerza. Uno de los jugadores más cotizados del mercado por su versatilidad en canasta propia hace las maletas y se aleja de Miami.
Si por algo ha destacado la franquicia de los Heat en las últimas temporadas es por sacar talento, jugadores útiles, de debajo de las piedras. Pat Riley, conocido seguidor de la G League (liga de desarrollo de la NBA), siempre tiene un ojo puesto en los jóvenes talentos que no son elegidos en la gala del Draft.
Véase el caso de Duncan Robinson, pieza fundamental del equipo en los últimos años y no fue drafteado. También se le unen Max Struss y Gabe Vincent como jugadores que se han asentado en el proyecto de los Heat. Todos ellos aportan versatilidad, soluciones a un sistema de Spoelstra que cada vez es más difuso.
Pero, si algo ha quedado claro en los últimos años, es que para lograr el campeonato hace falta más. Un gran equipo se puede quedar corto en los momentos de la verdad. Miami confía en su proyecto, en la sinergia que han formado en los últimos años. Con ello pueden lograr llegar arriba o, por el contrario, difuminarse en una cada vez más competida Conferencia Este.