Mac McClung vuelve a enamorar y gana su segundo Concurso de Mates de la NBA
Con menos efecto gaseoso que en su victoria del año anterior, pero Mac McClung repitió con el trofeo de ganador del Concurso de Mates de la NBA.
Es complicado igualar las sensaciones que se producen en las primeras veces. Son las que se dieron el año pasado en Utah con el Concurso de Mates, en el que un jugador de la G-League de 188 centímetros llamado Mac McClung erizó la piel de propios y extraños no sólo para ganar sino para enamorar. Cuando se repite, ese enganche no es el mismo. No hay que desarrollarlo en exceso. Evidencias palmarias que hay en la vida. Pero no le resta mérito a la que es la segunda victoria consecutiva.
Como Lillard, que también ha encadenado triunfos en los triples, McClung mandó en el Lucas Oil Stadium. En la ronda decisiva venció a Jaylen Brown, alero de los Celtics que se había apuntado para intentar darle prestigio a esta competición. El pequeño se comió al grande y además sintió fuerte el calor del público, que le empujó a vencer.
En un concurso que lleva celebrándose desde 1976, y donde su primer ganador (Julius Erving) fue el encargado de entregarle el trofeo, McClung subió su caché en el palmarés. Nadie repetía en back-to-back desde Zach LaVine en 2015 y 2016 y es algo que sólo han hecho de igual manera Nate Robinson, Jason Richardson y un tal Michael Jordan. Entre los que han ganado dos veces también están Harold Miner y Dominique Wilkins, aunque no consecutivamente.
Para Mac, junto a la reafirmación como potencia contranatura y hecha a medida para un espectáculo como éste, es otro empuje hacia la gran liga. Sólo tiene un contrato dual, su principal ocupación la tiene en la liga de desarrollo con Osceola Magic, el filial de Orlando. Por eso todo lo que se hable de él es una ayuda al futuro que importa.
Es complicado meterse en el criterio de los que deciden. En este caso, porque ellos han estado ahí. Pero que se lo digan a Gordon o al propio Dominique, uno de los que era juez. Más dureza que en otras ocasiones y según contra quién. Únicamente hubo un 50 y fue el último y definitivo. El All-Star vuelve a llevar el apellido McClung, el retorno de Mac., protagonista de esta bonita historia por segundo año consecutivo. A por el triplete en San Francisco el año que viene allá por estas fechas.
Jaime Jaquez, el novato de los Heat de ascendencia mexicana, dio comienzo al espectáculo con un mate sobre Shaquille O’Neal mientras éste grababa. De un mate sencillo pese a saltar al gigante se pasó a Jacob Toppin, que eligió a su hermano Obi como poste al que saltar. Fueron cuatro décimas más. El tercero en discordia fue Brown y ahí comenzó un paseo por el desierto del que sólo Mac McClung y la petición popular pudo rescatarnos. Será la llamada fatiga del votante, que hace que no des tu apoyo a la misma persona dos veces si hay opciones parecidas por las que decantarse. Será porque Brown es de nivel All-Star, de hecho estará el domingo en el Partido de las Estrellas, y da lustre al historial. Será por lo que sea, cualquiera de las dos o ninguna, pero empezaron los votos sospechosos a favor del jugador chapado en verde.
El primer mate de McClung, que cerró la primera vuelta, fue un escándalo. Saltando sobre una persona, cogiendo el balón de su mano y soltándolo en el aire para volverlo a agarrar, ahí estaba la dificultad, para terminar a dos manos y de espaldas. Hay que tener muelles para hacer eso. Y la puntuación fue 48. Había algo que no estaba bien. El público lo hizo notar y empezó a jugar un papel fundamental para que los jueces cambiaran su trasnochado criterio.
Jaime Jaquez cerró su participación con un mate sencillo a una mano, poco estético de cara a la cámara, en el que hizo mención a sus raíces hispanas. Bravío pero fallido. Jacob Toppin mejoró en el segundo intento y clavó un mate de largo recorrido, sin ayuda, pasándose el balón entre las piernas y cerrando fuerte en el aro con sus largos brazos. Parecía que tenía posibilidades de pasar a la final, pero los jueces tenían otros planes. Le situaron peor que a un Brown que dejó fríos, gélidos a los aficionados del pabellón con un segundo mate que en realidad fue un fallo flagrante no penalizado. El de los Celtics machacó sobre una persona sentada en una silla a una mano, simple, y el truco estaba en que lo hiciera poniéndose el brazo izquierdo en los ojos para no poder ver, pero reaccionó cuando ya había metido el balón en el cesto. Demasiado raro.
El comité de expertos, formado por Gary Payton, Mitch Richmond, Fred Jones, Darnell Hillman y Dominique Wilkins, empezó a recular viendo que sus aproximaciones estaban mal calibradas. El público del recinto fue abucheando cada vez más, incluso tomándola con un Brown fuera de toda culpa. Y la moneda cambió de cara. En la final Jaylen abrió con un mate estético, sencillo pero muy bonito, gracias a un molino en giro a una mano que le dio 48,6. McClung subió el nivel otra vez: una persona subida a otra y él saltando por encima agarrando el balón del más alto y terminando a una mano con ímpetu. Pero sólo 48,8. De nuevo, respuesta de la afición. Brown respondió con un intento en el que se puso un guante, de aquellos de Michael Jackson, en una mano zurda con la que acabó otro molino sobre, en este caso, Donovan Mitchell. 49,2. Sólo valía lo mejor para McClung y, según todos, lo consiguió. Shaquille O’Neal, vestido con la casaca de los Magic (que le retiraron el dorsal esta semana), vio a un blanco motorizado volar sobre él: un mate abajo-arriba para acabar de espaldas a dos manos. Sabía lo que hacía. Es el mate que mejor firma. Y ahí estaban los 50 puntos con los que se proclamaba campeón.