La vida es mejor sin Kyrie Irving
Kevin Durant dirige un aplastamiento en Washington. Sin Kyrie y sin Ben Simmons, los Nets parecieron divertirse. Y ya es mucho para ellos.
Los Nets son una experiencia, más que un equipo de baloncesto. Una traumática, en los últimos tiempos. Los Nets son un truco de prestidigitación, nada por aquí, nada por allá. Nunca lo que te esperas, una continua sorpresa. Casi siempre mala, de repente buena. Cuando parecía que el baloncesto era la última de sus ocupaciones, jugaron su particular partido del año (86-128) en Washington. ¿Por qué? Difícil saberlo, aunque ahora mismo es fácil intuir que hay ausencias que suman, caminos mentales que llevan rápido al menos es más. Esta noche, en back to back, jugarán en Charlotte. ¿Qué pasará ahí? Pues vaya usted a saber. Pero al menos Joe Tsai, el magullado propietario (con todos sus disgustos, con todos sus pecados) se dio una alegría.
El baloncesto, y el deporte, envían muchas veces estos mensajes que son una cura de humildad. Cuando construyes un equipo para dominar el mundo... y acabas tan sepultado por las ruinas que eres feliz en una noche de noviembre en Washington en la que era difícil hasta saber que había partido de baloncesto. Los Wizards se han instalado en la intrascendencia, una franquicia transparente con un presente aburrido y un futuro en el que no se avista un despegue esperanzador. Y los Nets… los Nets llegaron a la capital en plena tormenta, comidos por el escándalo, atrapados en una red viscosa y caníbal que tiene su temporada en cuidados intensivos después de menos de un mes de competición. En esas, ganaron por 42 puntos (3-6 ahora para ellos) y parecieron, todavía más noticia, pasárselo bien. Una pequeña catarsis que tal vez sea un islote en medio de un océano muy negro. Pero a la que les vino muy bien agarrarse. El deporte tiene estos mensajes.
Es la mayor victoria fuera de los Nets y la peor derrota en casa de unos Wizards (4-5) intrascendentes, uno de esos equipos que se limita a pasar por el calendario de todos los demás. Su entrenador, Wes Unseld Jr, definió su actuación como “vergonzosa” y señaló directamente a la actitud de un equipo zarandeado: Bradley Beal anotó 20 puntos y Kristaps Porzingis 14. Una pareja que es menos de estrellas y más de jugadores que deberían ser estrellas.
Pero todas las miradas estaban, claro, en los Nets. Sin Kyrie Irving, que arrancaba suspensión, señalado y con su futuro seriamente cuestionado (todos los actos tienen consecuencias, o deberían). Y que esta noche ha perdido otro apoyo clave para su imagen y sus finanzas: Nike. Sin el epicentro de los líos en cámara, los Nets jugaron más ligeros: el base se ha convertido en una mochilas de piedras. Tampoco estaba Ben Simmons, con problemas de rodilla. Otro foco de negatividad borrado. Con menos nombres y en un día en el que a nadie parecía importarle lo que pudieran hacer en una cancha (y eso tiene mérito cuando eres un equipo de baloncesto) los Nets jugaron de maravilla. Así son las cosas.
Kevin Durant, muy cerca del barrio en el que creció, dirigió el aplastamiento: 28 puntos (19 en la primera parte), 9 rebotes y 11 asistencias. Absolutamente cuestionado por sus silencios y sus omisiones en los últimos días, y cada vez menos valorado como líder (lo que pasa en el vestuario viaja a la pista), KD tiró de talento, que de eso le sobra. Y, sobre todo, enseñó ánimo, implicación. Animó a sus compañeros, celebró y gesticuló. Cambió ese gesto de estoy aquí porque no ha habido forma de estar en otro lado que le ha acompañado durante toda la temporada.
A su lado, aportaron todos en un partido en el que los números importantes se conjuran para explicar el escandaloso marcador: en triples, 8/34 por 14/28. En pérdidas, 14-9; en puntos en la pintura, 40-60. En asistencias, 18-32… La flojera de los Wizards ayudó a que parecieran un equipo de verdad los Nets, con ganas de jugar aunque solo fuera para no pensar en otras cosas. Hubo partido hasta el segundo cuarto (se pasó por un 57-58), cerrado con un 0-11 al que siguió un 16-3 para abrir el segundo tiempo. Game over (60-85). Watabane (14+9) sigue con su positiva temporada, y Cam Thomas, que solo había jugado 15 minutos en toda la temporada, produjo 17 puntos y 6 asistencias, con buenas conexiones con Nic Claxton (18 puntos, 9 rebotes). No son los nombres de ensueño con los que hacía grandes planes Tsai, pero son los que quieren jugar. Los que quieren estar. Y a esos tienen que agarrarse los Nets, que durante un ratito pudieron olvidarse de todo y pensar que son solo, sobre todo con los saboteadores en sus casas, un equipo de baloncesto. Todavía, al menos. Y eso, en este caso y tal y como están las cosas, no es precisamente poco.