Los Sixers de las penurias

Otra vez, lo mismo. Volvió a jugar el big three (el supuesto big three, más bien) que Daryl Morey sigue repitiendo que considera una base sólida para sostener a un equipo aspirante al anillo. Si podía parecerlo en verano, a pesar de los obvios riesgos (edades, historiales de lesiones…), es imposible mantener ahora esa tesis, aunque es más fácil que tener que reconocer, con una buena parte de la temporada por delante y unos cuantos años y muchos millones en salarios garantizados, que la cosa no ha salido bien. Y que un proyecto en formato órdago y absolutamente cortoplacista está desmadejado, roto. Tocado y, ahora mismo, hundido.

Porque Joel Embiid, Tyrese Maxey y Paul George volvieron a jugar juntos. Y volvieron a perder. Esta vez, en Milwaukee (135-127) y contra unos Bucks que no asustan a nadie y que no tienen a Giannis Antetokounmpo, que no jugará hasta después del All Star por un problema muscular. Los Bucks también se están quedando cortos en su órdago particular, el del dúo Giannis-Damian Lillard, pero al menos se sostienen como van pudiendo: 28-23, quintos sin mucha gloria del Este. Pero es que los Sixers están ya 20-32, con tres derrotas seguidas y cinco en seis partidos, undécimos de su Conferencia y ya a un partido y medio de los Bulls (que no es precisamente un corredor imposible de atrapar) y, por ejemplo, a cuatro y medio del noveno, unos Hawks que dieron un paso hacia su desmantelamiento en el cierre de mercado. Demonios, es que los Nets que intentan (desde los despachos) perder y posicionarse de cara al draft están a solo dos partidos (18-34) de unos Sixers que ya no tienen la excusa de que sus tres estrellas casi no juegan juntas, como en la primera mitad de la temporada: 7-5 cuando comparten pista, un dato pírrico.

Joel Embiid, que volvió a jugar, está 8-8 en los 16 partidos en los que ha podido participar. Nada más. Sin continuidad, sin ritmo, con las rodillas lejos de un punto al menos tolerable y metido en un torbellino de rumores que tampoco auguran nada bueno. Durante el partido, la periodista Lisa Salters comentó que, tras la última lesión de menisco, su rodilla izquierda no mejorará de verdad sin otra operación y otro período largo de baja. Y aunque Morey intentó, hace unos días, ser optimista, combinó lo de que en el largo plazo todo estará bien con la confirmación de que la recuperación continúa y que ha sido mucho más lenta de lo esperado. El propio Embiid habló de ello después del partido: “No puedo decir mucho. Si hay algo que no funciona de forma consistente, en algún momento habrá que hacer algo. No sabemos qué, estamos viendo todas las opciones”. Antes de esta temporada, el pívot camerunés firmó una extensión de tres años y 193 millones. Ahora está en un tramo de cinco años de contrato asegurados por casi 300 millones, con una player option de 69,1 en la temporada 2028-29.

Contra los Bucks, Embiid volvió a demostrar que podría seguir siendo incontenible… pero que no puede mantener el ritmo durante partidos completos. Anotó 15 puntos en el primer cuarto y llevaba 24 al descanso, pero se quedó en 27 en el partido (con 12 rebotes, 6 asistencias y 5 pérdidas). Contra los Pistons le pasó lo contrario: una primera parte horrible, un gran tercer cuarto. El caso es que ahora mismo no consigue funcionar en partidos completos. Como su equipo: Tyrese Maxey sumó 20 puntos en el cuarto inicial (35 entre los dos: 40-39 en el marcador) y 26 en la primera parte (50 con Embiid, 65-63), pero sufrió después con la defensa de Gary Trent y solo volvió a fluir en los minutos finales, cuando la desventaja ya había llegado a un máximo de 25 puntos. ¿Y Paul George? Sin noticias, con una actitud pasiva, problemas con la bola en las manos y la sensación permanente de que no está en el punto físico y, tal vez por eso (o no, vaya usted a saber), tampoco en el mental (12 puntos, solo ocho tiros a canasta).

Así se pasan los partidos para un equipo sin defensa y que no da la sensación de esforzarse de verdad, con convicción. Los Bucks no tenían a Giannis, pero anotaron 135 puntos y ganaron cómodamente. Damian Lillard firmó su tope de la temporada: 43 puntos (8/15 en triples) y añadió 7 rebotes y 8 asistencias; Gary Trent Jr, también: 23 con un 7/15 en triples. Los de Wisconsin son un mal equipo reboteador, especialmente sin Giannis, pero ganaron por un aplastante 19-8 la batalla del rebote ofensivo y sumaron 21 puntos más (31-10) en segundas oportunidades gracias a Bobby Portis (18+13+5) y Kyle Kuzma (13+8+5).

Cualquier puede ahora con estos tristes Sixers, para los que la temporada es un tormento, una decepción que, parece claro, les gustaría suprimir, quitarse de delante. Nick Nurse, que ha perdido el hilo del vestuario, dejó a Guerschon Yabusele para la segunda unidad y el francés solo jugó 24 minutos (18 puntos). Ahora mismo, aunque es muy triste reconocerlo y sería muy duro tomar ciertas decisiones, los Sixers mejoran si Paul George sale de la pista y el ritmo lento que necesita Embiid choca la electricidad que conecta a Maxey. Con esa falta de encaje de las estrellas, y sin defensa ni rebote, las derrotas se siguen apilando en el presente negro que precede a un futuro en el que es mejor ni pensar. Pero al menos este desastre llegó en el día en el que los Eagles ganaron la Super Bowl. Así que nadie hablará de los Sixers, ni hoy ni en los próximos días. Un alivio para ellos, claro.

Estos fueron los resultados de la jornada del domingo:

BUCKS 135-SIXERS 127

ROCKETS 94-RAPTORS 87

PISTONS 112-HORNETS 102

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